- Vendetta -

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- Estaba muy bueno, señora Liss. - la felicité. - Muchas gracias.

- Oh, no hay de que T/n. - sonrió en un gesto maternal.

El sheriff, su mujer y yo disfrutábamos de una cena en el salón principal de la casa de Jopper. Me levanté de la mesa porque ya había acabado y tras abrazar a la pareja, subí a mi cuarto a continuar con mis investigación, que cada vez avanzaba más. 

- Tiene que ser eso. - reflexioné en voz alta mientras hacia levitar el cuaderno por toda la habitación. 

Lo dejé sobre la cama y entonces se me ocurrió una cosa. 

- ¿Qué tal si proyectara mi conciencia hacia adelante en una versión de mí en estado cuántico suspendido? Existen a través de cada instancia de tiempo. - hablé con aire experto mientras lo anotaba todo y mis ojos brillaban. 

Luego levité mientras el color rojo de mi aura se intensificaba. Concentré mi energía en crear un pequeño agujero de gusano, probando que mi teoría era correcta. Esto sucedió, pero el tamaño del agujero era el de una pelota de golf, y apenas duró un minuto. 

Bufé irritada y me dejé caer en la cama. Después de varios intentos me sentía verdaderamente agotada. Los agujeros consumían una cantidad impresionante de mi energía, quizás por el hecho de que no era mi superpoder. 

Aún así por dentro me sentía satisfecha. ¡Al fin podía volver a casa! Me levanté de golpe y caí en decírselo a Jopper. Salí de la habitación corriendo y bajé las escaleras al piso de abajo hacia el comedor, pero escuché fuertes ruidos que me indicaron que algo iba mal. 

- Vaya, vaya - susurré burlona trazando un plan mental.

Bajé poco a poco, silenciosamente. Escuché parte de la conversación que un individuo corpulento y encapuchado mantenía con el sheriff, quien le miraba desafiante.

- Vendetta, señor desgraciado. - dijo el hombre con acento italiano mientras apuntaba a Jopper con una pistola.

Los sollozos de terror de Liss resonaban en toda la sala. Ella estaba escondida en la cocina, aunque bien se sabía que estaba ahí.             Me arrastré hasta ella mientras algunos hombres más, también encapuchados, entraban en la casa y apagaban sus luces, haciendo toda la escena aún más terrorífica.

- Shhh, shhh. Liss, tranquila. - traté de calmar a la mujer del sheriff, aunque sin éxito. - Confía en mí, todo saldrá bien. No temas. 

- Dan... - tartamudeó ella limpiándose las lágrimas derramadas por el miedo a perder a su marido.

- No te preocupes, - miré a Jopper, quien levantaba ambas manos en señal de derrota frente a los encapuchados. - yo le ayudaré.

- ¡Estás loca! - sollozó Liss sin poder contener el llanto.

Me suplicó que me quedara con ella, que no la abandonara, pero yo insistí en salvarle el culo a Jopper. 

- Prometo que saldremos de esta. - sonreí tranquilizadoramente, pero Liss apartó la mirada. 

Me acerqué por detrás a los encapuchados y estos alertaron al líder.

- ¿Qué hay idiotas? 

- ¿Quién esa? - preguntó el líder a Jopper. Su acento italiano y su mal español eran notables. - ¡Contesta sheriff!

- No te importa. - repliqué. - Solo te importa el hecho de que voy a matarte.

- ¿Niña? ¿Matarme? - Y se echó a reír junto al resto de los encapuchados. 

Mis ojos se tornaron rojos, y sonreí mientras sus caras dejaban de ser burlonas. 
Ya se pueden imaginar la pelea, algo así como: puñetazo, patada en las partes nobles, esquivo, levito, patada, etc.
Cuando solo quedaba el líder en pie me enfrenté a él cuerpo a cuerpo, hasta que el hombre sacó una daga y consiguió clavarla en mi abdomen.

Jopper quiso ayudarme, pero el tipo no le dejó. Mientras tanto me retorcí de dolor en el suelo, observando la escena y sintiéndome impotente.
Todo estaba borroso, Jopper luchaba contra el ladrón.
De repente, disparos. Un grito femenino causó un escalofrío que me recorrió la espalda. Alcancé a ver tres balas que llegaron a Liss, haciéndola caer al suelo.

Jopper fue a por ella, olvidándose de mí. El hombre encapuchado escupió a centímetros de mi cara, me agarró por el cuello y me pegó varios puñetazos mientras las lágrimas no dejaban de brotar. Le azoté una patada fuerte, dejándome algunos segundos para levantarme y usar la daga que continuaba enterrada en mi abdomen para defenderme de aquel asesino.

Pues eso era. Un asesino. 

Al ver que su mujer había muerto, Jopper se acercó violentamente al hombre y pelearon hasta que el encapuchado disparó con su último aliento. 

- ¡JOPPER! - grité llorando. 

El sheriff cayó al suelo. Le habían dado en la pierna y perdía mucha sangre.

- Jopper, levanta. ¡Hay que ir al hospital! - dije entre sollozos. 

- Vuelve a tu casa, pequeña. Vete. - dijo en tono débil. - Este no es tu sitio. 

- No te dejaré así. - negué. 

- ¡Vete! 

Y lloré.

- T/N. 

Con la energía que me quedaba grité concentrando mis poderes. El rojo me envolvió hasta levitar un poco y sentir que todo a mi alrededor desaparecía. 


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Aterricé en el suelo de mi habitación. Miré a mi alrededor y vi que estaba en la academia Umbrella de nuevo. 

Fui a la sala sin dejar de llorar y con la mano en el abdomen, por donde la sangre seguía saliendo. 

- ¡¿T/n?! - dijo la voz de Luther llegando y cargándome. 

Casi desmayada me llevó ante Reginald, Grace, Pogo y el resto de mis hermanos.

Ni Ben ni Cinco se encontraban presentes. 

- ¿Dónde está Cinco? - pregunté casi en un susurro. 

Klaus me acarició, derramando una lágrima. - Aún no ha vuelto.

- ¿Y Ben? 

- ...

- Chicos. - me quejé.

Reginald intervino.

- Número Ocho, tu hermano....... tu hermano está muerto.

Número Ocho. || [ᴄɪɴᴄᴏ ʏ ᴛᴜ́] ♥︎Where stories live. Discover now