❄️Capítulo 14❄️

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Nota: El vídeo en multimedia es de la música en la que me inspiré para la escena del piano, por si quieren escucharlo mientras la leen

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Nota: El vídeo en multimedia es de la música en la que me inspiré para la escena del piano, por si quieren escucharlo mientras la leen.

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Candy había comenzado por sus ojos. Jugó con varios tonos para poder desprender el verde ardiente de la mirada de Leonard. Y para cuando dio la última pincelada, los ojos verdes reales se encontraban cerrados.

El tiempo que había pasado mirándose fijamente con él, había sido suficiente para que su corazón confesara que le gustaba Leonard. Le gustaban esos ojos. Le gustaba esa cara. Esa voz. Ese enigma. ¿Cómo podría alejarse después de ese sentimiento?

Sonrió soltando el pincel después de mucho tiempo, y caminó hacia el chico que yacía dormido en el sofá.

Se acercó poco a poco, antes de agacharse frente a él. Nunca había estado a una disposición tan cerca  para escudriñarlo. Y ahora que podía hacerlo, no lo sentía real.

Allí, tan cerca de Leonard, quien dormía con los labios sonrojados entreabiertos, pudo vislumbrar la belleza de su rostro más que nunca antes. Su cabello azabache era abundante, sus cejas pobladas, su cara blanca, muy blanca, y tersa. Como si no hubiera un rastro de imperfección posible. Y quería tocar esa cara. Acariciarla. Pero se sentía en un abismo, tan cerca y tan lejos. Con tanto miedo de perder la virtud de permanecer en ese momento que no se atrevía.

Su corazón estaba latiendo como loco por Leonard. Y no podía evitarlo.

Parpadeando suave, se sentó en el suelo frente a él y cruzó los brazos sobre sus rodillas antes de recostar una mejilla para seguir mirándolo por una eternidad más.

Y afuera el viento blandía dócil, mientras la luz de la luna seguía acompañándolos.

Leonard McKinnon no podía ser un asesino. Lucía tan vulnerable, allí dormido, agotado, que sentía una necesidad tremenda de permanecer a su lado.

Con un suspiro, fue cerrando los ojos, cayendo en un sueño profundo, feliz,  frente a su pesadilla.

No supo cuánto tiempo había pasado cuando volvió a abrir los ojos, pero Leonard la observaba fijamente.

Brincó hacia atrás sorprendida, y él no se inmutó.

—¿Por qué no te has ido? —preguntó.

Candy miró alrededor, aún era de noche, ¿cuánto tiempo había pasado? No tenía idea, pero pensó rápido qué responder.

—Tú tampoco te has ido —se aclaró la garganta.

Leonard esbozó una sonrisa ladeada con amargura y volcó los ojos.

—Yo me quedo. Siempre me quedo.

Ella lo miró con los ojos muy agrandados, sintiendo cómo se formaba un nudo en su garganta.

Hermosa Pesadilla [Completa ✔]Where stories live. Discover now