—Bien, Ilora de Normandia, la prueba que te ha sido encomendada para ganarte la confianza del reino licántropo es tan simple como convivir con los nuestros —afirmó Lu, ganando mi atención.

—¿Convivir? —pregunté luego de varios segundos de silencio absoluto. Viridiana estaba en lo correcto.

—Así es, deberás vivir con nosotros y como nosotros. A lo largo de tu estancia aprenderás un poco de cada oficio que tenemos y Lu, como el alfa, supervisará tus tareas —agregó Raiquen.

Omití mencionar lo que pensaba de la supervisión de Lu.

—¿Y cuánto tiempo durará la prueba? —pregunté.

—Eso depende de ti.

—¿De mí?

—La prueba no acabará hasta que tú no acabes con la prueba. Puede durar un día como puede durar un mes.

—¡Por favor, no! —exclamó Castiel, recibiendo un golpe de Cassie para callarlo.

—De manera oficial, tu prueba comenzará mañana. La fogata terminará por hoy, ha sido un largo día para los invitados y necesitan descansar. Sobre todo Ilora —dijo Lu y sus palabras fueron lo bastante fuertes para que todos empezaran a retirarse.

Todos, excepto Raiquen.

—Gracias por recibirnos —le dije al lobo, una vez que los ciudadanos, e incluso mis amigos y Lu, se dispersaron e ingresaron a sus respectivas viviendas.

—En realidad, no tienes que agradecerme, Ilora. Ha sido decisión de los líderes que vengas a esta manada, y es Lu quién está permitiendo tu estadía.

—Igual te agradezco el buen trato. Has sido uno de los pocos que no ha asumido que seré incapaz desde que llegué al reino.

—No somos todos iguales, Ilora —repuso, girándose para caminar e invitarme a que lo siguiera—. Para el resto de las criaturas, los lobos somos seres toscos y de poca habla, nada lejos de la verdad, si tengo que admitir, pero si demuestras que en verdad eres merecedora de nuestro respeto, verás que eso cambiará.

El tono conciliador en su voz, dejando atrás todo el aire superior, me hizo sentir con la suficiente confianza de hacer mi siguiente pregunta.

—¿Por qué no una prueba convencional? ¿Qué significa lo de vivir y ser uno de ustedes?

Raiquen se tomó su tiempo, mientras caminábamos. Decidí que era un buen hombre, no parecía estar ignorando mi pregunta, sino más bien eligiendo la respuesta correcta para mí.

—No es menos convencional, porque sí probaremos tus habilidades —dijo al fin y se adelantó para detenerse frente a mí y apoyar sus gruesas manos sobre mis hombros—. Pero todo lo que necesitas para superarlo es confianza.

Sonrió, como si aquello fuera la respuesta a mis problemas, y se despidió, indicándome que en la mañana estaría recibiendo mis primeras tareas como parte de la manada.

"Quien vive temeroso, nunca será libre", recordé el lema de los lobos, tal como Olivine me lo había mencionado, al apoyar la cabeza en la almohada esa noche.

***

No había soñado con nada esa noche. Esperaba ver a Akos y Alina una vez más. Sin embargo, solo una serie de colores claros inundaron mi mente. Hacía mucho tiempo que no soñaba con algo en especial, además de la noche anterior, por supuesto. Por lo que interprete las incesantes luces como algo bueno. Necesitaba creer eso.

Aún estaba adormilada cuando sentí algo frío y helado cubriendo la totalidad de mi cuerpo. Desperté de manera abrupta y me di cuenta de que lo que sentía era agua, haciendo que despertara de manera abrupta, sentándome en la cama.

—Ya amaneció, Su Majestad, no querrá hacer un desplante a sus súbditos —escuché la atronadora voz de Lu, hirviéndome la sangre.

—¡¿Qué es lo que te sucede?! ¿Era necesario? —me quejé, parpadeando para quitarme el agua de los ojos.

