Las vacaciones de navidad estaban a punto de empezar, hoy era el último día de trabajo en Nordstrom Inc. Calle y yo habíamos preparado irnos de viaje a Miami para conocer a su familia y a la mía.
Los Calle vivían en Pinecrest, como era de esperarse, mi familia vivía en Palmetto Bay, justo a 10 minutos de Pinecrest, por lo que decidimos hospedarnos en un hotel entre ambas comunidades, esto principalmente porque mi madre quería que nos quedáramos en su casa, y la madre de Calle insistía que fuese en la de ella. Como no pudimos ponernos de acuerdo, un hotel fue la mejor opción.
Calle y yo crecimos muy cerca una de la otra, esto hasta me sorprendió, incluso estatalmente, hubiésemos estudiado en la misma escuela, la diferencia era que yo estudiaba en el sector público y Calle iba a una escuela privada. Estaba claro que en aquellos tiempos éramos de clases sociales diferentes, y que, si existió algún factor que no nos permitió conocernos, fue ese.
Emma estaba muy emocionada porque iba a ver a sus abuelos, yo también lo estaba. Unos meses atrás, antes de conocer a Calle, incluso estuve pensando en mudarme cerca de mi familia nuevamente, si llegué a Seattle fue por una mejoría en mi calidad de vida, mi posición en Nordstrom me había abierto muchas puertas, pero ya no necesitaba más puertas para volver a Miami. Supongo que las razones de Calle mudarse al estado de Washington, fueron muy parecidas a las mías. A pesar de venir de una familia de estatus, había conseguido todo lo que tenía bajo su propio esfuerzo.
Estaba terminando de organizar unos cuantos papeles, ya había preparado al equipo que se quedaría trabajando las vacaciones por si algo sucedía, sobre todo con la app, que habíamos adelantado el lanzamiento a un mes antes porque quedaba perfecto para las compras navideñas. Yo había insistido que lo lanzáramos en un tiempo en el que la plataforma no estuviese en una versión beta y así poder mejorarla sin que los clientes sufrieran errores, pero me fue imposible convencer a los accionistas.
Tamara estaba a mi lado, ayudándome a recoger un poco el desastre que irse de vacaciones provocaba en este departamento. En estos tiempos se aprovechaba para darle mantenimiento a la base de datos del edificio, así que ese era otro punto que debía dejar organizado.
No sé lo que le sucedía a Támara, últimamente venía con poca ropa a trabajar, era muy probable que con este frío agarrara un virus. También usaba mucho más maquillaje y estaba extra amable. Me ofrecía café unas quince veces al día, parecía feliz todo el tiempo y les regalaba sonrisas a todos, bueno, no sé si a todos, pero si a mí.
- Poche, ¿estos están listos para archivar? - dijo señalando una pila de folders, asentí y volví mi mirada a los papeles que tenía en mis manos.
Se puso de pie y se acercó a mí, no tenía que cruzar a mi lado para agarrar los folders llenos de papeles, pero igual lo hizo, cruzó su cuerpo muy cerca de mí e hizo un ademán para que la ayudara a llegarlos a ella. Levanté la mirada y lo que tenía en mi cara eran sus senos, volteé la mirada y se los alcancé, los tomó lentamente y dio la vuelta. Su perfume estaba extremadamente fuerte, hasta me dio picazón en la nariz. Les digo, estaba rara, seguro la víspera de navidad la tenía así.
Continué con mi trabajo. Añoraba que fuese tiempo de terminar aquí, Calle, Emma y yo salíamos esta misma noche a Miami, y estaba extasiada.
Algo cayó al suelo y volteé mi mirada para ver que era, cuando dirigí mis ojos al lugar de los hechos, la falda de Tamara se había subido un poco, así que volví mi mirada a los papeles, había tirado su lapicero y se había bajado a buscarlo. Se acercó a mí con un folder, lo abrió y lo puso frente a mí, se inclinó un poco para mostrarme de que iba.
En ese mismo instante tocaron a mi puerta, como Tamara no estaba afuera para comunicarme, abrí de inmediato. La puerta se abrió, era Calld. Cuando la vi, una sonrisa de tonta se instaló en mi cara.
