Capítulo Diecinueve: Enfrentando la verdad

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Era de madrugada y Rubí no lograba reconciliar el sueño. Se movía en la cama que le habían prestado, sin poder dormirse. Deseaba hacerlo, harta de abrir sus ojos y mirar la hora. Su mente no dejaba de mostrarle los rostros de los suyos, cosa que la ponía muy nerviosa. Apoyó suavemente su cabeza sobre la almohadilla, escuchando su respiración y no las goteras del techo.

Comenzó a sentir un aroma extraño.

Sin pensarlo mucho, abrió sus ojos acariciando las sábanas de terciopelo. Intentó gritar al ver el humo morado, pero algo cerró sus ojos, dejándola sin escapatoria.

Rubí había logrado dormirse.

No estaba teniendo ni una pesadilla, ni un sueño al dormirse. Sino, un recuerdo lejano. Ella misma sentía como algo pesado sobre sí misma ¿estaba en pijamas en un coche?

Sus piernas la hicieron moverse al bajar del vehículo, ella miró hacia el restaurante que tenía en frente. Chocó con varias personas por andar distraída, incluso llegó a mirar al peluche en sus manos; un conejo.

—Disculpe—llamó a un hombre con traje, él la miró con un ceño fruncido. —¿Emily?

El hombre le señaló una mesa, ella asintió comenzando a correr hacia allí. Las personas la veían de forma extraña, Rubí no iba a negarlo, estaba en pijamas.

—¡Herny!—chilló, el mencionado dejó de hablarle al acompañante que tenía, para mirarla de la misma forma que los demás.

Los ojos de Rubí miraron al hombre que acompañaba al Emily, quien parecía mirarla de forma curiosa.

—¿Qué haces vestida así?—le preguntó Herny, en un murmuro. Se había levantado del asiento.

La pelirroja se miró a sí misma. —Ah... Me desperté algo tarde.

Él suspiró.

—Ya no importa, ven, siéntate—ofreció, ella asintió. Herny miró a su acompañante. —Ella es Rubí, Rubí, William Afton.

Cuando pronunció quien era, la presente Rubí apretó sus dientes.

Él hombre se levantó del asiento y saludó a la pelirroja con un apretón de mano, cosa que a ella le dio una oportunidad para observarlo. Vestía de un traje azabache, pero con una corbata morada, sus orbes esmeraldas se quedaron fijos en los azules.

Los tres se sentaron en la mesa, Rubí estaba ligeramente nerviosa e incómoda por la presencia del hombre.

Henry le había mencionado algo al respecto sobre él, su futuro socio. Un hombre importante de la ciudad. Rubí se aburrió un poco al escuchar su historia, pero al verlo parecía transmitirle un misterio grande.

A Rubí le pareció una noche intensa y aburrida, la cual solamente estuvieron hablando ambos futuros socios de negocios, y más negocios. Ella estaba muy concentrada en estar jugando con su tenedor, hasta que Herny se levantó con la excusa de ir a atender una llamada.

Cuando ella alzó su mirada hacia el Afton, al parecer le sonreía con curiosidad, ella también sonrió.

La presente Rubí se removió en la cama, aún dormida aplastó sus dedos en su cabeza, con dolor.

Ahora pasó un nuevo recuerdo, el de su boda. Rubí se miraba en el espejo, con nervios y llena de incertidumbre ¿en serio se estaba casando? Notaba un pequeño bulto en su estómago, fue allí que entendió grandes cosas. Sonrió con ternura, sus mejillas estaban teñidas en un tono rosa.

—¿La novia ya está lista?—preguntó alguien, ella se volteó a ver.

Era Henry, apoyado en la puerta manteniendo una sonrisa y teniendo puesto un traje elegante. Rubí apretó sus labios, conmovida.

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