Capitulo 29

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- Ahh, ahhhh, mmmm, así amor, así me gusta - Poche y yo nos habíamos escapado en la hora de almuerzo, fuimos a su casa porque era más cerca.

Me tenía pegada a la pared de su sala, mientras apoyaba mi pierna izquierda del brazo del sofá. Estábamos completamente desnudas, y me penetraba sin piedad mientras agarraba mi trasero con todas sus fuerzas.

Grité cuando ambas llegamos al orgasmo con nuestras respiraciones agitadas. Bajé mi pierna y se apoyó a mí intentando recuperar el aliento.

Cuando ya estábamos más calmadas, subió su mirada y me dio un suave beso en mis labios.

- Estaba delicioso, eres deliciosa - dijo dándome otro beso en los labios.

- Tu eres deliciosa - la besé profundo, cuando me percaté que ya llevábamos tres orgasmos y solo había tiempo para uno. Me separé rápido de ella - Mierda Poche, estamos tardísimo - miró el reloj y asintió. Nos pusimos la ropa lo más rápido que pudimos.

Cuando llegamos a la empresa, todo el mundo había vuelto a su puesto de trabajo, así que fuimos observadas por todos, porteros, recepcionistas, hasta que llegamos al ascensor.

- Parece que tengo el sexo pintado en mis mejillas - susurré cerca de su oído, mientras ella me regalaba una sonrisa burlona. Cuando la puerta se abrió, nos encontramos con la cara de Abi, observándonos fijamente.

Ambas entramos y nos quedamos en silencio. Abi tenía una sonrisa pícara pintada en sus labios.

El ascensor se detuvo en el piso de Poche.

-Gracias por la comida, Calle, estaba deliciosa. Un gusto verte, Abi - salió del ascensor, y me quedé sola con la víbora de mi amiga.

Carraspeó, e intenté ignorarla. Para mi suerte, no dijo nada.

Cuando llegamos a nuestro piso, salí caminando y sentía sus pasos justo detrás de mí.

Entré a mi oficina lo más rápido que pude y ella me imitó.

Ya sentada en mi escritorio, seguí mi trabajo, ignorando la mirada de Abi, que había estado presente por unos largos minutos sin decir nada.

Tenía mucha hambre, no nos había dado tiempo para comer, así que tomé mi intercomunicador, y llamé a Meli.

- Hey, Meli, ¿me puedes ordenar una ensalada mediterránea al pub de la esquina? - esperé su respuesta y le di las gracias.
Abi explotó de la risa. Mierda.

- Ya sabía yo que no era comiendo que estaban, se te nota el sexo hasta en el cabello - cerré los ojos y suspiré.

- No me quites el buen humor que tengo - seguí trabajando, mientras Abi punchaba su móvil.

- ¿Cómo llegó tu madre? - preguntó de la nada.

- Bien, me llamó desde que su vuelo aterrizó - respondí, aun concentrada en lo que estaba haciendo.

- Que bien, la voy a extrañar - sonreí.

- Yo también

El resto de la tarde pasó sin muchos contratiempos.

Cuando llegué a mi casa, me despojé de toda la ropa y me di un rico baño.

Tomé un libro y me dispuse a leer.

En un momento volví a sentir dolor en la parte baja de mi estómago, llevaba todo el día con él, pero pensaba que era hambre.

Mi teléfono se iluminó, era un texto de Poche.

"Emma está en casa de Lau, ¿puedo visitarte?"

"Claro, te espero"-respondí de inmediato.

Unos diez minutos después Poche tocaba mi puerta.

- Hola, lindura - dijo agarrándome por la cintura y dándome un beso en los labios.

-Hola, bebe - frunció el ceño.

- No soy un bebe, soy ruda - sonrió con todos sus dientitos hermosos, y solo me dio ganas de apretarla más contra mí, no era para nada ruda.

-Está bien, chica ruda - respondí con sarcasmo y volteó sus ojos.

Entramos y me senté en el sofá que estaba y tomé el libro en mis manos. Ella se sentó del otro lado de la L lo más cerca que pudo.

Se quedó observándome mientras leía.

Unos minutos después la sentí junto a mí, pasando un brazo por mi cuello.

Volví a perderme en la lectura cuando volví a sentirla moviéndose. Esta vez se estaba quitando el abrigo, y los vans de cuadros negros que llevaba.

Unos minutos después observé un pequeño movimiento en sus manos, y abrí los ojos cuando noté la erección que apretaba con sus pantalones. Subí la mirada a sus ojos, y pude notar que estaba mirando mis pechos fijamente por la transparencia de mi camiseta de dormir.

Subió la mirada a mi cara y la desvió cuando supo que me había dado cuenta, estaba toda sonrojada. Sonreí.

Dejé el libro, y me desplacé quitándome toda la ropa, hasta quedé sentada a horcajadas en sus piernas.

Pasé mi mano por su erección, y gemí al sentir lo apretada que estaba.

Comencé a moverme sobre ella, mojando todo su pantalón con mis fluidos y dándome placer a mí misma,

La sentí suspirar en mi cuello mientras apretaba mis pezones de una manera deliciosa.

Cuando ya no soporté más, bajé el zipper del pantalón, y saqué su erección, moviendo mi mano por todo su pene, provocándola.

Parece que no pudo resistir más, porque unos segundos después la sentí completa dentro de mí.

Solté un gemido de placer, era delicioso.

No duramos mucho tiempo en llegar, Lauren estaba ansiosa.

Luego de unos buenos orgasmos, los cuales terminaron en mi cama, quedamos exhaustas.

Dormimos un buen rato hasta que recordé a Emma y vi el reloj, eran las 9 de la noche, supuse que Poche debía ir a buscarla, por lo que decidí a despertarla, pero me llevé una gran sorpresa cuando quité la sabana de su cuerpo. Tenía una erección, como puede estar mujer tener una erección después de todo el sexo que hemos tenido hoy. Negue con la cabeza, y me acerqué a su erección fijándome que aún estaba dormida.Comencé a lamer la punta mientras agarraba la base y pude escuchar algunos gemidos silenciosos que salían de sus labios.

Estaba tan concentrada en mi trabajo que no me di cuenta cuando se despertó. Luego de entrar toda su erección en mi boca, sentí su cuerpo moverse y sobarme el cabello.

Vi a su rostro, estaba en completo éxtasis. Seguí lamiéndola, y penetrándola en mi boca, cuando la sentí derramarse en mis labios, la limpié tragando todo.

Respiraba totalmente agitada. Escalé todo su cuerpo y le di un largo beso para que se probara.

- Muy delicioso todo, pero creo que tienes que recoger a Emma - abrió los ojos grandes y se movió buscando su móvil.

Cuando lo encontró, la vi escribiendo, para luego preguntarme si la acompañaba a buscarla. Asentí inmediatamente, tenía unos cuantos días sin verla, y ya me hacía falta.

Cuando llegamos a casa de Laura, nos desmontamos del camión de guerra, para saludar a todos.

- Hola, chicas lindas - nos recibió Laura.

Cuando Emma me visualizó, salió corriendo para que la cargara. Deposité miles de besos en sus buchitos que estaban rojitos por todo lo que había jugado y corrido.

Poch nos llevó a cenar a ambas, para luego dejarme en mi casa.

Me estaba acostumbrando demasiado a la idea de que ellas fueran parte de mi vida.

Todo Cambio Desde Que Te ConocíWhere stories live. Discover now