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Jihyo llevaba exactamente una semana trabajando en ese internado. Cada día iba acostumbrándose a la compañía de las internas, a sus gritos, a sus escándalos, etc. Hasta ahora no había tenido ni un problema durante su turno, excepto que aquella chica seguía molestándola con cada susto que le daba.

Eran las seis de la mañana y el sol comenzaba a hacerse presente. Jihyo bostezaba por el sueño que tenía y estiraba su cansado cuerpo mientras se dirigía a la entrada. Ya algunas enfermeras esperaban pacientes a que abriera la puerta, saludándola de paso a la vez que entraban en orden.

Volvió a bostezar y cerró los ojos con cansancio, quería irse de una vez a su departamento para poder dormir. Pero tenía que esperar la llegada del vigilante de turno mañana, así que regresó a su pequeña habitación y se recostó un momento en la silla.

Dos horas después se despertó, dándose cuenta que se había quedado dormida. Se levantó lentamente y prosiguió a tomar sus cosas para poder marcharse, cuando la esposa de su jefa se detuvo en la entrada de la habitación cuando iba entrando al internado, llevaba puesto su uniforme junto a un abrigo encima.

—Hey -saludó. Jihyo respondió con gusto aún somnolienta -Sé que ya terminaste tu turno, ¿Pero podrías hacerme un favor?

—Claro, -no podía decirle no, seguro a su jefa no le gustaría -sólo dígalo.

—El vigilante aún no ha llegado; llamó hace unos minutos y avisó sobre un pequeño contratiempo que tuvo. Él siempre me ayudaba con un trabajo, pero ahora que va a tardar, quisiera que me ayudaras.

—¿En qué exactamente? -preguntó dudosa.

—Solo sígueme -sonrió, comenzando a caminar.

***

—¿Segura que no es peligrosa? -Jihyo estaba atemorizada, Lisa abría la puerta de quien se supone no deben acercarse.

—Hago esto todos los días. Procedo a darle sus medicamentos e inspecciono que no se haya hecho ningún daño. La pobre quiere suicidarse -sonrió con disimulo- y no podemos permitirlo. ¿No es cierto?

Jihyo asintió no muy segura. Estar detrás de la puerta de la habitación de alguien que no está en sus cabales, es una cosa, pero estar dentro de la misma habitación, es una completa locura para ella.

—Ten -Lisa ofreció una pistola de inmovilidad a Jihyo, quien la recibió dudosa- si la chica se descontrola, tú solo dispárale, eso logrará detenerla.

—Está bien -asintió nerviosa.

Lisa abrió la puerta lentamente, dejando ver a Sana, quien por primera vez, Jihyo la veía dormida. Se veía tan inocente, como si no hiciera ningún daño.

Se sobresaltó cuando Lisa la atrajo más al interior, acercándose a una distancia donde Sana fácilmente podría atraparla si no estuviera con esa camisa de fuerza.

—Tranquila -rio cuando Jihyo se colocó detrás de ella.

Lisa colocó en el suelo el pequeño kit que traía consigo, y prosiguió a sacar una aguja junto a un pequeño frasco, comenzando a hacer su labor de todos los días.

Jihyo observó como la chica se acercaba a la interna y sujetaba lentamente su rostro, para hacerla a un lado y hacer espacio en su cuello.

La castaña retrocedió con temor cuando la rubia sintió el tacto de la enfermera y despertó de inmediato. Comenzó a removerse pero Lisa se posicionó sin cuidado alguno sobre ella, inmovilizándola. Jihyo levantó el arma ante cualquier percance.

La rubia se removía con enfado, queriendo liberarse, pero Lisa logró inyectarle la aguja en la parte baja de su cuello, haciéndola cerrar los ojos ante el dolor que siempre le causaba.

Poco a poco, su cuerpo fue perdiendo fuerza, pero su mente seguía estando consciente. Lisa la observaba con una leve sonrisa, sabía que esa "medicina" no servía para nada.

Se quitó sobre su cuerpo y aún estando arrodillada a su lado, fue inspeccionado su cuerpo, tenía que asegurarse que se encontrara bien. Así podría mantenerla más tiempo.

Fue quitando su vestuario poco a poco, dejándola sólo en pequeñas prendas. Revisó sus piernas, sus brazos, buscando cualquier señal que le diga que había intentado suicidarse nuevamente.

La revisión no tardó más de diez minutos, dejando a Sana nuevamente vestida. Lisa giró a ver a Jihyo un momento, observando su expresión nerviosa. Sonrió, para luego regresar su visión a la japonesa, quien tenía la mirada sobre la castaña, notándola entristecida.

Lisa fingió querer revisar parte de su nuca, y acercándose lentamente a su oído mientras levantaba su cabeza, susurró para que solo Sana lograra escucharla.

—¿Crees que es tu imaginación? -sonrió- No, Sanita. Ella en realidad está aquí -la mirada de la rubia iba cambiando, siendo indescifrable- Jihyo está viva, ¿Y sabes cual es lo mejor? Que no te recuerda, no sabe quién eres. No siente nada por ti -la dejó lentamente en el suelo, viendo satisfecha la expresión de desesperación en sus ojos. Su mirada iba directamente a Jihyo, comenzando a cristalizarse. Intentó llamarla, pero la movilidad de su cuerpo aún no regresaba.

Lisa se levantó y retrocedió al lado de Jihyo.

—Eso es todo, ahora vámonos -sonrió, colocando intencionalmente su brazo alrededor de los hombros de la castaña, quien sólo asintió tímidamente.

Sana sintió su sangre hervir ante esa acción, no tenía porqué tocarla. ¡No debe tocarla! ¡No debía hacerlo!

La más alta notó su mirada enfurecida y sonrió con disimulo, acariciando la mano de Jihyo al momento de tomar el arma de regreso.

Sana gritó cuando volvió a sentir su cuerpo, viendo como ambas salían de la habitación.

Bloody love - Sahyo G!PWhere stories live. Discover now