Capítulo 11

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(***)

• Jefferson Gómez •

Cuando llego a la biblioteca recorro todo el lugar buscándola, pero no estaba en ningún lado —¿Dónde carajos estaba? ¿Será que me equivoque y no vino hacia acá? ¿Pero a dónde más podría haber ido?—, me acerco a la bibliotecaria y le describo a Luisa.

—Sí, una señorita idéntica a la que describió estuvo aquí —responde.

—¿Y dónde está? —estaba desesperado, necesitaba encontrarla.

—Se fue con un caballero idéntico a usted —maldigo para mis adentros, el hijo de puta de Lucas nunca dejaba de joder.

Me voy sin tomarme la molestia de agradecerle, era lo que menos me importaba, Lucas me las pagaría y muy caro debía decir.

Manejo directo a mi casa excediendo el límite de velocidad, no sabía cómo supo que vendría aquí, no creía que la estuviera siguiendo, me habrían puesto al tanto de ello. No podía pensar claramente, la cólera me estaba segando y sería capaz de matar a ese malnacido en cuanto lo tuviera frente a mí.

En cuanto llego a casa veo su auto aparcado en su parcela, hoy moriría una rata. Subo a su habitación y entro casi derribando la puerta.

—¡¿Dónde está?! —grito tomándolo por el cuello de la camiseta.

—Eh, tranquilo, hermanito —dice sonriendo, el imbécil tenía ganas de morir hoy—. ¿De quién hablas? —pregunta como si nada. Lo levanto de la cama y lo estrello contra la pared sacándole el aire.

—Sabes muy bien que hablo de Luisa —siseo, presiono el agarre en su camiseta y acerco su rostro al mío—. Lo diré una vez más, hermano. ¿Dónde está? —levanta los hombros haciéndose el inocente.

—Creo que está en su casa, bueno, ahí estaba la última vez que la vi —sonríe—. Aunque creo que no estará ahí por mucho tiempo.

—¿De qué carajos hablas? —iba a matarlo si no se dejaba de estupideces y me importaba una mierda que fuera mi hermano.

—Creo que irá a una cita —lo suelto y me alejo un par de pasos.

—¿En dónde y con quién? —Si no me iba en los siguientes dos putos segundos no respondería por mis actos.

—Si no me equivoco la cita será en el cine, y él quien, eso sencillamente no lo sé —estaba sonriendo y eso solo significaba que se traía algo entre manos.

Me aguanto las ganas de matarlo, mas no de golpearlo, entierro mi puño en su pómulo sintiendo algo crujir, quizás me deslice un par de centímetros hacia su nariz. De nuevo.

—La siguiente vez será una bala en tu cabeza.

Salgo de la casa con la sangre hirviendo, había muchos cines en la ciudad pero solo uno estaba cerca de su casa, quizás a una hora de ella, desde mi casa tal vez tomaría menos tiempo.

El día había transcurrido demasiado rápido, cuando veo la hora ya solo faltaban unos minutos para las nueve de la noche.

Luisa ya debía estar en el cine, me era difícil creer que fueran a ver solo una película. Si el desgraciado le tocaba un solo pelo, lo mataría.

Tendría que contarle mi secreto antes de lo pensado, porque nadie tocaba lo que era mío.

***

• Narrador Omnisciente •

Luisa se arreglaba para ir a la fiesta, solo faltaban unos minutos para las nueve y Lucas pronto llegaría por ella.

Traía un vestido de tirantes y lentejuelas doradas, este se le ceñía como un guante al cuerpo y usaba unos tacones negros de aguja.

Llevaba pensando toda la tarde si debía hacer esto y al final se convenció de que no podía andar por la vida dejando que las personas la lastimaran sin tener consecuencias por ello.

En cuanto llegó su acompañante sintió que los nervios y el dolor iban a derrumbarla, pero armándose de valor dejó su casa con la frente en alto —Hoy me voy a comportar como toda una hija de puta y me importaría un carajo quien salga lastimado— se repetía constantemente intentando convencerse de hacer lo que tenía planeado.

Cuando Lucas ve salir a Luisa no puede evitar pensar en lo sexi que se veía y que no le importaría follársela. Pero se mantiene en su papel, necesitaba que todo saliera como quería, ya había engañado a su hermano al decirle que Luisa iría al cine con otro, encontrarla lo mantendría ocupado el tiempo suficiente.

Le dice a Luisa lo hermosa que estaba, pero de ella no recibe más que una mirada frívola, una que nunca la había visto usar, la verdad es que sentía un poco de curiosidad por sus planes. No sabía lo que había pasado entre ella y Jefferson, pero si estaba así de decidida pensaba que debió haber sido algo que la afectó hasta cegarla.

Se dirigen a la fiesta en un incómodo silencio, parte del plan de Lucas era que Luisa supiera que Jefferson y Clara se acostaban, y que le mintió cuando le dijo que solo eran amigos, porque él sabía que eso era lo que le había dicho.

Mientras tanto Jefferson buscaba por todo el centro comercial a Luisa, había revisado todas las salas en el cine y no había obtenido resultados. La había buscado por todos lados y el no encontrarla lo estaba poniendo ansioso, estaba comenzando a sospechar de las palabras de su hermano.

—Aunque eso explicaría la sonrisa en su rostro al decirme que se encontraba aquí —pensó.

Nadie conocía lo lejos que era capaz de llegar Jefferson para cuidar lo que era suyo, todos desconocían lo posesivo que era y sus alcances. Cuando la idea de poner un rastreador en el móvil de Luisa cruzó su mente creyó que era demasiado, pero después recordó que en su mundo debía protegerla de todos, hasta de el mismo si era necesario. Se sorprende al ver su ubicación, se encontraba en una calle que conocía muy bien, la calle donde vivía Clara.

Sale directo a la casa de Clara, estaba a más de una hora así que pisó el acelerador a fondo intentando llegar lo más pronto posible.

Lucas y Luisa ya habían llegado a su destino, el lugar estaba atiborrado de personas, esta fiesta era aún más exclusiva que la anterior. Bajan del auto y se adentran en el lugar.

Luisa comienza a beber intentando prepararse mentalmente para lo que haría, Lucas no la perdía de vista, la necesitaba ebria para lo que haría.

Comienzan a bailar hasta que los tragos comienzan hacer efecto en ambos, los toqueteos que se daban a los ojos de otra persona parecerían que se tenían ganas, pero en realidad es que ambos se usaban para obtener lo que querían.

Jefferson llegó una hora después a la fiesta, estaba ansioso porque no sabía lo que le esperaba al encontrarla. Él no la creía capaz de hacer algo tan estúpido como acostarse con su hermano, pero lo que si sabía es que la lastimo y cuando estábamos heridos éramos capaces de cualquier cosa.

Lo que ninguno de los tres sabía es que en ocasiones el destino tenía sus propios planes y que una cuarta persona tenía planes con uno de ellos.

Esa noche los cuatro obtendrían lo que más deseaban

Esa noche los cuatro obtendrían lo que más deseaban

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Un amor fuera de los libros © [+18]Where stories live. Discover now