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Habían pasado exactamente cuatro semanas desde que Jihyo cuidaba de Sana todas las noches. Había aprendido a entenderla aunque la rubia no hablara. Existía una especie de química entre ellas que había descubierto a los pocos días de estar ahí. Era muy simple, Sana hacía una seña y Jihyo comprendía de inmediato.

Cada día traía algo diferente para comer; frutas, tartas, sopas, además de las diferentes bebidas. Ya tenía un horario en específico para ir al cuarto de Sana, incluso llegaba antes que la japonesa la llamase, entrando con más confianza y menos temor. Jihyo había notado con claridad que el rostro de Sana estaba cambiando, se veía más viva, más saludable. Incluso sus mejillas estaban más regordetes que la primera vez que la vio.

Jennie también había notado eso, le parecía muy extraño que desde hace dos años había intentando ayudarla con buenos tratos, tratando de cuidar su salud con buenos alimentos, sin tener un buen resultado. Y que simplemente, Sana comenzara a mejorar en estos últimos días, de la nada.

Ahora era un nuevo día, o mejor dicho, noche. Jihyo cargaba consigo su pequeña cocina junto con algunos ingredientes en una bolsa. Sostenía en su boca una bolsita de galletas, la cual había escogido especialmente para Sana. Cuando nuevamente, la loca de la habitación ocho la asustó al pasar por su habitación. Jihyo pegó un brinco junto a un grito, dejando caer las galletas al suelo. La chica comenzó a reír a carcajadas, Jihyo siempre hacía divertidas todas sus noches. Era tan tonta para ella.

—¿No te cansas de hacer eso? -reprochaba. Dejó la cocina en el suelo y recogió las galletas, algunas se habían roto por el golpe.

—No, eres muy divertida. -sonreía- Oye, ¿Qué te traes con la chica del último pasillo? -movió las cejas coqueta- cochina.

—¿De qué estás hablando? -la miró incrédula- sólo cumplo con mi trabajo.

—Ay, sí.. Entonces, me alimentas también. Dale, entra -abrió la puerta fácilmente.

Jihyo retrocedió de inmediato, asustada, a la vez que sacaba su arma para defenderse ante cualquier peligro. La chica sólo reía por su acción.

—Nuevamente te estás apuntando a ti -señaló.

Jihyo observó el arma, lo giró rápidamente y apuntó a la pelinegra.

—¿Co-co...

—¿Qué?

—¿Cómo abriste la puerta? -decía nerviosa.

—Oh, eso -se apoyó en el marco- ¿No quieres que lo haga? Bueno, la cierro -volvió a encerrarse- hasta mañana, ya me iré a dormir.

—¡Oye! ¡Respóndeme! -se acercó a la rendija.

—¡Déjame en paz de una jodida vez! -Jihyo retrocedió ante el grito. Tomó rápidamente sus llaves, y buscando la llave de la puerta con torpeza por sus manos temblorosas, la aseguró- ¡Cheer up baby, Cheer up baby! -comenzaba a cantar- ¡I'm like TT, Just like TT! -Jihyo volvió a observarla con temor, viendo como la chica bailaba sobre su cama.

—Si que está loca.

Volvió a tomar las cosas entre sus brazos, y continuó su camino hasta la habitación de Sana. Ya comenzaba a escuchar los golpes.

No se había percatado que una galleta se había quedado en el suelo. La puerta de la pelinegra fue abierta lentamente, saliendo solo una mano por lo bajo y llevándose la galleta. La puerta se cerró en medio de una risita.

Sana sonrió al ver a Jihyo entrando, ya no mostraba ninguna señal de temor y eso la tranquilizaba. Se arrastró hacia ella, lo más cerca posible para verla. Jihyo cerró la puerta y giró, sonriendo cuando vio que Sana ya la esperaba como siempre.

—Hey -saludó. Los ojos gatunos de Sana se achicaron, dando una señal de que estaba sonriendo- hoy te traje galletas, ¿te gustan? -la rubia asintió- Qué bueno. Pero sólo traigo la mitad, es que el resto se cayeron en el camino -rió. Estaba acomodando la cocina al otro extremo, comenzando a encenderla para preparar ramen- Sabes...me enteré que ayer fue tu cumpleaños, y yo no traje nada como regalo. Así que hoy quiero prepararte un delicioso ramen. Mi abuela me dio su secreto así que estoy segura que te va a encantar.

