❄️Capítulo 29❄️

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El silencio los abrazó cómo una manta protectora el resto del camino. Viento suave y frío, manos cálidas, y música muy baja, que parecía entrar por sus poros cómo pequeñas partículas en forma de dolor que llegaba hasta sus corazones.

Candy reconoció la canción que sonaba. Era la misma que había escuchado la primera vez en aquel mismo camino solitario. Ese a dónde habían ido en año nuevo.

Don't cry, snowman, not in front of me. Who'll catch your tears if you can't catch me, darling? 

Cuando llegaron a la feria dónde habían disfrutado de los fuegos artificiales, bajaron del auto y entrelazaron sus manos antes de comenzar a caminar hacia el campo.

Con los pies hundiéndose en la nieve, Candy sintió que podría recorrer el mundo entero si fuese tomada de aquella mano. Porque era la mano que la había salvado. La mano que había secado sus lágrimas y que la había levantado. No existía nadie que hubiera hecho por ella lo que había hecho Leonard incluso en las circunstancias en la que se habían conocido. Incluso por la clase de persona que decían que era.

No había nadie que fuera cómo él.

Cuando Leonard se detuvo a comprar bengalas, Candy partió a reír. Le resultaba increíble estar de nuevo allí con él. Repitiendo uno de sus momentos favoritos. Él la miró con una sonrisita cómplice, y luego comenzaron a subir la montaña de nieve dónde habían estado la vez anterior.

Al llegar a lo alto, se sentaron en el extremo uno al lado del otro. Entonces él la miró. Los ojos verdes brillaban, ardían, por encima de los moretones.

—¿Recuerdas esa noche? —preguntó con su voz ronca.

—Hmm —asintió ella, temblando por dentro, enamorada del rostro perfecto y lastimado.

—¿Recuerdas tu deseo?

Por supuesto que lo recordaba. Seguía teniendo el mismo deseo. Que todo lo malo referente a él se terminara. Y pudiera ser feliz. Feliz junto a ella.

Volvió a asentir, y él sonrió.

—Mi deseo esa noche era besarte —susurró, pasándole un mechón de cabello por detrás de la oreja—. Y no entendía cómo, por primera vez, sentía esa necesidad de alguien. Lo deseaba. De verdad lo deseaba. Pero estaba convencido de que no podía hacerlo. No podía arruinarte. Deseaba pertenecerte, pero no debía. Me di cuenta que verte feliz me hacía latir el corazón precipitadamente, y... todo dentro de mí... Yo... sentía que iba a explotar —exhaló—. Esa noche fui feliz, por primera vez en demasiado tiempo. Me di cuenta que me había enamorado de ti. Y me enojaba no merecerte. Pero luego de aquella noche que no pude contenerme... cuando te besé por primera vez... me juré que no iba a arruinarte por nada del mundo. Sólo quiero que brilles, cómo la dulce niña que eres. Quiero que brilles toda la vida.

Hermosa Pesadilla [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora