6

1.1K 109 34
                                    

—Disculpa —Jennie asomaba la cabeza dentro de la habitación de aquel hospital— ¿Ya no necesitas mi celular?

Lisa sin expresión alguna, lanzó el celular en el aire, haciendo que Jennie corriera y lo atrapara torpemente.

—Ya no lo necesito, vete. —miró hacia la ventana y la mujer tímidamente asintió caminando a la salida.

—Vendré más tarde —comentó y Lisa bufó.

—Quiero que te vayas —alzó la voz— no quiero que vuelvas nunca.

—Eso no lo haré —Lisa la miró incrédula— yo te encontré, así que ahora debo cuidarte hasta que salgas del hospital.

—¿Qué? No soy un estúpido perro que encontraste abandonado.

—No, pero eres igual de tierna que uno. —La tailandesa ya no entendía— así que si quieres que me vaya, ponte de pie y trata de echarme.

Lisa enfureció y se quitó la sábana para levantarse.

—¡Ahh! —el dolor en todo su cuerpo se lo impedía, más la pierna enyesada— ¡Maldita sea! —se quejaba.

—Eso pensé —Jennie alzó los hombros— sí pareces un perrito y por lo que veo, pareces un chihuahua.

—Lo dices por mis orejas, ¿verdad? —gruñó entre dientes.

Jennie asintió y al ver venir la almohada contra ella salió corriendo de la habitación.

...

Jihyo dormía en el sillón de la sala, no quería dormir en la misma cama de Sana porque se sentía aún algo incómoda. La rubia le había insistido varias veces pero la menor no aceptaba, Sana le pedía explicaciones de por qué su negatividad y Jihyo le pedía explicaciones a ella de por qué su insistencia, a lo que la japonesa se quedaba callada sin decir sus pensamientos algo pecaminosos.

La pelinegra había ganado y ahora dormía en ese incómodo sillón, se podía escuchar que se quejaba de vez en cuando y cambiaba de posición cada cinco segundos. Sana estaba sentada en el otro sillón, frente a ella, veía como se movía y observaba cada expresión de su rostro. Sonreía cada vez que la menor hacía puchero entre sueños o se acurrucaba más entre las mantas que le había dado.

Eran las tres de la madrugada.

Sana tomó una decisión y poniéndose a su lado, la cargó con mucho cuidado para no despertarla, no pesaba tanto. Caminó con Jihyo en sus brazos y entró a su habitación, la puerta ya estaba abierta por lo que no tuvo problema alguno. La recostó a un lado y la cubrió con las sábanas, sonriendo al ver a la menor acomodarse en su cama, tuvo la manía de también acostarse pero sin saber por qué, se detuvo, pensando en lo que Jihyo le había dicho "No quiero dormir contigo".

La japonesa se enderezó y dándole un último vistazo a Jihyo, salió de la habitación yendo directo al sillón.

Al día siguiente Sana parecía un lindo mapache por las grandes ojeras, no pudo dormir en ese terrible sillón que por cierto, ahora se daba cuenta que tenía muchos resortes salidos.

—Sana —oyó tras ella y giró sin ganas— preparé el desayuno. —Jihyo sonrió, estaba agradecida por el detalle de Sana, la rubia no pudo dormir muy bien al ofrecerle su cama y todavía darle el respeto de no acostarse a su lado sin su consentimiento, merecía un buen desayuno.

La mayor caminó a la cocina con pereza y se sentó sin ganas, pero sonrió cuando la pelinegra puso la comida frente a ella.

Eran waffles con un plato de ensalada de frutas y su jugo de fresas.

Bloody love - Sahyo G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora