Epílogo

927 108 23
                                    

Dos años después.

—..Y sólo tiene que hacer vigilancia por las noches. Entendería si a los pocos días decide retirarse, ya que es natural que muchos tengan miedo a un lugar como este. Pero si decide quedarse, su salario será aumentado según su desempeño.

—Escuché que hay alguien especialmente peligroso. ¿segura que no logrará salir? No temo quedarme aquí, pero no sabría qué hacer si algún caso como ese llegase a ocurrir.

—Usted no tema, si le preocupa que alguna logre escapar, eso no sucederá, las puertas están aseguradas perfectamente. Y si su temor es por aquella chica peligrosa, pues su habitación es justamente esta —señaló— puede verla por la rendija, verá que está aprisionada. No tiene movilidad y su boca está cubierta por sus frecuentes gritos. No le causará ningún problema.

La mujer se acercó a la puerta y observó curiosa la habitación. En ella había una rubia sentada en una esquina. Tenía la mirada baja y sus brazos estaban cruzados alrededor de su cuerpo por una camisa de fuerza. Su boca estaba cubierta por una especie de cinta blanca y sobre esta llevaba un tipo de bozal para personas. La chica parecía estar despierta, pero sólo miraba a un punto muerto. Tenía la mirada triste.

La castaña seguía observándola, analizando con curiosidad su rostro. La japonesa fue levantando su mirada lentamente y se encontró con la chica detrás de la puerta, viéndola.

De inmediato reaccionó, como si hubiera despertado de un horrible sueño. Quiso ir hacia ella, quiso levantarse, batallando con las cadenas que la aprisionaban de la puerta y la mantenían muy cerca de la pared.

Intentó gritar su nombre, pero sólo salía quejidos a través de su garganta. Sus ojos se llenaron de lágrimas y se sacudía con desesperación al ver a la castaña mujer retirarse.

A pesar de tener la boca cubierta, sus gritos ahogados se escuchaban por todo el pasillo.

—¿Segura que no tendré problemas con esa mujer? —preguntó dudosa.

—Se lo aseguro. Lleva aquí dos años y hasta ahora no ha intentado nada.

—De acuerdo. Entonces.. —volvió a observar la habitación— me quedaré.

—Bienvenida a su nuevo trabajo, señorita Park. —estrecharon las manos.

Jihyo había sido salvada a tiempo. Estuvo en el hospital por unas semanas, hasta que despertó de un corto coma. Había perdido la memoria por completo, y eso para sus amigas, era lo mejor.

No le contaron absolutamente nada sobre su historia con Sana Minatozaki, era mejor no recordarlo..

FIN


Bloody love - Sahyo G!PWhere stories live. Discover now