Caminaba por los viejos cuartos de sus hijas la mayor de la casa algo cansada.
El años que habían pasado dejaron un par de secuelas en sus hijas y todas parecían reaccionar de maneras diferentes a su regreso después de tanto.
Sentía que las cosas no eran diferentes a cuando estaba a su lado, el único cambio era que todas parecían reaccionar con miedo de perderla por el momento,
Por lo cual no la dejaban salir de la mansión hasta que fuera seguro según ellas.
Lo entendía, las había extrañado mucho y sabía de qué ellas debían estar más que afectadas por lo cual no se quejaba pero con tanto tiempo encerrada estaba empezando a cansarse de ello.
Varios minutos pasaron en la habitación de su hija menor hasta ver algo que le pareció melancólico.
El lugar donde hace mucho su niña había dejado la carta para que leyera después de su muerte, la curiosidad de que había detrás del lugar que era diferente por un nuevo cuadro con su retrato pintado a mano ganó.
Al levantarlo un poco vio un sobre de nuevo teniendo un muy mal presentimiento de lo que estaba escrito dentro por su hija.
Pero no pudo evitar tomar la carta para revisarla y saber que su hija estaba ocultando desde que llegó.
El silencio en ella era raro, y eso le estaba asustando, tal vez ese papel tenía la respuesta.
𝓜𝓪𝓶𝓪́.
𝐶𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑠𝑎𝑝𝑎𝑟𝑒𝑐𝑖𝑠𝑡𝑒 𝑑𝑜𝑙𝑖𝑜́ 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜, 𝑒𝑙 𝑑𝑜𝑙𝑜𝑟 𝑒𝑟𝑎 𝑚𝑢𝑦 𝑑𝑖𝑓𝑒𝑟𝑒𝑛𝑡𝑒 𝑎𝑙 𝑞𝑢𝑒 ℎ𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑜𝑐𝑖𝑑𝑜 𝑒𝑛 𝑡𝑜𝑑𝑎 𝑚𝑖 𝑣𝑖𝑑𝑎.
𝑁𝑜 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖́𝑎 𝑒𝑙 𝑐𝑎𝑙𝑜𝑟 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒 𝑠𝑎𝑙𝑖𝑟 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑛𝑖 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑚𝑒𝑛𝑜𝑠 𝑢𝑛 𝑚𝑜𝑟𝑒𝑡𝑜́𝑛 𝑞𝑢𝑒 𝑚𝑒 ℎ𝑖𝑐𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑡𝑒𝑚𝑏𝑙𝑎𝑟
𝑁𝑜 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖́ 𝑒𝑙 𝑖𝑚𝑝𝑎𝑐𝑡𝑜 𝑑𝑒 𝑎𝑙𝑔𝑢𝑛𝑎 𝑐𝑎𝑖́𝑑𝑎 𝑜 𝑒𝑙 𝑎𝑟𝑑𝑜𝑟 𝑑𝑒𝑙 𝑓𝑢𝑒𝑔𝑜 𝑑𝑒𝑗𝑎𝑟 𝑚𝑎𝑟𝑐𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑝𝑖𝑒𝑙.
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑑𝑜𝑙𝑖́𝑎 𝑒𝑛 𝑚𝑖 𝑝𝑒𝑐ℎ𝑜,
𝑁𝑜 𝑠𝑎𝑏𝑖́𝑎 𝑒𝑙 𝑝𝑜𝑟𝑞𝑢𝑒́ 𝑑𝑜𝑙𝑖́𝑎 𝑡𝑎𝑛𝑡𝑜,
𝑁𝑜 𝑛𝑜𝑠 𝑙𝑙𝑒𝑣𝑎́𝑏𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑡𝑎𝑛 𝑏𝑖𝑒𝑛, 𝑛𝑖𝑠𝑖𝑞𝑢𝑖𝑒𝑟𝑎 𝑐𝑢𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑟𝑒𝑔𝑟𝑒𝑠𝑒 𝑑𝑒 𝑙𝑎 𝑚𝑢𝑒𝑟𝑡𝑒 𝑝𝑜𝑑𝑖́𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑜𝑝𝑜𝑟𝑡𝑎𝑟 𝑎 𝑙𝑎 𝑜𝑡𝑟𝑎 𝑝𝑜𝑟 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑜 𝑡𝑖𝑒𝑚𝑝𝑜 𝑦 𝑝𝑒𝑙𝑒𝑎́𝑏𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑠𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒.
𝑆𝑖𝑒𝑚𝑝𝑟𝑒 𝑚𝑒 𝑝𝑟𝑒𝑔𝑢𝑛𝑡𝑒 𝑠𝑖 𝑒𝑛𝑟𝑒𝑎𝑙𝑖𝑑𝑎𝑑 𝑒́𝑟𝑎𝑚𝑜𝑠 𝑎𝑙𝑔𝑜 𝑚𝑎́𝑠 𝑞𝑢𝑒 𝑙𝑜 𝑞𝑢𝑒 𝑑𝑒𝑐𝑖́𝑎 𝑛𝑢𝑒𝑠𝑡𝑟𝑎 𝑠𝑎𝑛𝑔𝑟𝑒, 𝑝𝑒𝑛𝑠𝑒́ 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑜𝑙𝑜 𝑚𝑒 𝑣𝑒𝑖́𝑎𝑠 𝑒𝑛 𝑢𝑛 𝑟𝑎𝑛𝑔𝑜 𝑖𝑛𝑓𝑒𝑟𝑖𝑜𝑟 𝑝𝑜𝑟 𝑙𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑝𝑎𝑟𝑎𝑡𝑖𝑣𝑎 𝑑𝑒 𝑙𝑜𝑠 𝑑𝑒𝑚𝑎́𝑠.
𝑃𝑒𝑟𝑜 𝑛𝑢𝑛𝑐𝑎 𝑚𝑒 ℎ𝑖𝑐𝑖𝑠𝑡𝑒 𝑠𝑒𝑛𝑡𝑖𝑟 𝑐𝑢𝑙𝑝𝑎𝑏𝑙𝑒 𝑑𝑒 𝑚𝑖 𝑒𝑥𝑖𝑠𝑡𝑒𝑛𝑐𝑖𝑎 𝑐𝑜𝑚𝑜 𝑚𝑢𝑐ℎ𝑎𝑠 𝑜𝑡𝑟𝑎𝑠 𝑝𝑒𝑟𝑠𝑜𝑛𝑎𝑠 𝑙𝑜 ℎ𝑖𝑐𝑖𝑒𝑟𝑜𝑛.
