Capítulo 27

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• Jefferson Gómez 

Tener a Luisa de vuelta, es como tener aire fresco de nuevo. Yo sabía que Luisa se volvería mí todo cuando decidí dar el primer paso, del cual no me arrepiento.

Sentí un respiro al saber que no se iría de mí lado, pero se que tengo que protegerla, ya que la familia Reyes sabe que ella es mí punto débil, así que decidí mandarla fuera del país. Se que no le gustará para nada la idea, pero no se me ocurre otra forma de mantenerla a salvo.

La familia Reyes hará una guerra y no quiero a Luisa cerca de ella. Laila Reyes está muerta y eso significa sangre por sangre.

Quiero mandarla fuera del continente Europeo, tal vez a Latinoamérica, África o Asia, pero primero tengo que resolver algo y tiene que ver con mis suegros. No puedo mandar a su hija fuera del país sin que ellos sepan el motivo, Luisa decidió quedarse a mí lado y ellos tienen que saber quién exactamente está entrando en su familia.

Ahora mismo me dirijo a la casa de los señores Leine, Luisa quería venir, pero hasta que los doctores no digan que está totalmente fuera de peligro, no se irá del hospital.

Ayer pasé todo el día con ella después de que despertó, le dije que era momento de hablar con sus padres y ella aceptó, aunque con un poco de miedo. Es increíble que le tenga miedo a sus padres y no a toda una familia psicópata buscando su cabeza.

«No sé de dónde ha salido esa chica, pero es la indicada»

Las ocurrencias de mí conciencia son únicas, pero en esta le daré la razón. Luisa es la indicada y lo será siempre.

Llego a la casa de Luisa, sus padres y su hermana me están esperando en la entrada, supongo que debería sentir nervios porque oficialmente hablaré con los padres de mi novia, pero me pone más nervioso que se interpongan en mí plan para sacar a Luisa del país. Lo pospondrá un tiempo, pero igualmente la lograré sacar, pero entre más rápido mejor.

Entramos a la sala y me siento en un mueble individual. El señor Leine tiene puesta una mirada fría, en cambio la señora Leine me mira con nerviosismo. Y su hermana pues... me miraba como si fuese su dulce favorito.

—¿Por fin vas a decirnos que sucede? —pregunta la madre de Luisa.

—Si les digo toda la verdad, tienen que intentar comprender. Si quieren no lo hagan por mí, pero inténtelo por la seguridad de su hija —digo casi rogándoles con la mirada.

—Está bien, lo intentaremos —dice el señor Leine.

Comienzo narrándoles la historia de mí infancia y cómo fue que me involucré en esta vida. Las expresiones de los señores Leine van del asombro al miedo.

Solo espero que de verdad lo entiendan, porque se que serán lo suficientemente inteligentes como para no quererme como su enemigo. Pero lo que más me preocupa es en cómo afectaría a mí Luisa.

***

¿Y bien? —pregunto. Los padres de Luisa y su hermana están en completo silencio, no han dicho una palabra desde que comencé a contarles todo.

Su hermana Meybis, si mal no recuerdo, es la primera en hablar.

—Entonces eres un mafioso, ¿no? —pregunta mirándome con cierto brillo en los ojos.

—No exactamente, pero si quieres darle esa definición por mí está bien —respondo, dándole un sonrisa de boca cerrada.

—¡Esto está para morirse! —nos sobresalta Meybis con su grito, dando saltitos como una niña pequeña—. ¡Mi puto cuñado es un mafioso! —Vale, esa no era la reacción que esperaba, pensé que se asustaría—. Oh, esperen a que le diga a los de mí escuela, no se lo podrán creer —me congelo al escuchar esas palabras.

La idea de ser un asesino y que tú grupo se llame Darks —oscuros— es mantener las identidades ocultas, así que está niña no puede abrir su boca. Así que por más hermana que sea de mí Luisa, debo mantener su boca cerrada.

—No puedes hacer eso —le digo, mirándola severamente.

—¿Por qué? —pregunta mirándome con ojos de cachorrito. Odiaba que me hagan esas caras, la única persona en la que no me molestaba es en Luisa y Meybis no es ella.

—¿Qué parte de que es el líder de un grupo asesinos no entendiste? —habla su padre—. Son asesinos anónimos, no puedes andar divulgando por ahí quien es su líder y menos si es el novio de tú hermana —la mirada que le da es justamente la que mí padre nos daba a mí hermano y a mí cuando nos reprendía.

—¿Entonces si dejamos que la saques del país, no le harán daño a nuestra pequeña? —pregunta su madre.

—Les prometo que haré todo lo posible para que Luisa esté a salvo y daré mi vida si es necesario —respondo sin dudar.

El padre de Luisa asiente después de intercambiar miradas con su esposa—. Bien, tienes nuestro apoyo, pero no me falles, Jefferson, porque no me importa que seas un experto asesinando, soy muy bueno con la escopeta —eso me hace reír un poco, no me imagino a este hombre con un arma, pero la mirada que me da me dice que es capaz de cualquier cosa por su familia.

—No le fallaré, señor Leine —digo levantándome. Esperaba que me dijera que podía llamarlo por su nombre, pero al parecer aún no me ganaba ese derecho.

—¿Cuándo podremos ver a Luisa? —pregunta la señora Leine, persona que aún no me ha dado el derecho de llamarla por su nombre tampoco.

—Hoy mismo si quieren, así también le daremos la noticia de los planes que tenemos —digo y ellos asienten.

—¿No puedo decirles a mis amigas que eres un mafioso? —pregunta Meybis con algo de esperanza.

—No puedes, porque si lo haces no podré proteger a tú hermana, ni a tus padres, ni a ti —digo, llegando a la puerta esperando su respuesta.

—Bien, no diré nada —asiento, para luego salir de la casa de los padres de Luisa.

No quería tener a Luisa lejos de mí, pero era algo necesario si quería ganar esta guerra sin perderla.

Cada vez estaba más cerca de vivir la vida que quería con mi reina.


Un amor fuera de los libros © [+18]Where stories live. Discover now