3

672 98 3
                                    

3:00 a.m.

El constante golpe que lograba oírse en los pasillos, alertó a Jihyo de inmediato. Tomó la linterna de la mesita y prosiguió a dirigirse hacia el ruido. Eran golpes pausados, como las manecillas de un reloj. Fue pasando de puerta en puerta, verificando a la vez cada cuarto. Sus pasos fueron deteniéndose lentamente al quedar frente a la habitación de la rubia que había ayudado a atender en la mañana.

Los golpes venían de su interior, siendo cada vez más fuertes. Nerviosa, tomó un respiro y continuó con sus pasos, acercándose más a la puerta. Observó por la rendija y quedó perpleja cuando se dio con la sorpresa de que la japonesa estaba sangrando en la cabeza. No sabía exactamente de donde provenía, pero era por la parte superior de su frente. La rubia no dejaba de golpearse contra el borde de la cadena que la mantenía atrapada. Cada vez impulsándose con más fuerza, como si no sintiera dolor alguno.

Jihyo retrocedió indecisa y algo alterada, ¿Qué debía hacer? No podía dejar que siga golpeándose. Era su trabajo cuidar de ellas durante toda la noche. Pero entrar tampoco lo veía como una opción. Tenía demasiado miedo.

Volvió a oír el golpe y se puso más nerviosa. Rápidamente tomó las llaves que colgaban de su cintura y comenzó a buscar la llave de la puerta con desesperación.

—Llave 58, llave 58, llave 58.

Logró hallarla y sin dejar que su temor ganara, ingresó la llave de inmediato.

Sana detuvo su acción al escuchar la puerta abrirse, quedamos quieta por completo.

—H-hey -Jihyo mantenía su distancia, temerosa. ¿Ahora qué?

La rubia sonrió con nostalgia al reconocer su voz. No estaba equivocada, si era ella a quien veía todas las noches.

Giró lentamente a verla, no quería asustarla ahora que logró que ingresara. Jihyo retrocedió rápidamente, manteniéndose detrás de la puerta.

—Hola -saludó sin saber exactamente qué decir o hacer. Sana sonrió ante su tierno acto.

Jihyo quería distraerla para que no siga golpeándose, si era necesario estar allí toda la noche, lo haría, era su trabajo. La castaña notó su sonrisa y supo que estaba funcionando, así que continuó.

—Hola -volvió a repetir asomada tras la puerta. Sana volvió a achicar sus ojos ante una nueva sonrisa.

La japonesa desvió su mirada a un plato que estaba en una esquina de la habitación. Jihyo siguió su mirada y halló lo que parecía era lo que quería.

—Tienes.. -señaló nerviosa- ¿hambre? -la rubia asintió, ella deseaba que se acercara- ehh.. está bien. -asintió nerviosa, comenzando a ingresar muy, pero muy lentamente al cuarto. Quedándose lo más posible pegada a la pared.

Sana giró para acomodarse en su dirección pero Jihyo huyó de inmediato despavorida. Sana inclinó la cabeza sin lograr comprender, y la castaña volvía a asomarse lentamente ante su vergonzoso acto.

Carraspeó incómoda y volvió a ingresar, inclinándose con precaución hacia el plato y dejándolo tímidamente frente a la rubia.

Sana alzó una ceja, mirándola como diciendo, "¿En serio?"

—¿Qué..? -notó que la chica no podía comer por sí sola, era obvio- Oh...entiendo -rio nuevamente avergonzada.

Jihyo, manteniendo su distancia, fue acercando temerosamente su mano a su rostro, vigilando toda acción que la rubia pudiera tener. Sana sintió el tacto de Jihyo en su mejilla y después de tanto, volvía a sentirse tranquila. No dejaba de verla directamente a los ojos, recordando cada detalle de su rostro.

Jihyo no notaba su mirada, estaba concentrada en quitarle ese bozal de la boca. Un momento, ¿y si la mordía? ¡Deja de pensar en eso, Jihyo!

Al sacarlo, notó que había una cinta cubriendo por completo su boca. Tomó el borde de este con cuidado y fue cuando notó la mirada de la rubia, notó un brillo en sus ojos, un brillo que se le hizo muy familiar. Trató de ignorarlo y quitó la cinta sin hacerle daño.

Sana ya no tenía nada que la impidiera hablar, y Jihyo esperó a que dijera algo, pero simplemente se mantuvo así, serena, sin decir palabra alguna.

—Ya...ya puedes hablar si deseas -retrocedió nuevamente, pero Sana pareció no entender sus palabras. Era como si no estuviera en sus cinco sentidos- bueno.. está bien si no quieres. -tomó el plato que estaba frente a ella, era algún tipo de papilla.

Tomó sólo un poco de porción con la cuchara y la llevó a los labios de la japonesa. Sana lo recibió sin dejar de verla, disfrutando ese pequeño momento junto a ella.

Los minutos fueron pasando, y ahora Jihyo, con un poco más de confianza, limpiaba el rostro de Sana con cuidado, quitándole la sangre que había resbalado por su mejilla. Se había tomado el tiempo en ir por un pañuelo y un poco de agua, ahora era el turno de atender las heridas de su frente. Sana gruñó cuando sintió el ardor al estar desinfectando la herida. Jihyo continuó su trabajo, quedando sentada en modo indio frente a la rubia.

Terminaba de secar su rostro y colocar bandas en cada herida. Jihyo sonrió cuando vio su trabajo terminado y quitó el cabello que invadía parte de su frente.

Dejó el trapo a un lado, acomodando el plato y el tazón para poder llevárselo. Tenía la intención de levantarse cuando Sana se recostó rápidamente sobre su pecho. Jihyo quiso retroceder al entrar en pánico pero la contraria se aferró completamente a ella, escondiéndose sobre su cuello.

Jihyo se encontraba acostada en el suelo, sintiendo su corazón palpitar por el pavor que ahora mismo la dominaba. Intentó quedarse quieta, no hizo movimiento alguno para que la rubia no reaccionara mal. Intentó controlar su respiración y cerró los ojos cuando Sana se acurrucó en su cuerpo, intentando dormir.

La menor mantuvo la calma, y posó su mano sobre la espalda de Sana, acariciándola para que se duerma lo más pronto posible. Sana sonrió ante su acción, había extrañado demasiado la calidez de su cuerpo y de sus caricias.

Bloody love - Sahyo G!PWhere stories live. Discover now