—Tus amigos intentaron despertarte repetidas veces y no lo lograron. Dijeron que estabas muy cansada y me pidieron que te permitiera descansar un poco más. Pero ¿adivina qué? ¡Yo no soy tu amiga! Aquí te levantas temprano o te vas. ¡Que no vuelva a pasar, princesa! ¡Recuerda que aún no tienes corona!

Lu salió de la cabaña furiosa. Responderle no había sido mi mejor opción, pero nada pudo evitar que las palabras solo brotaran de mis labios. De dónde vengo eso se llama "abuso de poder", pero si quería encajar con los licántropos y pasar mis pruebas, debía aceptar todos los desplantes de su líder.

"Sí, un panorama agradable", bufé para mí misma.

Me uní a una familia que iba de cacería, para aprender cómo conseguir mi propio alimento y no tener que depender de nadie. No obstante, olvidé considerar el hecho de que ellos podían transformarse en animales mucho más veloces y fuertes, y yo no. Por supuesto, los lobos habían tomado lo mejor y yo solo pude cazar una ardilla con ayuda de mis flechas.

Regresé llena de arañazos y cortaduras en los brazos, por correr entre los árboles, y con el pequeño trofeo peludo en mis manos. Cazar no era una opción para mí, así que taché esa labor de mi lista. Haliee me curó las heridas con esos raros ungüentos que llevaba consigo —una pócima sanadora, en sus palabras— mientras Castiel y Cassie, que cada vez se hacían más cercanos, se reían a mi costa.

Pude haber reído con ellos, hasta que oí una conocida risa engreída y un "No durará ni dos días". Lu me tomó del brazo herido, apareciendo en mi periferia junto a su hermano, haciéndome chillar, y me ordenó limpiar todos los restos de la fogata de la noche anterior, además de recoger la basura de las casas.

Quise decirle hasta del mal que se iba a morir, pero el suave asentimiento de Brennan me dijo que obedecer era lo mejor. En consecuencia, pasé toda la tarde recogiendo leña quemada, restos de comida que habían sobrado y demás porquerías que habían quedado rodeando la fogata, apagada hacía muchas horas. Luego barrí las cenizas y hojas que volaban de los árboles.

Cuando terminé esa tarea, que me llevó más de lo que esperaba, Lu apareció para examinar mi trabajo. No dijo nada, solo hizo una mueca de aceptación y se marchó.

Si lanzarme al río en busca del pantalón de Dakoda había sido horrendo, tocar puerta por puerta con una caja para recoger la basura de cada familia fue mucho peor. Algunos me miraron con pena, viendo mi rostro manchado por el carbón de la fogata y mi pelo enmarañado; otros intentaron no reírse muy fuerte. Las bolsas eran de tela gruesa, no de plástico como en la Tierra. Debía vaciarlas en una enorme pila y luego devolverlas a cada familia. Cenicienta seguía siendo la mejor referencia que encontraba a mi situación.

Durante todo el proceso, sentí la mirada de Lu. Así que, al terminar, fue muy fácil llegar con ella a reportarme.

—Listo, Lu, he acabado. ¿Está todo bien? —pregunté.

Ella sonrió y respondió con un monosílabo que derrumbó todas mis esperanzas.

—No.

—¿Cómo qué no? Mira a tu alrededor, dejé todo impecable. De seguro nunca estuvo tan limpio.

—Tal vez.

—¿Entonces cómo puede estar mal?

—Está mal y punto. Mañana lo harás de nuevo.

Sonreía como si guardara el secreto más importante del universo y yo fuera una idiota por no descubrir cuál era. Me senté, rendida, a comer en la fogata lo que había cazado, pero tuve que pedirle ayuda a Brennan para asarlo, porque mis brazos estaban muy adoloridos para sostener la ardilla sobre el fuego.

—Es duro ser un licántropo, ¿no? —preguntó divertido.

—No digas nada, por favor —dejé ir un suspiro.

—Ilora, mañana debes limpiar los baños. Ya sabes, comemos muy bien aquí —comunicó Lu, acercándose a mí cuando todos hablaban animados.

Fue un golpe lo bastante fuerte para todo mi apetito se esfumara y abandonara la comida, antes de retirarme a dormir.

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Where stories live. Discover now