Juegos de niños.

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⚠ este capítulo contiene violencia 


La Encargada nos guió a Cinco a mí hasta la oficina donde él trabajaría.

- Atención todos. Veis que los hermanos leyenda han regresado. Número Cinco estará aquí desde ahora y Ocho volverá a la acción. Ellos de verdad merecen vuestra admiración. - sentenció la mujer y todos los empleados nos miraron atentamente. 

Saludé a Herb con un movimiento de cabeza y Cinco frunció el ceño. 

- Ese es tu pupitre. - señaló la Encargada. 

Cinco bufó. Rodeé su cuello con mi brazo enérgicamente.

- Vamos, hermanito, no seas así. - le sacudí. - Más te vale no equivocarte en ninguno de mis encargos, o sino vendré personalmente a por ti, ¿sí?

Tragó grueso casi imperceptible, pero yo lo noté. 

- Claro, enana. - me pegó una colleja, volviendo a su compostura orgullosa. 

Los dos parecíamos adolescentes de 13 años, así que insultar mi altura fue francamente ridículo.

Le di un beso en la mejilla para luego salir de la sala seguida por la Encargada.

- Ya nos veremos, mocosa... - dijo la Encargada sonriente mientras bajábamos las escaleras. Me entregó un papel con una dirección y un nombre.

Fui sola hacia la sala de maletines, cogí uno y me teletransporté a la dirección que me habían dado. Un cielo oscuro y una suave brisa helada me recibieron amargamente.

- De acuerdo. Hora de empezar a trabajar. - susurré al aire.

Había una enorme casa estilo rural delante mío. No había ninguna luz encendida así que probablemente la mujer a la que debía eliminar estaba dormida.

"Mejor para mí"  pensé una vez forzada la cerradura de la entrada.

Entré sin dificultad alguna. Caminé lenta y silenciosamente por el comedor hasta que encontré las escaleras para subir al segundo piso. Fui hacia arriba procurando no hacer ruido.

Abrí la puerta de lo que claramente era el dormitorio principal. La mujer llamada Isabella yacía tumbada boca abajo en su grande cama, envuelta en sábanas blancas que pronto se teñirían de rojo. 

Me acerqué a su mesita de noche, sobre la cual había un libro de tapa dura. Lo cogí y vi el título. Le gustan las novelas eróticas, ¿eh?

A continuación me acerqué a la chica y le golpeé algunas veces en la nuca con el libro. Con la suficiente fuerza, claro está, para que quedara tan atontada que no fuera capaz de defenderse ante mí. Metí la mano bajo mi cinturón y saqué una navaja recién afilada. Su mango era suave y precioso. 

Sonreí cínicamente antes de agarrar el pelo rubio de la chica y estirarlo hacía arriba para obligarla a subir su cabeza. Tenía los ojos desorbitados, aunque me era difícil ver su mirada con tanto rímel. 

- Tranquila amiga, no es nada personal. - dije con voz ronca a la vez que mi navaja le hacía un corte en la garganta.

Se retorció un poco, así que reforcé mi agarre. 

Sin esperar mucho más clavé de nuevo el cuchillo, esta vez en su costilla izquierda, provocando un quejido involuntario. Lo extraje tranquilamente y solté su cabello. Isabella no podía moverse, quien sabe si por miedo o por el río de sangre que expulsaba su cuerpo. 

Me senté en la cama al lado suyo y le envolví la cabeza con la sábana, impidiendo que pudiera respirar bien. Mi cuchillo hizo un último corte profundo en su antebrazo, lo que causó varios gritos de dolor que quedaron enmudecidos por la tela. 

Tras unos minutos así el cuerpo de la fémina dejó de moverse, dejó de temblar, dejó de gritar... Supe que había realizado con éxito el encargo al levantar las sábanas y ver la expresión de paz en el rostro de la víctima. Al fin todo había acabado para ella. 

- Genial. - dictaminé volviendo sobre mis pasos al piso de abajo.

Fui a la cocina, abrí la nevera y vi un trozo de pastel con crema. Lo tomé sin pensarlo y corrí hasta el maletín que estaba en el sofá. Me teletransporté a la Comisión y fui directa a la oficina de Cinco, para enseñarle el postre.

- ¡Mira, mira! - chillé haciendo que todos me miraran asombrados y asqueados.

Isabella me había salpicado de su líquido carmesí por todo el cuerpo y en consecuencia Herb y sus compañeros me observaban aterrados.

- ¿Se lo has robado a quien has asesinado? - preguntó Cinco sonriente. 

- Algo así. - dije comiendo un poco. 

Mi hermano dijo que hoy comería con la Encargada y decidí unirme al plan. Fuimos hacía allí bajo algunas miradas atentas, pero bien despreocupados. 

Número Ocho. || [ᴄɪɴᴄᴏ ʏ ᴛᴜ́] ♥︎Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang