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Jihyo se mantenía sobre el cuerpo de Sana, apoyándose en los codos para no lastimarla. Ambas tenían su mirada puesta en la otra, admirándose al detalle. Jihyo notó ese brillo en los ojos de la japonesa y sonrió, provocando otra en ella. Unieron sus labios lentamente, suspiraron en medio del beso.

La castaña se removió entre las piernas de la rubia, preparándose para entrar en su interior. Sana cerró los ojos al sentirla, escuchando la dulce voz de Jihyo quien susurraba en su oído que se relajara. Ella lo haría con cuidado.

Sana asintió, para luego soltar un gemido y abrazarse a Jihyo con fuerza cuando terminó de penetrarla por completo. La menor jadeo de placer. Se sentía realmente maravilloso estar en ella. Estuvieron así unos segundos, disfrutando de aquella Unión. Volvieron a verse y Jihyo notó unas cuantas lágrimas deslizándose por los bordes de sus ojos gatunos. Los quitó con cariño y volvió a besarla, haciendo latir aún más el corazón de la rubia. Sana no entendía, cómo de algo que parecía pasional, se convirtió en esto, demostrándose amor como si fuera lo más natural del mundo entre ambas. Jihyo la hacía sentir especial, sentía que después de mucho, por fin alguien la quería, alguien la amaba. Aunque ella no se lo haya dicho, demostraba mucho con sus acciones, con sus expresiones. Como ahora, que la cuidaba y trataba con el mayor cariño posible.

—Jihyo.. —Sus ojos estaban humedecidos, necesitaba saber lo que la menor sentía por ella, lo necesitaba tanto como respirar. Sintió alegría en su corazón cuando, sin siquiera preguntar, Jihyo soltó aquellas palabras.

—Te quiero.. —en sus ojos había sinceridad— te quiero, Sana. —pero también había miedo, confusión, por lo que Sana provocaba en ella— Y siento que estoy empezando a amarte.

No esperó respuesta. Sana soltó un gemido cuando Jihyo comenzó a mecerse sobre ella. Haciéndolo deliciosamente lento, mientras no dejaba de acariciar con delicadeza todo su cuerpo. Arañando su piel en pocas ocasiones. Jihyo se escondía en el cuello de la rubia. Provocando que ambas escuchen los jadeos y gemidos de la otra. Aumentando su excitación.

...

Jeongyeon iba en su auto. Iba conduciendo directamente a la casa de Sana. Sabía que Jihyo estaba con ella, Nayeon se lo había dicho. Sabe perfectamente que algo hay entre ellas dos, pero ahora mismo tenía que ignorarlo. Sana era una asesina, tenía que sacar a su amiga de esa casa y ponerla a salvo. No se arriesgaría a que le haga daño. Estaba claro que Jihyo no sabía absolutamente nada sobre el perfil psicológico de la japonesa.

La persona que había contratado, se tomó el tiempo de investigar a la rubia, todo sobre su vida.

Sana era huérfana desde los seis años. Había sido secuestrada meses antes, siendo oculta en un deplorable sótano donde sólo la alimentaban con miserias y la golpeaban cada día al no obtener el dinero que le pedían a sus padres. Luego de días, sus padres lograron hallarla, pero todo había sido una trampa por no pagarles. Sana vio a sus padres ser asesinados a sangre fría frente a ella. Escuchar los gritos de su madre, ver la sangre recorrer el rostro de su padre, había logrado afectar su mente. La siguiente iba a ser ella, iban a matarla con una cuchilla (como ella ahora lo hacía) pero los policías llegaron a tiempo para impedirlo. Salió de allí con pequeñas heridas superficiales.

Desde ese día era como si toda su felicidad se hubiera ido junto a las vidas de sus padres. No sonreía, no jugaba, no quería hablar con nadie. Sólo quería estar sola. Al paso de los años, estuvo yendo al psicólogo, pero eso no estaba funcionando. Sana se volvía más agresiva, y muchas veces lloraba al darse cuenta de sus actitudes. Pasó a psiquiatría dónde su doctora le recomendó unas pastillas para que las tomara cada vez que sentía ira y enojo. Al principio funcionó, se sentía.. tranquila. Fue cuando conoció a Nayeon, se hicieron amigas por un corto tiempo, hasta que la coreana se mudó por temas de estudio. Poco a poco, Sana quería volver a sentirse amada, recuperar su felicidad, la que le arrebataron cuando sólo era una niña. Pero cuando la rechazaron la primera vez, sintió como la ira volvía a consumirla. ¿por qué no podría aceptarla? ¿Por qué se negaba a estar con ella? Ella es alguien especial, ella merecía ser querida.

Ese fue su primer asesinato.

Sana miraba sus manos temblorosas, estaban cubiertas de la sangre de la mujer que la había rechazado. Comenzó a llorar desesperada intentando quitársela, ella no quería hacerlo, todo había sido un error. Su mente se había nublado por su ira. La había obligado a cometer algo que no quería.

A sus dieciséis años.

Llevó el cuerpo hasta un río lejano, lanzándolo. Poco después lo hallaron, pero jamás supieron quién lo había hecho.

Sana exigía a su psiquiatra que le diera algo que controle su ira, que la mantenga tranquila. Las pastillas ya no funcionaban. La doctora sólo tuvo una solución, le entregó un frasco, donde en su interior había una sustancia que la hacía dormir. Era la única solución.

Pero muy pocas veces lo usó. Lo hacía cuando realmente quería a alguien y batallaba consigo misma para no lastimarla.

Ahora quería a Jihyo, y no estaba dispuesta a dejarla.

Bloody love - Sahyo G!PTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon