Capítulo XXV

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Las noches en California son hermosas, si eres uno de esos suertudos que vive cerca de la playa gozarás del sonido de las olas al chocar con la orilla, aunque la realidad es que, vivas donde vivas, las noches en esta región del planeta son las más bellas y cálidas.

Pero está noche en particular la palabra <<cálida>> no alcanza a describir la realidad.

Los nervios de ambos chicos podían sentirse a kilómetros de distancia, pero fácilmente eran opacados con el deseo y el cariño que crecía desmesurado en aquella habitación.

Hasta el momento no habían hecho otra cosa más que besarse, cada beso superaba al anterior, cada uno tenía su marca que besarse, cada beso superaba el anterior, cada uno tenía su marca propia, desde el más dulce de los besos hasta el más sensual, intenso y posesivo.

A pesar de la inexperiencia de Alex, él era el menos nervioso en aquel cuarto.

Había momentos en los que ni siquiera pensaba, era su cuerpo actuando instintivamente, recorriendo el cuerpo de la mujer debajo de él por sobre la tela que tenía puesta.

La respiración de Agatha se tornó pesada al pasar los minutos, el miedo que el chico tenía se volvió en su contra. Es cierto que no es la primera vez de ella, pero tampoco se podía colocar en la categoría de súper experimentada, ¿y si a él no le gustaba? ¿si no era lo que esperaba? ¿Qué haría si el chico no le gustaba su cuerpo?

Agatha estaba más nerviosa que cuando entregó su virginidad a aquel chico con el que había terminado un par de meses después, ahora todo era distinto, aquella vez para ella había significado nada, tan sólo algo que tarde o temprano pasaría.

Pero esta vez... Está vez significaba todo.

Los besos de Alex alrededor de su cuello fueron disminuyendo al percatarse de lo tensa que estaba ella.

Se detuvo y volvió a sentarse en la cama, a un lado de ella- Podemos parar- Su voz sonaba firme, ronca y un poco acelerada- Podemos parar si quieres- Repitió ahora un poco más calmado

Agatha lo miraba confundida por haberse detenido- ¿Tú quieres parar? - Debatió ella

La castaña no tenía ganas de detenerse- Parece que no lo estás disfrutando- El chico no se fue por las ramas al decir lo que pensaba- Quiero que lo disfrutes tanto como yo lo hago.

-Estoy nerviosa, solo eso- Trato de explicarse- Supongo que no quiero decepcionarte

Las mejillas de la chica de por sí ya encendidas, se tornaron de un rojo intenso por la confesión.

Alex revolvió su cabello y la miró, sus ojos parecían negros por la oscuridad en la habitación- ¿Estas preocupada por qué no disfrute el que sin duda está siendo el mejor momento de mi vida?

Ella no dijo nada, ambos callaron y el silencio reinó.

-Quiero hacer esto, Agatha, lo deseo, te deseo- La seriedad en su grave voz hizo que la piel de la chica se encendiera- Pero no haré nada al menos que tenga la certeza de que lo desearás y disfrutarás como yo lo estoy haciendo.

La cabeza de Agatha estaba revuelta, sentía la respiración pesada y su piel se encontraba encendida al igual que las partes más sensibles de su cuerpo.

Después de lo que para Alex habían sido horas de agonía por el silencio por parte de la chica, la acción por parte de ella lo había desarmado completamente.

Agatha subió a su regazo en un hábil movimiento quedando una vez más en horcajadas sobre él, besando con las mismas ganas que lo habían estado haciendo toda la noche.

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