15. Pesadillas

957 51 0
                                    

Al salir de la playa los Hargreeves fueron a Griddy's Dounughts. Era un local grande con una barra colorida, muchas mesas y camareras vestidas de rosa que atendían a la gente. Estaba algo concurrido, pero Allison localizó una mesa libre en una esquina.

Diego se sentó junto a T/n, quien estaba entre él y Klaus. 

—Luther, yo quiero una limonada —dijo Allison.

—¡Yo un Puerto de Indias!

—Nada de alcohol, Klaus.

—Aguafiestas —murmuró el chico—. Entonces un café con leche.

T/n estaba algo confundida pero aquello le hizo gracia.

—Yo lo mismo que Allison —habló Diego con pesadez.

Todos miraron a la Número Ocho.

—¿Qué? Oh. —Ella se rascó la nuca. Sin saber que pedir, recordó el olor que había asociado a su nuevo hogar, y decidió probar aquello que cierto azabache decía amar.— ¿Un café... negro? ¡Frío!

Klaus frunció el ceño casi imperceptiblemente. Le pareció algo extraño, otra persona con los mismos gustos que Cinco.

Luther asintió, y llamó a una camarera. Era una mujer de pelo rubio recogido en un moño. Su sonrisa era amable y una libreta pequeña reposaba en sus manos. Una placa en su pecho indicaba que su nombre era "Agnes".

Luther pidió todas las cosas que habían dicho sus hermanos, y un refresco para él. Agnes asintió y se marchó después de que pagaran. 

—¿Te ha gustado la playa? —preguntó Klaus a T/n con voz curiosa.

—La verdad sí —respondió ella materializando una sonrisa.

—No me imaginaba que te gustara el café —intervino Allison.

T/n se aclaró la garganta con nerviosismo. Por alguna razón, que sus hermanos se enteraran de que había decidido probar aquella bebida porque la imagen de Cinco le había dado ganas de hacerlo, le daba mucha vergüenza. Sentía un pequeño hormigueo en su estómago, y una vocecita en su cabeza que susurraba el nombre del ojiazul.

—Bueno, eh, pues no lo he probado nunca, pero me dieron ganas de hacerlo —explicó ella ruborizándose ligeramente. 

Los chicos asintieron con una sonrisa comprensiva.

Agnes regresó con los cafés, las limonadas y el refresco. T/n observó el café con hielo en su vaso frente a ella con emoción. Inspiró su aroma primero y después suspiró. Se llevó el primer sorbo a la boca con temor.

El líquido rozó sus labios enfriándolos. Bebió un poco degustándolo y sintiendo como un pequeño ardor perseguía la bajada del café por su garganta. Tenía un gusto amargo y excitante. Sus ojos se abrieron. Sin querer, imaginó aquel como el sabor de los labios de Cinco.

T/n resopló con incredulidad, ¿pero qué cosas estaba imaginando? ¿Era tonta o qué? Si alguien se enteraba de que aquel pensamiento le pertenecía a la parte más retorcida de su mente, ella moriría de vergüenza. 

—Está muy bueno —admitió hablándole a Klaus. Dio otro sorbo distrayendo su mente de más estupideces.

—¿Sí? Me alegro de que te guste. —El Número Cuatro sonrió y llevó su mano a la cabeza de la chica en un gesto cariñoso. La palmeó un par de veces y la regresó a aguantar su taza, ya que se disponía a beberse su café con leche de un solo trago.

Luther chasqueó la lengua bebiendo de su zumo tropical.

—No podemos tardar mucho en regresar o Pogo nos regañará —dijo con tono responsable.

Número Ocho. || [ᴄɪɴᴄᴏ ʏ ᴛᴜ́] ♥︎Où les histoires vivent. Découvrez maintenant