Mientras esperaban que el agua hierva, Jihyo se encontraba sentada a sólo un metro de su lado. Ambas tenían la espalda pegada a la pared y sus piernas dobladas con las rodillas al nivel del pecho. El silencio era cómodo, era muy relajante para ambas. Sana giró a verla cuando Jihyo comenzó a cantar una hermosa canción, una con una melodía y letra muy hermosa. Escuchaba cada oración y sentía que la canción decía exactamente lo que ella quería decirle a Jihyo. Era como si el compositor se hubiera inspirado en lo que sentía Sana y lo hubiera explicado en un solo tema.

Sana sonrió, admirándola, viendo los perfectos detalles de su rostro. Cuando su corazón comenzó a palpitar con más fuerza, comenzó a sentir algo diferente en ella, algo que nunca había sentido. Y eso la extrañó demasiado. No tenía porqué sorprenderse, a ella le gustaba Jihyo, estaba más que claro pero...¿Qué era esa extraña sensación?.

Sana no lo sabía, pero lo que comenzaba a sentir, era amor de verdad. Se estaba enamorando por primera vez y eso la confundía. Aún creía que "amor" era lo que sentía antiguamente, pero no, ella había confundido la obsesión por algo como el amor. Era por eso que no lograba hallar una explicación al sentirse tan diferente al lado de Jihyo. Ya no solo era tenerla, quería verla feliz, como lo parecía ahora, mostrando una angelical sonrisa mientras parecía hablarle.

***

—Creo que el agua ya está hirviendo -La menor se acercaba a la olla y Sana la siguió arrastrándose, sentándose con las piernas abiertas.

Jihyo quiso abrir la tapa, cuando parte de su manga se enredó con el borde de la olla, provocando que cayera frente a ella y derramara todo el agua caliente en su dirección. La castaña retrocedió a rastras, asustada. Temía que el agua en el suelo llegase a lastimarla. Cuando su espalda de repente chocó con el pecho de Sana, se encontraba sentada entre sus piernas.

Giró a verla por impulso y regresó su rostro rápidamente cuando su nariz rozó con la de la japonesa, quien la observaba con una sonrisa al ver su sonrojo.

—Lo siento. -se levantó rápidamente- Tendré que... -se movía nerviosa- Tendré que volver a hervir el agua. Ahora vuelvo, iré por más. -salió deprisa, ni siquiera se había llevado la jarra con la cual había traído la anterior.

Media hora después, por fin Sana comía. Y era cierto, el ramen estaba delicioso. Ambas comían por turnos, terminaba Sana, y de inmediato Jihyo tomaba otra porción más grande para ella. La rubia la veía ofendida y ella sólo reía.

—Listo -ambas caían con sus estómagos llenos- Ya no hay más.

Se encontraban una al lado de la otra, Jihyo miraba el techo, y Sana la miraba a ella. Pero no tardó mucho para que la castaña girase, sonriéndole por el momento. Jihyo se percató que en su mejilla había un rastro de suciedad y sin pensarlo dos veces, acercó su mano para limpiarla.

Inconscientemente sus visión se fue a sus labios y fue cuando su sonrisa iba desapareciendo lentamente, no entendiendo porqué se sentía de esa manera con Sana.

Levantó la mirada y se encontró con los ojos de la rubia, quien también la veía, nerviosa. Lentamente y sin ponerse a pensar en lo que estaba apunto de hacer, fue acercando su rostro a ella, haciendo que Sana vuelva a sentir los fuertes latidos de su corazón. Sana cerró los ojos, Jihyo estaba a punto de besarla, pero no lo hizo. Esta vez su visión se fue a otro lugar, viendo extrañada algo fuera de lo común.

—¿Por qué tienes esto? -Sana abrió los ojos, observando que Jihyo veía parte de su hombro que no cubría por completo aquella camisa- ¿Es un golpe?

Un gran moretón adornaba su piel, era tan oscuro que casi parecía negro. Y no solo eso, Jihyo levantó un poco más el borde de la camisa, y notó que había más moretones, junto a pequeñas heridas.

Jihyo volvió a mirarla para preguntarle, cuando vio algo que le rompió el corazón, Sana tenía los ojos humedecidos, dejando caer unas cuantas lágrimas al recordar todo el sufrimiento que había soportado en la mañana, todo a manos de Lisa.

Bloody love - Sahyo G!Pحيث تعيش القصص. اكتشف الآن