- Dallas, 1958 -

494 24 0
                                    

Cerré los ojos sin dejar de gritar. Vi a través de mis parpados un destello azulado, característico de los saltos espacio-temporales de Cinco, e inmediatamente sentí como caía. Me di de bruces contra el suelo frío y sucio, tosiendo y haciéndome un daño intenso. 

- Mierda. - me quejé, levantándome a duras penas del suelo. Miré a mi alrededor con rapidez, el cielo estaba oscuro y yo estaba sola. 

Me encontraba fatal y un dolor agudo se hizo presente en mi piel. Ardía, y de las rascadas que me había hecho en la caída brotaban hilos de sangre.

- ¿Cinco? - tartamudeé recordando el agarrarme a su chaqueta antes de haber acabado... aquí. Espera, ¿dónde es aquí? - ¡Cinco! ¿Estás ahí?

Estúpida, comprendí que no había nadie. Mi hermano había desaparecido.

- ¡Genial! No le bastaba con mentirme, sino también abandonarme en yo que sé que año en el futuro. - exclamé sarcástica, derramando una lágrima de desesperación. ¿Qué iba a hacer yo sin él? Yo no tenía la capacidad de viajar en el tiempo. ¿Dónde y cuándo había acabado?

Ahogué un grito de frustración y me concentré en mi dolor. Mi pelo se balanceaba con la corriente de aire. Me recorrió un escalofrío mientras más lágrimas salían de mis ojos. No iba a quedarme en el suelo, ya era de noche, una noche estrellada y congelada. Me puse en pie con un esfuerzo sobrehumano, y maldecí todo ser viviente en este mundo al mancharme más aún de sangre.

- ¿¡Quién anda ahí?! - preguntó precavida una voz ronca a mis espaldas.

Apenas me volteé, distinguí una persona, un hombre, sujetando una linterna con la que me enfocaba. Retrocedí algunos pasos y me coloqué en posición defensiva, ignorando completamente el dolor de mi cuerpo.

- Quédate quieta. - dijo el hombre con tono autoritario y notablemente confundido de haberse encontrado una niña sola, en un callejón. Apenas se veía nada a la luz de la luna, así que no podía verle la cara. - ¿Quién eres, pequeña?

No iba a identificarme ante un individuo desconocido del cual ni he visto los rasgos, y que encima no es ni de mi época. 

- Para empezar ya soy señorita, y que hace pensar que voy a decir quien soy? - respondí ladeando la cabeza.

- ¿Estás... sola? - me ignoró. Oh no, ¿y si era una acosador? O un secuestrador. ¡Mierda! Yo ya me imaginaba siendo violada. Ay no, por favooor. Sentí miedo, pero no lo demostré.

- ¿Y tú quién eres? - pregunté simulando despreocupación. 

- Yo pregunté antes, pequeña.

Agh, que rabia que me llame así. Puse cara de molestia, cuando la nube que tapaba la luna se disipó. Ambos vimos mejor nuestras caras y cuerpos, que se iluminaban. El hombre me miró con cierta angustia.

- ¿Estás herida? - preguntó con voz un poco temblorosa. Mi cara se tornó insegura.

- Yo... yo... - Retrocedí más pasos hasta chocar suavemente con una pared de ladrillo detrás mío. No, joder, no. ¿Y si ese hombre me hacía algo malo? Yo me estaba mostrando vulnerable. 

¡Aaaa! ¡Te odio Cinco!

- Eh, tranquila. - avanzó un par de pasos extendiendo su mano hacía mí. Su voz sonaba relajada y leí su mente. Era de fiar. Suspiré internamente de alivio. - Puedo ayudarte?

- No es necesario. - dije esforzándome por convencerle de que desangrarme no es para tanto. Aunque ni yo me creía eso. De hecho, me estaba mareando.

- ¿Segura? - preguntó él, haciendo obvio que necesitaba su ayuda. Alzó una ceja y yo me di por vencida.

- A lo mejor no me vendría mal un hospital cercano. 

- De acuerdo, pues a la enfermería. - esperó a que yo me acercara a él. Y así hice, dejando que un desconocido me ayudara a caminar hasta el hospital. 

A medio camino yo ya no podía continuar. Todo daba vueltas a mi alrededor y me sentía débil. Asqueroso viaje en el tiempo.

- Estoy bien. - hablé entrecortada, tosiendo sangre en el suelo. 

- Joder. - el hombre me agarró y me cargó. - No pasa nada, llegaremos antes de lo que crees.

- ¿Por qué me ayudas? - le pregunté mientras sentía brisa fresca en mi cara, aunque no me encontrara mejor. 

- Ese es mi trabajo, pequeña. - contestó él sonriendo levemente. Fue lo último que escuché antes de desmayarme en sus brazos.

Número Ocho. || [ᴄɪɴᴄᴏ ʏ ᴛᴜ́] ♥︎Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz