En algún lugar en la Toscana, se cruzan dos personas - una extraviada y otra que aprovecha un mes de libertad. Sin responsabilidades. Sin expectativas. Sin juicios. Sólo ellos y el campo.
¿Será ésta la escapada que tanto anhelan o un desastre a pun...
Feliz doble actualización 😋, Se cambiaron los emparejamientos de pilotos de Ferrari, así que para su referencia:
2015-2017: Kimi Räikkönen y Sebastian Vettel 2018: Sebastian Vettel y Jules Bianchi 2019-2020: Jules Bianchi y Charles Leclerc 2021 - Presente: Charles Leclerc y Carlos Sainz
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𝘾𝙝𝙖𝙧𝙡𝙚𝙨 𝙋𝙊𝙑.
Siempre se nos pregunta cómo nos motivamos a subir a estos coches y arriesgar nuestras vidas cada vez que salimos de los boxes. Algunos conductores dicen que es por la emoción, la adrenalina que alcanzamos tan pronto como nuestras manos se envuelven alrededor del volante y nuestros pies empujan el acelerador. Algunos dicen que el miedo es lo que los empuja al límite, a estar ociosos y pacíficos un segundo y luego al límite en otro.
También hay algunos como yo que lo hacen por razones más grandes que uno mismo. En un lapso de tres años, he perdido a personas que han desempeñado un papel importante en mi vida y no estaría aquí si no fuera por ellos.
Cuando pensé que mi vida había cambiado en 2018 al comenzar mi año de rookie en la Fórmula 1, me equivoqué en muchos niveles.
2019 fue el año que siempre había atesorado, no solo uniéndome a Ferrari, sino también conduciendo junto a Jules. Estaba en camino de convertirse en campeón del mundo con Sebastian mudándose a Force India, actualmente Aston Martin, y convirtiéndose en el piloto número uno del equipo italiano. Fue uno de mis mejores años en la F1, poder celebrar esas victorias con él a mi lado.
Si lo supiera, me habría quedado en 2019 para siempre.
El cinco de octubre de 2020, todo empezó a ir cuesta abajo. Jules y yo estábamos en la última vuelta con él en segundo lugar y yo justo detrás de él. Lewis estaba en P1 y estaba lo suficientemente lejos como para que supiéramos que sería el primero en cruzar la bandera a cuadros. La carrera había sido difícil, con las condiciones climáticas y las constantes banderas amarillas a medida que los pilotos perdían el control y se deslizaban hacia las barreras. Jules estaba unos siete segundos delante de mí y estaba a mitad de camino en la pista cuando perdió el control de la rueda y su coche se volteó tres veces antes de que se detuviera contra las barricadas, Jules colgando del asiento. El halo fue aplastado y se rompió cuando aterrizó a un lado de la pista, dejando solo el casco de Jules como forma de protección para su cabeza.
Los fuegos artificiales habían estallado como una señal de que Lewis había cruzado la línea de meta, pero recuerdo haber escuchado silencio en mi radio mientras me acercaba a la curva y sentí que mi aliento se me arrancaba del pecho al ver el coche rojo boca abajo.
—Dios mío. ¿Es Jules? —Esperé mientras bajaba la velocidad, sin importarme ninguna penalización que pudiera recibir o el hecho de que perdería esta carrera. La pista estaba llena de escombros y los alguaciles corrían hacia su coche, extintores de incendios listos en caso de que hubiera fuego—. ¡Alguien que me responda, mierda!
