CAPÍTULO 7

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🌻☀️

Mew quería con desesperación que su gatito fuera a visitarlo a Phuket, pero lamentablemente, surgieron algunos problemas en la veterinaria de Chiang Mai y Gulf tuvo que viajar ahí junto con Max. Era un viaje largo de Chiang Mai a Phuket, así que mejor decidieron que terminarían los asuntos y él viajaría a Phuket y Max a Bangkok.

Max era una persona muy responsable y dedicada totalmente a su profesión, primero y antes que nada estaba la comodidad de sus pacientes, en este caso los animalitos y por supuesto los dueños de éstos, sin embargo, reportaron que uno de los doctores cobraba hasta por la consulta telefónica. Obviamente eso no le pareció a Max.

Él tenía establecido bajo contrato que cuando compraban su membresía, tendría todos los beneficios totalmente gratis, y más teniendo su cuota mensual sin atraso. Y en cuanto al personal del hospital, se atendería totalmente gratis a las mascotas de los doctores como de los enfermeros, recepcionista, etc. Pero este hombre no respetaba los términos de su contrato, ya que si algún dueño le hablaba para consultar algo de su amada mascota, en el pago de la mensualidad le llegaba el costo agregado de la consulta telefónica, y con los trabajadores, era igual, les cobraba por cada tratamiento o consulta de sus mascotas, así que los clientes y empleados se empezaron a quejar directamente a la matriz en Bangkok. Por esa razón es que Max y Gulf decidieron tomar cartas en el asunto y viajar ellos mismos a Chiang Mai.

Llegaron a Chiang Mai hablaron con los empleados y sus clientes afectados, además, al revisar los libros de contabilidad se dieron cuenta que había muchas inconsistencias en éstos y sobre todo no cuadraba los costos de material quirúrgico y medicinas con los gastos que según se hacía al usarlos.

Ten —el padre de Gulf— era un excelente contador, estudió administración de empresas, así que enseñó tanto a Max como a Gulf lo que sabía para que ellos igual pudieran revisar a profundidad datos importantes. Éste doctor, despidió al contador del hospital, alegando que había robado, y según él, podía manejar solo las cuentas y Max no tenía de qué preocuparse. Y varios años lo estuvo haciendo perfecto, tanto, que Max no desconfiaba de él, y dejó totalmente en sus manos la clínica. Ahora que estaba revisando todo, se dió cuenta que solo fue para que Max bajará la guardia y le dejará todo y de esta manera él aprovechar para robar y manejar a su antojo la clínica, ya que siempre se quejaba que Max regalaba su trabajo.

Pero díganme ustedes ¿qué tanto puede costar que atiendas el teléfono dos minutos y ayudes a un precioso animalito? Nada. Y precisamente eso pensaba Max. Y los doctores no se quejaban ya que la paga era muy buena que compensaba esas consultas telefónicas. Pero la avaricia pudo más que la empatía en éste doctor.

Así que mientras se investigaba todo y rendían declaraciones los afectados (porque obviamente se demandó al doctor), revisión de libros y corroborar con las empresas encargadas de abastecer de todos los medicamentos, material y demás cosas necesarias para la veterinaria, tuvieron que esperarse ahí mismo para que todo saliera en beneficio de los afectados. A Max le importaba más el que su clientes y empleados estuvieran satisfechos, que el dinero que pudiera perder. Porque el dinero va y viene, un día lo tienes y al otro se esfumó por completo, sin embargo, la confianza y credibilidad en ellos, se perdería, no solo en los afectados sino también en las personas que se dieran cuenta de ello. Así que no podían irse de ahí, hasta arreglar todo y todos quedarán en común acuerdo.

El juicio se realizó y el doctor tuvo que pagar una multa millonaria para indemnizar a los afectados por sus malos manejos y además tres años de cárcel por el robo a Max Traipipattanapong.

Todo este proceso llevó alrededor de un mes y Mew ya estaba desesperado, le tenía una sorpresa a Gulf y ya no quería esperar más. Hablaban diario, pero no era lo mismo, porque amaba tenerlo cerca y robarle algunos besos en esa boquita rosadita en forma de corazón. Solo veía cómo Gulf paraba su trompita y le mandaba besos por la cámara. Y dirán: ¿Por qué Mew no fue a verlo? Pues él igual estaba muy ocupado. Cleo —la delfín que estaba en el acuario— resultó que estaba preñada y debido a que era un embarazo en cautiverio tenía que estar vigilándola casi que día y noche. La gestación de un delfín es de 11 meses, pero los tres primeros meses son cruciales y más porque está en un ambiente reducido y controlado por el hombre. Son muy pocos las delfines en cautiverio que quedan preñadas, y por ende tienen que tener especial cuidado con ellas.

¿Encontré El Amor? Where stories live. Discover now