Capítulo XXVII

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Miedo.

Era la única emoción que conocía en este momento, ninguna otra más que el paralizante y doloroso miedo.

El cielo hacía que todos mis sentidos se volvieran locos, es como si toda la serotonina de mi cuerpo hubiera desaparecido y me hubieran dejado bajo el dominio de aquel horrible sentimiento.

Aún tenía grabada la mirada burlesca de aquel señor, no podía sacarla de mi mente y me ponía aun peor al ver la mirada aterrorizada de Alex, intente buscar consuelo en Jake, pero estaba con la mirada perdida.

Lisa había estado atenta a cualquier cosa que nos pudiera llevar a encontrar a mi pequeña sobrina.

Algo en mi interior me decía que la respuesta al paradero de la pequeña estaba en el asiento de enfrente.

-Tía- Los enormes ojos de la pequeña Ronnie me miraron sonriente, llenos de luz- Tía- repitió

Sentí las lágrimas acumularse en mis ojos al escuchar la palabra proveniente de aquella pequeña de once meses, yo había sido su tercera palabra. Ni siquiera podía expresar la alegría que sentía en ese momento, abracé a la bebé.

-Prometo que jamás me separare de ti, Ronnie- Sabía que la pequeña no sabía el significado de aquella promesa, pero no importaba- Eres el amor de mi vida, pequeña.

Las lágrimas y la presión que sentí en mi mano me despertó de la ensoñación.

De nuevo el miedo se apoderó de mi- ¡Para! ¡Detente! ¡DETEN EL MALDITO COCHE!

Alex hizo lo que le pedí, encontrando un sitio donde estacionarse.

Baje de inmediato intentando no car, mis piernas se sentían frágiles, como si en cualquier momento dejarían de sostenerme.

Bajaron detrás de mí, Lisa ayudó a sostenerme.

-Esto está yendo demasiado lejos, Alexander- Mire sus ojos, aquellos que me encantaban.

Jake bajo la mirada, Lisa no me soltó en ningún momento.

-Si tienes algo que ver con esto, por favor dime en donde está Ronnie- Rogué- No importa que tanto tengas que ver, solo quiero que ella esté bien- Estuve a punto de ponerme de rodillas y suplicar que me respondiera, haría lo que sea por mis niñas- Alex, si me dices que tú no tienes nada que ver, te creeré, subiremos al auto y seguiremos buscándola, pero quiero la verdad. Por favor.

Los ojos de Alex ahora parecían negros, sus manos temblaban ligeramente y apretaba la mandíbula con muchísima fuerza.

Una parte de mi rogaba porque él no tuviera que ver, en mi corazón, Alex se había hecho un lugar enorme. En realidad, Alex se había apoderado de mis pensamientos y sentimientos, incluso se había adueñado de mis deseos, pero nadie, NADIE sería más importantes que Ronnie y Amara.

Jamás había amado a alguien o algo como amo a esas dos pequeñas, había leído en algún artículo de Internet que los sobrinos llegaban a ser lo más preciado en la vida de alguien, algo así como si fueran tus hijos, solo que un poco mejor, ya que los tíos y tías solo se encargan de mimarlos mientras los padres se llevan el verdadero trabajo.

No era mentira, para mí esas pequeñas son lo que más amo, son los amores de mi vida y si tenía que alejarme de Alex con tal de volver a tener a Ronnie de vuelta lo haría sin pensarlo dos veces.

Pero ahí estaba Alex, con sus preciosos ojos azules, dándome una seguridad increíble a pesar de todas las ideas que tenía en su contra. Nunca creí que yo llegaría a vivir un amor tan intenso como el que me encanta leer en aquellos libros románticos, sin embargo, ahí estaba con el corazón a punto de estallar solo de mirar a aquel hombre.

HIM -EN EDICIÓN- Where stories live. Discover now