Extra: Propuesta de matrimonio

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 • Luisa Leine 

—¿A dónde vamos? —Es la cuarta vez que le pregunto a Jefferson y lo único que obtengo es silencio.

No soy fanática de las sorpresas, me ponen de los nervios.

Ya han pasado dos años después de lo de Caleb, al principio me costó salir adelante, pero Jefferson estuvo conmigo en cada paso que di. Después de eso ambos terminamos la preparatoria y entramos en la universidad.

Él sigue siendo el líder de los Darks y yo su Reina. Tuve que acostumbrarme a llevar el ritmo, siempre tenía gente que me protegía y me la pasaba más en casa de Jefferson que en mía. Solo por protección claro está —bueno, eso es lo que le sigo diciendo a mis padres—, todos sabemos que la única razón por la que estaba con él todas las horas del día era porque no podíamos mantener las manos lejos el uno del otro por mucho tiempo, cosa que no me molesta para nada.

Estos últimos dos años con Jefferson han sido perfectos, la vida que tiene él es peligrosa, pero aún así siempre que estoy con él me siento protegida y se que nadie volverá hacerme daño.

Cuando estoy a punto de preguntar nuevamente a dónde vamos, el auto se detiene.

Miro a mi alrededor y quedo boca abierta.

Estamos en un mirador, donde la vista de las estrellas es más que perfecta. Hay grandes y pequeñas, pero cada destello es como un baile entre ellas mismas.

Jefferson abre la puerta sacándome de mis pensamientos. Me mira y esta nervioso.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunto, cogiendo la mano que me tendió hace unos segundos.

—Quería que estuviéramos tú y yo solos. Sin que nadie nos moleste —dice mientras caminamos. Al llegar al mirador hay una mesa, con vino y comida.

—¿Tú hiciste esto? —no sé pa que pregunto si se la respuesta .

—Si, todo lo hice yo —las ganas de llorar que me entran son gigantes. En momentos como estos odio ser una sentimental.

—¿Cocinaste? —una pequeña sonrisa se forma en mi rostro, porque no me lo imagino a él en una cocina.

—Sí... aunque tuve un poco de ayuda —dice más nervioso todavía. Me acerco y lo abrazo, para después dejar un beso en sus labios.

—Gracias —digo de todo corazón.

—No tienes porque agradecerme. Ven, vamos a sentarnos —abre mi silla y tomo asiento.

No van ni cinco minutos que estamos comiendo y veo que Jefferson me mira con nerviosismo.

—Jefferson, ¿que tienes? Me estás poniendo de los nervios —digo.

Le he estado dando muchas vueltas, pero ninguna manera es perfecta para decirlo.

—¿De qué hablas? —Ahora no solo estoy nerviosa, sino que también me está asustando.

Se levanta y se pone frente a mi.

—Cuando te vi por primera vez, me dio curiosidad tú mirada. Era nuestro primer año en la preparatoria y por esa misma razón decidí acercarme para ayudarte con los ejercicios de matemática. Después de eso te miraba desde lejos, cada vez tenía más ganas de conocer a esa chica que no hablaba con nadie y se la pasaba en su mundo leyendo —me mira de una forma intensa y no se porque me está diciendo todo esto—. Así que llegó el último año y decidí acercarme. Yo solo quería descubrir ese enigma que veía cada vez que te miraba, pero terminé descubriendo a la persona más maravillosa, valiente, hermosa e inteligente de este mundo. Terminé enamorándome de ti y te adueñaste de mi corazón —lágrimas corrían por mis mejillas, entonces él hace lo que menos imaginé. Se pone de rodillas y saca un cajita de su bolsillo.

Lo más seguro es que más tarde me desmaye.

—Quiero pasar el resto de mí vida a tu lado, Luisa Leine, permíteme ser el dueño de tus sonrisas, permíteme verte a mi lado todas las mañanas. Te amo más que a nada —dice y después sonríe de forma arrogante—. Así también todos sabrán que eres completamente mía —me saca una sonrisa y me levanto.

—Sí —es lo único que digo, para unir después nuestros labios.

El me pone la sortija, es de oro con un diamante azul. Mi color favorito.

—Estaba muy nervioso, gracias por decirme que sí —dice riéndose.

—Te diré sí, toda la vida.


Un amor fuera de los libros © [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora