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Sana se había encargado de asegurarse que Jihyo estuviera profundamente dormida. La menor dormía en su cama, al parecer la había estado esperando pero no pudo contra el sueño.

Dejó un leve beso en su mejilla, la cubrió con las sábanas hasta sus hombros y lentamente salió de la habitación.

Ahora se encontraba abriendo la puerta trasera del auto. Jeongyeon estaba inconsciente en los asientos. Tomó su muñeca y la atrajo a ella, colocando a la peliazul sobre su hombro para poder cargarla. Cerró la puerta del auto con su pie y se encaminó a la casa.

Segundos después bajaba al sótano. Se dirigió hasta detrás de las muchas cajas acumuladas y dejó el cuerpo sobre el piso. Sana gruñó de irritación cuando halló parte de su ropa ensangrentada, manchada por haber cargado a esa imbécil.

Se quitó su abrigo y se limpió de paso sus propias manos, para luego lanzarlo a un lado. Luego se encargaría de deshacerse de ella, al igual como lo haría con Jeongyeon.

Se inclinó hasta la peliazul y tomó ambas muñecas, comenzando a arrastrarla a la esquina donde se hallaban un par de cadenas en la pared. Aprisionó sus manos en ellas y con una cinta adhesiva, cubrió su boca en caso de que se despertara.

Sana no mataba de inmediato. A ella primero le gustaba torturar, ver el sufrimiento de sus víctimas, porque para ella, se lo merecían. Así como lo había hecho con Lisa, con Daniel y con muchas personas más.

Se puso de pie y giró para poder irse, pero nuevamente bufó de coraje al ver una par de gotas de sangre que dibujaban todo su recorrido hasta el sótano. Tendría que limpiar el piso de inmediato, así como dejar impecable los asientos del auto de Jeongyeon y hacerlo desaparecer.

***

Jihyo despertó con unos besos húmedos en su cuello, sentía caricias en su vientre que poco a poco iban bajando. Abrió los ojos lentamente y Sana estaba sentada en la cama, inclinada sobre su cuerpo. Sonrió al verla y le correspondió de la misma manera. La menor acarició su mejilla y la atrajo a ella para iniciar un dulce beso.

Jeongyeon despertaba desorientada, mareada. No sabía lo que había pasado. Los recuerdos llegaron a su mente y la gran herida que se encontraba en su cabeza comenzó a doler. Su rostro se sentía pegajoso por la sangre que recorría su mejilla y terminaba por debajo de su hombro. Observó el lugar con temor y comenzó a entrar en pánico al verse prisionera por aquellas cadenas, sin posibilidad de pedir ayuda por la cinta en su boca.

Soltó gritos ahogados y se removió con desesperación mientras lloraba. Tenía miedo. No quería morir en manos de una psicópata. Luchaba por escapar mientras en el primer piso Jihyo no sospechaba nada, y sólo se encargaba de hacerle el amor a Sana quien se excitaba más al saber el morbo de la situación.

Sus jadeos y gemidos cubrían cualquier tipo de ruido que podría llegar a oírse desde el sótano.

Mientras tanto, Nayeon esperaba intranquila la llegada de su esposa. No respondía a sus llamadas, no le había dejado ni un mensaje. Ella jamás había hecho algo como eso, siempre llegaba puntual. Sus ojos se humedecieron al imaginarse lo peor, observó la foto de ellas que estaba en la mesita de noche y tuvo un sentimiento negativo. Algo andaba mal, algo le había pasado.

***

A la mañana siguiente, Jihyo recibió la noticia cuando Nayeon la llamó llorando. Jeongyeon no había llegado a dormir y cuando había llamado a su trabajo, nadie sabía absolutamente nada de ella. Lo único que supo, fue por parte del vigilante, que le contó que la peliazul había salido a su hora habitual y se fue dentro de su auto, como siempre.

Sana escuchó la llamada, ofreciendo su ayuda de inmediato para buscarla.

Jihyo le agradeció y le dijo que la alcanzara en casa de Nayeon, ella iría de inmediato al encuentro con su amiga. La japonesa asintió y al verla salir de la casa, se preparó tranquilamente un café, como si nada estuviera pasando.

Bloody love - Sahyo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora