CAPÍTULO 7: TRONO DE FUEGO.

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HESTIA

El gran cerdo muerto arriba de la mesa era lo más interesante que habia visto los últimos días.

Tenía mi mano apoyada en mi mejilla pensando en cada maldita cosa a la vez que veía como cortaban la piel del animal pedazo por pedazo y la servían en un plato. Tan fácil como era cortar la garganta de cualquiera y robarse su vida lo era como comer el cuerpo de ese animal en una cena un día cualquiera.

Mi repulsión por la carne había desparecido hace mucho tiempo, podía comerla con normalidad y disfrutar de ella sin ningún problema.

La sirvienta seguía cortando la piel, desprendiendo sus piernas y el lomo fresco...

—Vesta—medio escuché la voz del Ola llamando a alguien a mi lado—Vesta.

Parpadeé cayendo en cuenta que me hablaban a mí.

—¿Mmh?—pregunté recomponiendo mi postura.

—¿Deseas algo de vino?—preguntó con una botella en mano.

Los ojos del Rey me escudriñaban con atención.

—Por favor—recibí.

—No te acostumbras mucho a tú nuevo nombre, ¿cierto?—preguntó de repente Dybbuk.

Llevé la copa de vino a mis labios tomando un poco, saboreando ese exquisito sabor a cereza con un toque amaderado.

—¿Por qué no lo haría?—respondí sin afán—Llevo cuatro años con él desde que me encontraste, ¿recuerdas padre?

Lo último que recuerdo desde hace cinco años es que estuve un año muerta, dentro de un limbo vacío y tinieblo, donde solo existía mi mente y yo, luego desperté dentro una realidad distinta donde lo primero que vi fué la cara de Ola la cuál había traído mi cuerpo de vuelta de debajo de la tierra.

Días después Ola curó mi cuerpo, y sobre todo las heridas en mi espalda donde una vez habían estado mis alas.

El recuerdo hizo que apretara mis manos sobre la mesa.

Y fué entonces que Dybbuk me encontró, trayendome a este lugar para formar parte de su reino como una familia, un padre.

Su sonrisa se dirigió hacia mi, sin duda leyendo todo lo que pasaba por mi cabeza.

El Rey Dybbuk podía leer los pensamientos de cualquier persona sin ningún problema, poseía dones máximos. Al ser uno de los primeros Dioses, el resto de generaciones que vinieron fueron catalogados con pronombres de dones a los que ellos ya  poseían.

—¿Dónde están los otros?—pregunté con curiosidad de repente—¿Los antiguos primeros Dioses?

Él se detuvo.

—Los he matado, ¿no lo recuerdas?—contestó

Por supuesto que lo recordaba, fué una de las primeras cosas que hizo al regresar, buscarlos y saldar esa deuda, sin embargo...

—¿A todos?—mi pregunta lo tomó desprevenido, sabía que confiaba en mi, pero también era consciente de que no me informaba de todo lo que hacía.

DIOSES, BRUJAS Y TRONOS (Llamas de oscuridad) PAUSADAWhere stories live. Discover now