❄️Capítulo 49❄️

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Candy se dirigió a la primera clase que encontró para concentrar su mente en algo más que no fuese Leonard. Pero ninguna ecuación ni parte del cuerpo humano pudo sacarlo de sus pensamientos.

Había raptado a Hazel. ¿También iba a justificar aquello? Estaba mal de la cabeza. Pero es que Hazel lo había seguido, era una drogadicta y le había hecho perder el trabajo.

No.

Era él quien estaba mal. ¿Acaso no iba a aceptarlo? ¿Lo amaba tanto como para darse cuenta que había hecho algo terrible?

¿Pero qué tan terrible? Sólo la mantuvo atada mientras ella enloquecía, hasta ser dominada por la droga. ¿Y qué más podía hacer si ese era su trabajo? Así lo conoció ella. Siendo un traficante. Y así se enamoró de él. Incluso con los rumores de que era un asesino.

Por eso era que estaba mal de la cabeza.

Comenzó a llorar a mitad de la clase. No sabía qué hacer. Quería correr a los brazos del hombre que resultaba tan peligroso, aunque nunca le había hecho nada malo a ella. Era lo más complicado de olvidarlo.

Aunque fuese el villano, ella nunca dejó de ser su debilidad.

Salió de la clase con la cara cubierta de lágrimas. Caminó hasta el final del pasillo para bajar por las escaleras para que nadie la viera, necesitaba ir al baño a lavarse la cara.

Pero cuando bajaba, su teléfono sonó. Se detuvo un momento para contestar, pero cuando lo sacó del bolsillo ya se había terminado la llamada. Era un número desconocido. ¿Quién podía ser?

Continuó bajando y el teléfono volvió a sonar.

—¿Hola? —contestó con la voz trémula. Pero nadie habló del otro lado. Ella colgó de inmediato, sintiéndose nerviosa de repente y continúo bajando.

Pero el teléfono sonó de nuevo. ¿Podría ser Leonard?

Con sólo pensarlo, colgó sin contestar. Pero la volvió a llamar. Entonces contestó con furor.

—¿Quién es?

—¿Cómo es que ya no me recuerdas? —susurró el hombre en el teléfono. Candy quedó estupefacta. Un escalofrío recorrió su espalda y sintió que perdió el aliento. No había reconocido la voz. Y no tuvo tiempo de pensar antes de que él dijera—: Mira detrás de ti. —Y por reflejo volteó, teniendo sólo un milisegundo para reconocer la sudadera negra antes de que él colocará un pañuelo en su cara, asfixiándola con un sedante que la desmayó al instante.

Cayó como peso muerto, pero él la sostuvo. La subió a su hombro mientras comenzaba a subir las escaleras y descender el camino por el pasillo desolado.

Atravesando el túnel, tomó salida hasta el campus, el cuál cruzó con Candy en brazos y la capucha sobre la cabeza. No había nadie alrededor. Él tuvo que haberlo sabido. Así fue como se dirigió al viejo hotel Morgantown. Llevando a la niña tonta que una vez confió en él. La niña tonta de la que se había enamorado y luego lo había rechazado.

Hermosa Pesadilla [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora