CAPITULO 19: PATÉTICO.

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HESTIA

Él azote de la mesa a mi lado hizo que abriera los ojos de golpe, mientras por instinto, buscaba la daga debajo de mi almohada y la empuñaba en mi mano, colocándome en mi posición de ataque inmediata.

Sin embargo, me relajé de inmediatamente o quizás no tanto, en cuanto vi a Hades parado justo frente a mi con una lámpara en su mano y una pila de papeles en mi mesa.

¿Qué carajo?

El lobo que dormía a mis pies enseñó sus dientes a la defensiva, a lo cuál, Hades no prestó importancia. Tan sólo me veía fijamente a mi y a la daga aún en mi mano, enarcando una ceja.

—¿Piensas mantener el puñal en tú mano, o te decidirás al fin a utilizarlo?

Muy bien, sigue provocandome el mal genio. Como si estuviera para soportar su sola presencia justo ahora.

Tenía mil problemas encima, y lo único que quería era dormir en mi maldita cama, no ha Hades rondandome incluso por la noche.

Resoplé guardando el arma justo donde siempre lo hacía, por sí acaso a Dargan se le ocurría venir a estas horas para matarme antes de que pudiera siquiera parpadear.

Sentí como la saliva me sabia a veneno con sólo pensar en él.

Hijo de...

—¿Qué quieres? —pregunté frotándome los ojos con el dorso de mi mano. En serio necesitaba dormir un poco más.

—Necesito que revises cada uno de estas carpetas y las organices, notes que hace falta y que no. En unos días llegará un nuevo arsenal de armas, te llevará tiempo, así que te recomendaría que empieces ahora.

¿Eh?

Fruncí el ceño, y vi hacia la pila de papeles sobre la mesa que se tambaleaban cuando parecía que iban a tocar el techo.

—¿Te parece que tengo humor para tus idioteces? —recriminé ya furiosa.

Se cruzó de brazos manteniendo su posición firme, logrando que su altura hiciera una gran sombra en medio de la habitación.

—¿Te recuerdo quién fué la egocéntrica mocosa que decidió jugar a adulta en aquel comando frente a todas aquellas personas, mientras era reconocida como nueva cabeza del trono de su padre?, —mantuve su mirada firme cuando sonrió con satisfacción al ver mi cara frustrada de ira— ¿acaso ya te quedó grande el cargo?

Me levanté de la cama de golpe cuando la soberbia me llamó. Mi paciencia parecía ser un detonador en cuenta regresiva siempre que Hades picaba en el lugar perfecto.

—No me provoques,  —le señalé el pecho con mi dedo— y no juegues con mi paciencia.

—¿Jugar con tú paciencia?, —bufó, a la vez que alejaba el dedo de su pecho— no trates de intimidarme pequeña y jodida mierda, recuerda de donde vienes, y quién es tú padre.

Guardé silencio manteniendo su fuerte mirada de acero. No, no era como Hades, era mejor que él, siempre lo he sido.

—Al parecer no te afectó tanto el retiro, ¿eh?, —lo enfrenté— parece que disfrutas mucho todo esto.

DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Llamas de oscuridad) PAUSADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora