Después de una maravillosa casualidad dónde dos almas se encuentran y se unen en ese mismo instante...
¿Qué fue lo que pasó con Suppasit Jongcheveevat (Mew, un veterinario que ama su trabajo y lo respeta), al conocer al hijo del dueño del hospital...
Ya estando los dos bañados, Mew lo espero sentado a los pies de la cama. Gulf salió con una enorme sonrisa y viendo el hermoso anillo que su ahora prometido le había dado.
—Listo para tu regalo —Mew quedó con la boca abierta.
Gulf había salido del baño con una camisa larga transparente color melón, su piel se veía deliciosamente bella, tenía desabrochados todos los botones, excepto el de hasta arriba, como ropa interior eligió una de encaje acordé con la camisa. En su rostro desbordaba sensualidad y deseo. Se mordió los labios y caminó hasta Mew.
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—¿Este es mi regalo? —dijo Mew todo embelesado por la imagen que tenía frente a sus ojos.
—Parte de tu regalo.
—¿Hay más? —con picardía reía y observaba de arriba a abajo a su gatito.
¡Dios! ¿Qué hice en mi antigua vida para merecer éste regalo? Tal vez salve a alguien importante... Qué importa, ahora solo disfrutaré sin importarme nada. Juro que nunca lo dejaré ir.
—Claro que hay más, tú sólo déjate llevar, ahora, señor de Traipipattanapong...
—¿Yo llevaré tu apellido? —interrumpió Mew.
—Sí, y yo el tuyo. Eres mío, Supassit, recuérdalo, y ahora este anillo demuestra que serás mío para siempre. Si llegamos a encontrarnos en otra vida, nuestras almas se reconocerán y estarán juntas nuevamente.
—Sí, mi amor, así será.
—Bueno, como le decía, señor de Traipipattanapong, se quedará quieto, sino, no habrá regalo, ¿de acuerdo?
Y cuál niño obediente, Mew, afirmó a la advertencia de Gulf.
—Bien, ahora, está estorbosa ropa no me sirve, retirala... —fue dada la primera orden y Mew obedeció tan rápido que Flash se quedaba corto al ver cómo se deshacía del pijama en un santiamén —¡Qué obediente!, muy bien, ahora esos boxers no los quiero ver, quiero ver otra cosa que está escondida dentro de ellos y está ansiosa por salir.
Sí, desde que salió del baño, es más, desde antes, el amiguito de Mew ya estaba listo. Y cuando salió y lo vió con esa camisa y lo sexy que se veía, los boxers comenzaron a sentirse pequeños.
Inmediatamente se los quitó.
—Ahora, a la cama y boca abajo...
—¿Qué tratas de hacer? —con temor dijo esas palabras.
—Nada de lo que tú no quieras, amor. Déjate llevar, que te gustará. He deseado tanto hacerlo pero no me atrevía y hoy es el día. Déjate consentir, hoy me toca hacerte gozar. Confía en mí —Mew asintió y su boca comenzó a hacerse agua al ver cómo Gulf se deshacía de la ropa interior.
