10. Que la suerte te acompañe

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—¡Arriba, T/n, despierta! — gritó Klaus en el oído de la peli__ sacudiendo sus sábanas hasta hacerla caer de la cama. La chica despertó de golpe.

—¡Ya... ya estoy! — habló saliendo del envoltijo de telas con voz adormilada y vista desenfocada. 

Se tomó unos segundos para situarse. El número cuatro sonrió ampliamente a su lado. 

—¡Vístete con ese uniforme de ahí, y baja a desayunar! ¡Hoy es tu primer día de entrenamiento!

T/n abrió los ojos de sorpresa. Era cierto, Lunes a primera hora, su primer entrenamiento con sus hermanos. Recordó las palabras de Cinco: "cuando empieces los entrenamientos, esfuérzate." 

Lo haría. Se esforzaría por demostrarle a Reginald que no se había equivocado al adoptarla.

—Vale, gracias por levantarme Klaus.

—No tardes.

El nombrado se marchó del cuarto despidiéndose con un movimiento de mano. T/n quedó a solas, y se cambió de ropa. El uniforme de entrenamiento era de una pieza entera, y de color turquesa. Se alegró de poder vestir algo que no fuera una fea falda de cuadros.

Bajó a desayunar y se asustó al ver que era la última, ya que todos estaban allí ya esperando a la aparición de su padre para empezar a comer. Se puso detrás de la silla que le correspondía, al lado de Klaus y de Luther, sin decir nada, y aguardó un par de segundos. Reginald caminó hasta llegar a la mesa. Encendió un aparato, donde siempre reproducía aburridos monólogos para escuchar mientras comían, y puso un discurso al que ni T/n ni sus hermanos prestaron atención. 

—Sentados. — ordenó el viejo con voz firme y tan careciente de emoción como siempre.

Todos se sentaron y empezaron a comer con tranquilidad. El desayuno eran huevos fritos con beicon, cosa que T/n no había probado en su vida hasta ese momento, pero que calificó como deliciosa. Realmente la comida de Grace era la mejor...

Cuando ya hubieron acabado todos, Reginald les permitió levantarse de la mesa, y fueron a lavar sus manos y caras antes de salir al jardín interior para el entrenamiento.

—Veinte minutos, a velocidad 65%. 

Todos menos T/n asintieron, y empezaron a correr sin aviso alrededor del jardín entero. 

—¿Qué... estamos haciendo?

—Tenemos que trotar veinte minutos a ritmo suave. 

T/n jadeó alcanzando a Klaus. 

—¿Esto es ritmo suave? — preguntó con voz agitada.

Klaus se rió, y Ben también a su lado. —¿Qué te pasa? ¿Es que nunca has corrido? 

—No es una de mis pasiones. — admitió la oji__ con vergüenza.

—Amiga, que la suerte te acompañe. — Diego se metió en la conversación sin dejar de correr, palmeando la espalda de la nueva.

Número Ocho. || [ᴄɪɴᴄᴏ ʏ ᴛᴜ́] ♥︎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora