Hermosa Pesadilla [Completa ✔]

❄ Capítulo 1 ❄

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El invierno había comenzado.

Candy llegó a Cambridge sin ninguna expectativa. Sólo tenía que graduarse de medicina en Harvard como sus padres querían.

Sin embargo, lo que no esperaba, es que ese mismo día comenzaría su pesadilla.

Entró a su nueva residencia y, después de desempacar, llamó a sus padres para avisarles de su llegada. Pero ninguno contestó. Abatida, se convenció de que sería buena idea dar un vistazo alrededor, ya que ahora, por unos largos años, aquel sería su hogar.

Caminó en dirección al éste, dónde se encontraba la avenida. El clima era frío, pero aún quedaban hojas de otoño, húmedas, cayendo sobre los tejados y rodando por la carretera.

Candy miraba alrededor con las manos metidas dentro del abrigo. Las tiendas comenzaban a adornar de navidad. El mundo de hojas naranja comenzaba a teñirse de blanco.

Había caminado un largo trayecto cuando se detuvo en una librería. Era tan bonita que entró con los ojos brillando. Y cuando encontró en la sección de arte El tratado de la pintura de Leonardo Da Vinci, olvidó por completo el tiempo. Pidió un café, y se sentó a leer.

Fue hasta que le avisaron que cerrarían el local, que ella pudo apartar la vista del libro. Eran las once de la noche.

Salió a esperar un taxi, nerviosa por lo tarde que era, juzgándose por haberse quedado absorta en el libro cuando estaba en una ciudad desconocida. Pero no pasaba ningún auto. La calle estaba desolada.

Le tocó mirar cómo se marchaba el personal de la librería en su transporte. Fue cuando las luces se apagaron y quedó sola en la penumbra, que decidió caminar.

La calle estaba oscura y el frío le entumecía la cara. Respiraba entrecortadamente, exhalando pequeñas nubes de vaho. Todo su cuerpo temblaba. De frío, de miedo. Sentía que su corazón iba a estallar.

De pronto, una luz por detrás iluminó el camino frente a ella y su corazón se aceleró. Sin dejar de caminar dio una rápida mirada por encima del hombro. Un par de chicos en una motocicleta llegaban a su lado, riendo y balbuceando.

Candy soltó un grito ahogado y comenzó a dar zancadas con la cara gacha, retirándose de la orilla. Los nervios la hacían avanzar con torpeza, casi dando traspiés. El llanto subió a su garganta cuando las piernas comenzaron a dolerle. Y la motocicleta siguió avanzando a su lado.

Con el corazón acelerado, se impulsó con todas sus fuerzas y se echó a correr, pero unos brazos le rodearon la cintura y la alzaron al aire, deteniéndola en seco.

La atraparon.

Comenzó a patalear y lanzar golpes, pero el hombre la lanzó de un empujón al pavimento y le cruzó los brazos en la espalda. Candy lloró. Tanto por el dolor que le había causado, como por el miedo y la desesperación que aquel momento le generaba. Y siguió moviéndose, intentando zafarse, mientras gritaba pidiendo ayuda.