❄️ Capítulo 41 ❄️

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—No cabe duda de que él va a acecharte. Pero la verdad es que no estoy seguro si irá primero por ti o por mí. De cualquier manera, irte con Lily es la mejor decisión. También debes poner al tanto a tus padres. Lo mejor será que nosotros no estemos juntos por ahora. Aun así estaré pendiente de ti cada segundo. Y al mismo tiempo podremos saber cuál de los dos estará siendo acechado primero.

Cada palabra venía acompañada de un viento gélido que le congelaba los huesos a Candy. Sentía terror absoluto y puro. Y al mismo tiempo, en el momento menos esperado, sentía deseo.

Porque Leonard era guapo y ardiente. Y ese aspecto de molesto, de sobreprotector, le causaba avidez. Porque aquel hombre era suyo de todas formas. Podía tomarlo y no lo había hecho desde hacía demasiado tiempo.

Con ímpetu, se abalanzó sobre él, besándolo como si fuese la primera vez que besaba aquellos labios. Leonard sólo tardó un segundo entre sorprenderse y reaccionar. La tomó entre sus brazos, dejándola pequeña bajo él, porque aunque ella había comenzado, parecía que no podía dominar al hombre grande ante ella.

Luego llegó la consciencia. Candy lo apartó de encima. Leonard quedó anonadado, con los ojos entrecerrados llenos de lujuria y los labios enrojecidos, entreabiertos.

—Estamos en el medio de la calle —titubeó ella, acomodándose en el asiento mientras volteaba a la ventana.

Él se aclaró la garganta y asintió antes de arrancar.

—Cómo te decía —dijo él, cómo si no hubiese pasado nada hacía tan sólo unos segundos—, el resto del tiempo a partir de mañana, no pasaremos tiempo juntos. ¿De acuerdo?

Candy tenía la cara sonrojada. Por el beso lujurioso. Y por tener que estar lejos de él.

—De acuerdo —dijo igualmente, con los brazos cruzados—. Pero hoy... —volteó a mirarlo. La cara pálida de ojos verdes no tenía expresión.

—Hoy seamos novios. Y pasemos una noche increíble —le dio un vistazo rápido, y le tomó una mano de nuevo, entrelazándola con la de él.

Una sonrisa amplia se formó en la cara de Candy y asintió con fuerza reprimiendo una carcajada de felicidad. Y en ese momento la invadió la sensación de desolación, que la hacía preguntarse: ¿estaba bien reír? A pesar de todo lo que estaba pasando... ¿Estaba bien ser feliz como si nada?

—No te culpes —dijo Leonard como si escuchara sus pensamientos, y le acarició la mano con el pulgar—. No eres tú la que ha hecho cosas malas, así que no te castigues.

Ella lo miró, con los ojos ardiendo de amor.

—¿Y si yo fuese la mala?

—Entonces yo te castigaría —esbozó una sonrisa coqueta. Y Candy agachó la cara. Era obvio que no esperaba aquella respuesta. Leonard la miró por lo bajo pero ella no se dio cuenta. Él rió. Y ella no preguntó cuál sería el castigo.

—Hace calor —murmuró, aclarándose la garganta.

—¿Apago la calefacción? —preguntó él, natural.

—Por favor —asintió comenzando a bajar la ventanilla. El viento frío entró de inmediato, entumeciendo sus mejillas. Exhaló fuerte para que el viento se llevara su aliento. El camino era desierto. La noche comenzaba—. ¿A dónde vamos?

—Primero vamos a comer, debes tener hambre.

—Oh, sí. Se me antoja una pizza gigante.

—¿Alguien tan pequeño puede comerse algo tan grande? —preguntó él. Y Candy de nuevo se sonrojó. Otro suspiro al viento. Una nube de vaho voló hacia el camino que dejaban detrás.

Hermosa Pesadilla [Completa ✔]Where stories live. Discover now