- Diez Años Después -
Seattle estaba precioso, el sol brillaba con mucha intensidad, hacía una brisa de verano que ponía a bailar las hojas de los árboles, y mantenía la temperatura en un balance perfecto para disfrutarla.
Salía de una reunión y caminaba rumbo a mi vehículo que estaba aparcado en la calle. La brisa golpeaba en mi piel, era un día perfecto de playa, una pena que solo era martes y había que trabajar.
Seattle seguía igual que como hacía diez años, la gente caminaba sin prisas por los bulevares, muy diferente a Nueva York, que todo el mundo parecía estar extremadamente ocupado y muy estresado. Me encantaba como la gente se tomaba su tiempo y disfrutaba de las vistas hermosas de esta cuidad.
Mi vida se había vuelto una vida normal, tenía dos hijas hermosas, Antonia ya tenía 10 años, que rápido pasaba el tiempo, era una niña extremadamente inteligente, con su corta edad disfrutaba de sus pasiones de una manera muy madura, sin dejar de ser una niña, hacía amigos con mucha facilidad y podría decir que era feliz. Jugaba al golf, tocaba el piano y disfrutaba sus clases de ciencias, decía que sería médico veterinario, me rogaba todos los días por un cachorro o un gatito. Había estado postergando la adopción de uno desde hacía ya un tiempo, pero su insistencia aumentaba con el pasar de los días. Era una niña muy alegre, se parecía mucho a Poche, tenía su cabello, sus ojos, me había negado completamente, lo único que compartía conmigo era su color de piel bronceada, y su pasión por la vida.
Emma era una adolescente de 16 años, iba a la secundaria, tenía muchas amigas, odiaba los deportes, pero era extremadamente intelectual. Ya estaba de mi tamaño ¡Por Dios! Estaba atravesando una pequeña etapa de rebeldía en la que Poche y yo llevábamos tiempo trabajando y parecía haber menguado un poco.
Poche y yo seguíamos trabajando para Nordstrom, con la única diferencia de que Poche manejaba multinacionalmente todo lo que tenía que ver con tecnología de parte de la franquicia. Abi y yo seguíamos manejando las finanzas corporativas de una empresa que había crecido al 100% en los últimos diez años. Gracias al crecimiento obtenido, había decidido quedarme allí.
Abi se había casado nuevamente con un hombre de su edad, se llamaba Arnold y era muy feliz, realmente nunca la había visto así.
Mi relación con Poche se había tornado normal, cuando Antonia nació, decidimos casarnos porque era necesario para adoptar a Emma legalmente, igual no me sentía con ganas de una boda extravagante al momento, y decidimos hacerlo escondidas de nuestras familias. Unos años después, cuando Antonia tenía tres, decidimos hacer una celebración que mi madre llevó a otro nivel. Recuerdo como ahora la cara de Poche cuando le dijeron que eran 300 invitados, cuando a ella le apetecía unos 30.
Nuestro amor había sido muy bonito, con algunas dificultades, claramente éramos humanas y los conflictos muchas veces eran irremediables. Pero era muy feliz a su lado, sumergidas en una pequeña rutina de la cual ya no podíamos salir porque era importante la estabilidad en nuestra familia.
Hoy me tocaba recoger a las niñas, Antonia estaba en prácticas de golf Emma en casa de Abi, seguía siendo muy buena amiga de Amelia, eran inseparables. Cuando no estaban en su casa, estaban en la nuestra, pero pasaban la mayor parte del tiempo juntas.
Nos habíamos mudado a una casa hermosa en Broadmoor que habíamos comprado entre las dos. Poche seguía siendo esa mujer superextra sobreprotectora, cuidándonos todo el tiempo.
Me aparqué en el golf center, y visualicé a Anto que ya me esperaba sentada en un muro, al verme se puso de pie y caminó hacia mi.
- Hola Ma - sonreí, viéndola entrar al asiento trasero y colocando su bulto en el otro lado.
