09. Los pasos prohibidos

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—¿Qué dices?

—Lo que oyes. ¿No era yo a la que llamabas sorda?

Cinco miró a T/n. Su pelo flotaba, su sonrisa burlona se le hacía... atractiva, sus ojos estaban brillosos de reír...

—No sé bailar.

—Oh, yo tampoco.

—¿Entonces?

—Aprendamos juntos. 

—¿Ahora?

—Ahora.

T/n agarró la manga del uniforme de Cinco y le hizo girar en el aire. El chico reprimió una carcajada.

Estiró de los hombros de la chica hacía él para atraerla, y alzó la barbilla.

—Aunque no sepa, lo haré mejor que tú. — dijo con voz segura y arrogante.

T/n entrecerró sus ojos. 

—Sigue soñando.

La chica hizo movimientos circulares con sus hombros y movió las manos de un lado a otro. Con ayuda de su poder asentó los pies en el techo y empezó a dar vueltas y a taconear a pesar de estar descalza. Cinco se rió ante eso. T/n dio palmadas al ritmo de la voz femenina que cantaba.

Cinco también bailó sobre el techo, dando algunos giros sobre si mismo, desequilibrándose y estallando en carcajadas en el proceso. T/n quedó anonadada con el dulce sonido de su risa.

—¡Vamos, Cinco! — le puso en pie y agarró las manos del contrario para poner en su espalda justo por encima de su cintura. Puso sus brazos rodeando su cuello.

Sin saber como bailar, empezaron a dar vueltas. Se rieron.

Cinco susurró al oído de la chica, como le había visto hacer con Diego aquella mañana, unos versos de la letra de la canción.

I think we're alone now⁓. — su voz ronca causó mil y una reacciones impensables en la fémina.

Le dio unas vueltas a su hermano para esconder su cara color tomate. Si alguien la viera apostaría porque tenía fiebre alta.

Cinco llevó la mano de T/n a seguir bailando por las paredes pintadas de turquesa de su cuarto.  El olor a café invadía sus fosas nasales, mezclándose con un aroma a jazmín que provenía de la nueva. Probablemente una colonia que Allison le habría dejado.

Siguieron balanceando sus cuerpos cada vez genuinamente más cerca, casi sin darse cuenta. Sus miradas estaban conectadas permanente, no dejaban de mirarse, temiendo que si lo hicieran una oleada de vergüenza les invadiera y dejaran de disfrutar de aquel hermoso momento.

Parecía irreal que se conocían de hacía tres días.

Estaban muy cerca. Demasiado cerca.

Cinco alejó su cuerpo pero no soltó sus manos.

La canción ya estaba llegando a su fin. Hizo a T/n girar sobre si misma, y finalmente ambos posándose en el verdadero suelo, improvisaron algunos pasos inventados hasta que se acabó la música. 

T/n empezó a reírse. Cinco se contagió de su risa. Su bonita risa.

Se tumbaron en la cama del azabache.  

—Como le cuentes a alguien esto, te mato. — dijo Cinco mirando al techo.

—¿El qué? ¿Qué se te da fatal bailar? — rió T/n imitándole.

Se burlaron mutuamente durante un rato, hasta que la chica bostezó.

—¿Te aburres? ¡Pues vete ya y déjame en paz! — bromeó su hermano revolviéndole el pelo bruscamente.

T/n se rió.

—Es que usar tanto mis poderes me cansa mucho, tonto. Cuando estaba en el orfanato me la pasaba el día durmiendo-

Se dio cuenta de que era la primera vez que mencionaba su origen a alguien de su nueva familia. El resto de palabras se quedaron atoradas en su garganta.

—Así que... 

—Sí.

Todavía miraron al techo.

—Me preguntaba de donde habías salido.

T/n chasqueó la lengua. 

—No es nada que esté orgullosa de contar.

—Tranquila, no voy a interrogarte. — Cinco usó su sarcasmo para ocultar la sorpresa de la revelación de la chica.

Ella le miró incorporándose. 

—¿Es por qué no quieres saber o por qué?

—Me acabas de decir que no quieres hablar de ello. — Cinco se incorporó de igual manera y le dio un golpe no muy fuerte en la cabeza. — Algunos no somos tan entrometidos como tú.

Ella sonrió a un lado.

—Soy la nueva, tengo excusa para asaltar tu dormitorio.

—No, no la tienes.

—Claro que sí, pitufo cascarrabias.

—Que no, y no me llames así. — Cinco volvió a golpearla, esta vez con menos suavidad que antes.

—¡Au!

—Te lo mereces.

Se volvieron a acostar sin mirarse y quedaron en silencio durante un largo rato.

Demasiado rato, en opinión de Cinco. Miró a la chica con confusión. T/n callada era algo que no había visto todavía.

Descubrió lo que temía. —Joder.

La joven permanecía con los ojos cerrados y los mechones de pelo sobre la nariz. Se había dormido. Cinco puso los ojos en blanco y tocó su brazo para teletransportarse junto a ella a la habitación al lado de la suya. 

Dejó con delicadeza extrema a T/n en su cama y aprovechó para hurgar un poco entre sus cosas. Todo estaba casi igual de ordenado que en su dormitorio, pero la gama de colores era distinta, y la chica tenía muchos libros. Muchísimos libros. 

Se lo comentaría a Ben, probablemente se llevarían fantástico gracias a eso.

Antes de decidir que no valía su tiempo y se iría a su habitación, se giró una última vez hacia la chica. Observó su expresión relajada y su respiración calmada y profunda. Sonrió.

Al darse cuenta frunció el ceño y cambio su cara a una de disgusto. ¿Por qué había sonreído? 

Rodó los ojos sin querer pensar en eso y se marchó del cuarto dejando la puerta medio abierta.

Número Ocho. || [ᴄɪɴᴄᴏ ʏ ᴛᴜ́] ♥︎Where stories live. Discover now