Capítulo Doce: ¿Qué eres?

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Rubí se sentó junto a los demás, no habían luces algunas, solamente la luz solar había dado la luz que hace rato se retiró. Juntaron maderas y hicieron una fogata dentro, procurando no incendiar nada, se mantuvo precaución. Ahora mismo, el silencio reinaba en el lugar, y también la incomodidad.

Los tres parecían mirar atentamente hacia el fuego, parecía hipnotizados por él. Incluso Rubí llegó a sentir los secretos que se guardaban entre ellos.

—Deberíamos de estar muertos... —comentó Charlie, los ojos del conejo brillaron de un color rojo.

Rubí lo miró con el ceño fruncido, en serio le aterrorizaba el Afton.

—Deberíamos de estar buscando el fallo—comentó Herny, abrazándose con frío.

—No hay luz para eso—le respondió su hija. Miró al conejo. —Y no estaré con él en la oscuridad.

—¿Por qué no?—preguntó William. —¿A qué le temes?

—No por mí—dijo, mirando hacia Rubí.

El conejo sonrió. Su sonrisa parecía aún más terrorífica, cuando la luz del fuego se iluminó sobre él.

—Oh, la pequeña Charlie preocupada por su amiguita, adorable—exclamó, Rubí lo miró con los labios entre abiertos, sintió aquellos ojos rojos sobre ella. —No voy a hacer ninguna locura.

—¿Y ahora qué te ha picado?—preguntó Herny, el conejo se levantó bruscamente, agarrando una madera iluminada por el fuego.

Herny y Charlie lo imitaron, a la pelirroja no le quedó de otra que seguirlos. Se metieron por un camino iluminado solamente por el fuego que traían, ellos empezaron a alejarse, mientras que Rubí los veía irse lentamente. Intentó seguirles el paso, pero se topó con una pared que la hizo confudirse, al volver hacia el camino; ellos ya no estaban.

Giró sobre sí misma, perdiéndose dentro de la oscuridad.

Podía ver entre ella, parecían ser que las lentillas que se puso estaban hechas con una tecnología bastante avanzada. Estiró sus manos, procurando no chocar con nada.

Avanzó hacia el inicio, en donde se encontró con la fogata. Se sentó sintiendo su calor sobre sus palmas, Rubí atrapó a la mochila y la abrazó.

Cerró sus ojos por unos segundos, imaginando no estar sentada allí.

Miró nuevamente hacia el fuego, escuchando sonidos metálicos atrás de ella. Lentamente volteó su cabeza hacia esa dirección, notando como no había nada. Volvió su mirada hacia el calor, concentrándose de no llenar su mente con temor.

Aléjate de ellos—escuchó que alguien susurraba, una niña.

Rubí se levantó de golpe, cada respiración que tomó se concentró en sus pulmones. Se puso la mochila, mientras miraba hacia todas partes.

—¿Quién dijo eso?—preguntó, no recibiendo respuesta.

Alguien corrió por detrás del fuego, Rubí giró sus talones, irguiendo su espalda.

Sus labios dejaron escapar un grito desgarrador, cuando ambos orbes esmeraldas miraron hacia la cosa que tenía en frente. Llena de cables, partes de animatronicos y como uno de ellos era el líder.

Rubí cayó al suelo, una vez que intentó retroceder. Con unos cables sujetaron su pierna, jalando su cuerpo hacia la cosa. Ella trató de agarrarse de las maderas sueltas, pero una de ellas se salió y empezó a exparcir un poco de fuego.

—¡No, no, no!—chilló, la cosa empezó a arrastrarla hacia él. —¡Charlie! ¡Herny! ¡Alguien!

No te preocupes, nosotros cuidaremos muy bien de ti—dijo la cosa de cables, Rubí lo miró con una expresión de horror.

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