No tardé en bañarme —no había recordado traer agua del río la noche anterior, pero supuse que Alhaster lo había hecho por mí— y cambiarme de atuendo. Debieron ser casi las seis de la mañana cuando Lu ingresó por la puerta.

—¡Ilora! —gritó Lu al asomarse por la puerta, pero tuvo que detenerse al notar que estaba lista para recibirla—. Vaya, sí que estas tomándotelo enserio.

—Ya ves, quiero ser aceptada por ustedes —afirmé y fue evidente la forma en que su positiva impresión fue retirada de su rostro dejando, una vez más, a la Lu de todos los días.

—Hoy es un día en el que la manada se mantiene más unida que nunca, imagino que entenderás el motivo —Asentí. No podía imaginar lo vulnerable que todos se sentían al perder su magia. Aunque tenía que admitir que yo me sentía igual, quizá porque había vivido dieciocho años de esa forma—. Así que harás labores solo dentro de nuestro territorio y ayudarás en el cuartel de entrenamiento.

—Perfecto —finalicé y salí la puerta, encontrándome con un elfo sin sus puntiagudas orejas. En la tierra el sería un modelo famoso, de eso estaba segura—. Hola Castiel, te sienta bien la forma humana.

—No me sorprende, soy perfecto en todas las formas posibles —Y ese dialogo me era tan familiar—. Vi un rubio siendo perseguido por Yamato, ¿ese era Alhaster? —indagó al caminar junto a mí en dirección a la puerta de salida.

—Sí, ¿guapo, cierto?

—Supongo que está bien, aunque no supera mi encanto natural, por supuesto —afirmó con una sonrisa ladeada.

Ambos salimos de la estancia, observando a varias personas caminando de un lado a otro a pesar de la hora. Era extraño no ver lobos, y aun más lo era el notar que Lu, quien siempre parecía ocupada, jugaba con Brennan alrededor de las piedras y sobre las cenizas del fuego de la noche anterior. Era tierno ver su vínculo, en especial al saber que habían permanecido separados durante años, debido al destierro de Brennan. Esa era una historia que sin duda esperaba conocer en el futuro cercano.

—Castiel —intervino un alegre Alhaster al tomarme de la mano con fuerza y atraerme hacía sí. Necesité de dos segundos para darme cuenta de que mi pecho estaba contra el suyo y mi rostro a escasos centímetros de su cuello—. Hoy la escoltaré yo.

—Está bien —aceptó, demasiado rápido para ser normal y tomó mi mano, la que no descansaba en el pecho de Alhaster, para dejarme un delicado beso en el dorso de esta—. Iré a molestar a Cassie un rato, cuídala.

—Con mi vida —aseguró con una sonrisa para bajar su mirada hacia mí. A diferencia de las dos anteriores lunas menguantes, esta vez se mostraba más intenso. Una de sus manos descansaba en mi cintura y con la otra acarició mi mejilla. No podía moverme y mucho menos respirar, era un contacto demasiado personal y, aunque era consciente de que no estábamos solos, sentía como si solo fuéramos los dos—. Respira, princesa, tenemos un largo día.

—¿Qué has hecho con Haru? —pregunté con una sonrisa, sintiendo un escalofrío cuando la mano que mantenía en mi cintura se movió con delicadeza a mi espalda, dándome más libertad de su férreo agarre.

—Me cuesta contenerme... —murmuró al soltarme y sonrió como si acabara de recordar que le había hecho una pregunta—. Yamato fue por la sirena. El río cercano no es territorio para ella, así que tendrá unas cuantas horas de viaje. Quizás alcance a verla un par de horas.

Sentí un nudo en la garganta al ser consciente de la imposibilidad de ver a mi madre y me arrepentí por no haber cuestionado a mi padre para seguirlo en su viaje. Necesitaba a Eu Sung. Solo ella podría ayudarme a aclarar muchas de mis dudas; eso y que quería ver de nuevo una de sus sonrisas de aliento. Quizá escucharla cantar.

CDU 2 - El legado de Faedra [GRATIS]Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