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Jihyo había recibido tantos golpes en su rostro a pesar de estar defendiéndose, pero sin importar cuanto doliera, no se atrevería jamás a ponerle un dedo encima a Sana.

Pedía a gritos que se calmara, sujetaba sus muñecas tan rápido al instante en se que le escapaba, sus ojos estaban humedecidos ante cada súplica, pero Sana estaba fuera de control, sólo quería deshacerse de ese monstruo que torturaba su cabeza, aquel que tenía el rostro del asesino de sus padres, de quien la golpeaba todos los días.

Sana estalló en llanto al llegar a su límite, sintiendo todos sus miedos carcomiendo su cuerpo como si fuera solo una pequeña niña. Su llanto pudo oírse finalmente. Se sujetó la cabeza con ambas manos, sacudiéndose con desesperación, cerrando los ojos con fuerza. Pero no podía huir de sus miedos, no podía huir de sus pensamientos.

—¡Vete! ¡Vete! -lloraba- ¡Déjame en paz! -su voz se quebró- ¡Solo soy una niña! ¡Por favor! -suplicaba- ¡tengo miedo! tengo miedo..

Sana tembló al sentir unos brazos rodearla, nuevamente quiso huir, intentó golpearla, no quería que la dañara. Pero estos brazos la atrajeron a un cuerpo cálido, donde escuchó una dulce voz, una voz que parecía quebrada como la de ella.

Volvió a intentar separarse, pero de pronto acariciaron su cabello con ternura, llevándola con calma al pecho de alguien para abrazarla. Sana no dejaba de sollozar, pero el aroma familiar que sentía, lograba tranquilizarla. Sus malos pensamientos iban desvaneciéndose, dejando libre su mente para poder concentrarse en la dulce voz que hablaba en su oído.

—Aquí estoy, Sana.. -Jihyo tenía sus ojos cristalinos, sonriendo con tristeza- Aquí estoy, no tengas miedo. Yo te cuidaré -besó su cabeza, manteniéndose allí unos segundos mientras seguía abrazándola.

Sana seguía agitada, no decía nada, sólo escuchaba los latidos de aquella persona desconocida para ella. Aún no estaba en sus cinco sentidos. Su cuerpo temblaba levemente, pero se acurrucó con temor sobre el cuerpo de la mujer, buscando nuevamente su lugar seguro, donde sus miedos se desvanecían.

Cerró los ojos y se quedó allí, escuchando aún las palabras que llegaban a su oído como un dulce canto. Y en realidad era así, Jihyo volvía a cantar la canción que Sana había amado la primera vez que lo hizo, aquel recuerdo provocó una sonrisa en la rubia, quedando dormida entre sus brazos, sintiéndose tranquila con ella a su lado.

Jihyo seguía cantando por lo bajo, apoyando su cabeza cuidadosamente sobre la de ella, que se mantenía en su pecho. Podía sentir el ardor de sus heridas, pero le importaba menos. Lo único que deseaba ahora, era cuidar de Sana, no dejar que nadie le hiciera daño. La iba a proteger, así sea necesario sacarla de ese lugar.

—Te protegeré, Sana. -habló para sí misma- Lo prometo.

***

Lisa caminaba con decisión por una calle bastante colorida y habitada, mantenía sus manos en los bolsillos de su abrigo mientras sostenía una ligera sonrisa en su rostro. Ya era de día y se dirigía a su trabajo, Jennie había ido temprano así que no pudo acompañarla.

Llegó a la entrada del internado e iba subiendo las escaleras que la guiarán a la puerta principal, cuando logró ver a Jihyo quien pasaba por su lado. Ambas miradas se cruzaron, como si todo hubiera sido en cámara lenta, viendo cada una sus expresiones. Lisa se encontraba serena, mientras que en la de JIhyo había algo distinto, la miraba con amargura.

Lisa giró a verla, deteniéndose a los pies de los escalones para observarla de lejos. Había notado que su rostro estaba lleno de pequeñas heridas y cortes, sobre todo en su labio y pómulo.

Lisa volvió a sonreír al ver que su plan había funcionado.

Ingresó a su centro de trabajo y notó que Jennie gritaba a otras enfermeras, pidiendo alguna clase de explicación de porqué Sana se encontraba libre dentro de su habitación.

Nadie supo qué decirle, y Lisa sólo siguió su camino con normalidad.

***

Jihyo llegaba a su departamento, tiraba su pequeña mochila sobre el sillón y ella caía cansada también en la misma. Gimió de dolor al tocarse la mejilla y se recostó con cuidado para más comodidad.

Suspiró profundamente y miró al techo, no a un lugar en específico, sólo se encontraba pensando. Tenía que hacer algo para cuidar a la rubia, algo extraño ocurría en ese lugar y estaba casi segura que Lisa tenía algo que ver.

Se sentó de inmediato y tomó su celular de su saco, marcando el número de una amiga. Llevó el aparato a su oreja y esperó paciente.

—¡Hey! -se escuchó en la otra línea- Hyo, ¿y esta sorpresa?

La castaña sonrió.

—Hola, Somi. Sólo llamo para saber algo.

—Lo sabía, siempre lo mismo contigo -ambas rieron- ¿Qué es lo que quieres?

—¿Aún trabajas en aquel lugar?

—¿El de las llaves? -preguntó dudosa. Jihyo afirmó con un "sí"- Sí, ¿por qué?

—Porque.. -Jihyo levantó su otra mano, viendo con decisión y una sonrisa la llave que había logrado llevarse en secreto- ...necesito que me hagas un favor.

Bloody love - Sahyo G!PWhere stories live. Discover now