CAPITULO 17: BUMERÁN.

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NARRADOR: OMNISCIENTE

La cara de Hestia estaba pálida como también horrorizada. Sus ojos grises bajando lentamente hasta su pecho donde la punta de la daga la apuntaba directo al corazón.

Levantó la mirada encontrándose a Dargan, o eso creyó, porque lo que vió en sus ojos oscuros no era algo parecido a lo que había encontrado la última vez que lo tuvo de frente.

¿Dónde estaba esa mirada llena de amor que le había dedicado a ella?

No estaba, se había ido.

El lobo de pelaje rojizo se lanzó hacia Dargan cuando pudo detectar el peligro en la portura de su amo, sin embargo, las sombras oscuras y ásperas de Dargan lo lanzaron al otro lado del lugar derribandolo en un soplido.

Después de unos segundos donde Hestia empezó a entender todo lo que estaba pasando, su primer impulso fué tomar la daga en su cintura y apuntar igualmente al pecho de Dargan tal como él lo hacía con ella.

Dargan no se inmutó, tan solo mantenía su agarre fijo viendo como la sangre carmesí recorria sobre su piel en el centro de su pecho, un corte pequeño que sanaria, pero que sin embargo Hestia sentía que ardían como si fuera una herida profunda.

Mil preguntas pasando por la cabeza de ella en este momento.

Carson intentó acercarse, pero Hestia negó hacia su dirección obligandolo a detenerse.

Ella se centró en él, sosteniendo su agarré con la misma fuerza que el la mantenía.

—¿Lo has disfrutado? —la voz de Dargan era grave—, espero que si, porque vas a lamentarlo profundamente, Hestia.

¿Lamentarlo?

Los pensamientos de Hestia corrían con rápidez.

¿Acaso se refiere cuando ella se fué la otra noche sin mencionar nada?, pero que carajo, se supone que ella debía estar molesta.

No estaba segura de lo que hablaba, pero no le gustaba para nada el teatro que tenia enfrente, recordando como él había sido tan egoísta tantas jodidas veces en múltiples ocasiones como para recriminarle algo tan absurdo.

La muerte de Baltasar hizo que apretara su mandíbula. Lo había matado dejándola con un nudo en el pecho, y una deuda que había tenido merecida desde hace años.

¿Acaso no sufrió lo suficiente en las manos de Baltasar como para hacer eso por ella misma?, ¿por su familia?, ¡Joder!, al menos por un tipo de paz que la consolaria cada noche al dormir y repetirse que todo había acabado. Poder reemplazar sus pesadillas con la imagen de una venganza que Dargan le habia arrebatado.

—Tanto como lo has hecho tú, supongo —respondió con la misma nota de veneno en su voz, refiriendose a Baltasar —, al menos espero hayas podido conservar su cabeza, o quizás puedas enviármela más tarde para deleitarme de tú excelente trabajo cortandola...

La garganta de Dargan rugió callando sus palabras, a la vez que ella daba un paso hacia atrás cuando el rostro de Dargan empezó a deformarse mostrando como el par de cuernos más grande de como solía recordarlos sobresalían de su cabeza, mientras el blanco de sus ojos lo bañaba el negro por completo, a la vez que su boca empezaba a expandirse por el largo de sus mejillas se abrían hasta dejar al descubierto los filosos colmillos de sus dientes.

Una monstruosidad, tan perfecta como ella solía recordarlo. Una parte de él que ella logró a amar tan intensamente, pero que ahora podía sentir ese miedo parecido al que siento exactamente el primer día que lo vió de esa manera.

DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Llamas de oscuridad) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora