Capítulo 15

1.2K 94 12
                                    

• Lucas Gómez •

La noche con Clara había sido una de las mejores de mi vida, antes de esta noche solo estaban las veces en las que cuido de mí y esas noches seguían por encima de esta. No me detuve a pensar en otra cosa que no fuera en lo bien que era sentir su cuerpo contra el mío o en como me fascinaba tenerla abrazada contra mi pecho o en como mi corazón latía como loco al besarla.

Nunca creí que una mujer podría hacerme sentir algo más allá de lo físico, pero Clara era la excepción a todo eso, porque por ella daría todo lo que tengo y si estar con ella significaba que tenía que dejar mi estilo de vida atrás, entonces lo haría sin pensarlo, porque ahora lo más importante para mí era ella y su seguridad.

Era temprano, no había podido dormir demasiado asimilando todas estas cosas, aunque a Clara no le había costado dormirse.

Bajo la mano por su espalda desnuda, Dios, estar piel contra piel era una de las sensaciones más exquisitas del mundo, tenerla como muchas noches desee era maravilloso y ni hablar de estar en su interior, porque, joder, no había nada que se le comparara.

Hubo muchas noches en las que se había colado entre mis sueños y eran tan vividos que cuando despertaba que costaba creer que era solo eso, un sueño, pero esta noche había superado mil veces esos sueños; lo cálida que estaba, lo húmeda y apretada que estaba para mí.

Joder, me acomodo mejor contra su cuerpo intentando ignorar mi erección, tenía que dormir o no soportaría la resaca.

***

Cuando despierto Clara no está a mi lado, pero escucho el agua cayendo en la ducha. Me levanto y me dirijo al baño.

Ingreso a la ducha con absoluto silencio, estaba de espalda a mí, así que llevo mis manos a sus caderas sorprendiéndola, la atraigo hacia mí y mi dura y muy necesitada erección.

Beso su hombro mientras voy ascendiendo hasta llegar a su cuello, le doy la vuelta, la tomo por los glúteos y la empotro contra la pared, con un solo movimientos entro en su interior. Gime con mi repentina invasión, me quedo unos segundos sin moverme hasta que se adapta a mi tamaño, sus paredes me abrazaban y apretaban, me sentía en el puto cielo estando con ella.

Comienzo a moverme, beso su cuello, sus labios y dejo marcas por donde paso, aumento la velocidad de mis movimientos, tira de mi cabello y gime con fuerza, ese sonido era música para mis oídos.

—¡Lucas!

—Eres mía —la penetro hasta el fondo—. Solo mía ¡Joder! A partir de ahora, solo yo puedo tenerte así —tensa las piernas alrededor mi cintura y me corro junto a ella. Sus fluidos cubrían toda mi longitud cuando la saco de su interior y los míos corrían por sus piernas.

Me quedo en la ducha con ella, lo que termine en un segundo round. Me era imposible estar lejos de ella, sentirla se había vuelto una adicción, al escuchar mi nombre mientras llegaba al orgasmo, todo con Clara era increíble.

***

Estábamos en el tercer piso de la casa, así que nos vestimos y bajamos a comer. Entrelazo nuestros dedos y al momento de llegar a la planta principal nos reciben miradas curiosas de los pocos que se habían quedado. Nunca me había mostrado así con una mujer.

Dentro de los que se quedaron estaban Luisa y Jefferson, se les veía muy cariñosos, al parecer todo había resultado bien entre ambos. Intercambiamos miradas, pero nos mantenemos alejados del otro. Nos dirigimos a la cocina y en cuanto pongo un pie en ella se me hiela la sangre.

¿Qué demonios hacia ella aquí?

No podía creerlo, después de tanto tiempo había vuelto y si ella estaba aquí solo significaba una cosa, problemas, muchos problemas.

Laila Reyes

La conocí hace un año en una fiesta, nos emborrachamos y terminamos en la cama —algo que para mí era normal—. Pero lo que me sorprendió, fue que mi hermano llego al día siguiente con ella a casa, él y yo nunca habíamos compartido mujeres, por lo que me resulto muy extraño.

Laila Reyes tenía ese aire de que siempre obtenía lo que quería. Intento acostarse conmigo y mi hermano al mismo tiempo, porque al parecer tenía una clase de enamoramiento por ambos, pero en cuanto se dio cuento de que no cederíamos a sus deseos, enloqueció —bueno, se volvió más loca de lo que ya estaba—. Entonces iniciaron los problemas, comenzó a esparcir el rumor por el instituto de que la habíamos obligado a hacer un trío con nosotros, la mayoría no le creyó, sabían la reputación que tenían los hermanos Gómez, pero sus padres creyeron cada una de sus mentiras.

Nos denunció, quería llevar todo esto frente a un tribunal, pero mi padre como el buen abogado que es alego de que no había pruebas de tal cosa, además de que la primera vez que nos acostamos estábamos demasiado borrachos para tener las cosas claras y que así como había sucedido conmigo pudo haber pasado con otros chicos, y que simplemente nos estaba confundiendo.

A sus padres no les quedo más que retirar los cargos, pero Laila seguía con la loca idea de que nos amaba, de que era la mujer para nosotros y que solo ella podía estar con nosotros.

Aprieto la mano de Clara instintivamente —tenía que hablar con mi hermano—, pero antes de poder dar un paso ella me detiene.

—Hola, Lucas —dice sonriente, no le devuelvo el saludo, así que su mirada cae en Clara, específicamente donde nuestras manos se tocaban, veo un destello de odio en su mirada.

—Hola, un gusto, soy Laila —antes de que Clara pueda estrechar la mano que le tendía la detengo.

—Nos vamos —tiro de Clara y salimos de la cocina.

Busco a Jefferson con la mirada y para mi suerte seguía aquí.

—Tenemos que hablar —asiente y deja a Luisa con Clara, no nos alejamos demasiado, ya que quería tenerlas en la mira por si Laila quería intentar algo.

—¿Qué sucede? —pregunta con tono molesto.

—No te molestes aún, que tenemos un serio problema —enarca una ceja—. Laila —solo con mencionarla se tensa de pies a cabeza.

—¿Qué pasa con ella? —pregunta, ojeando a Luisa.

—Está aquí, para ser exactos, está justamente aquí —y como si sintiera su mirada, se voltea hacia ella.

—Nos vemos en la casa, no voy a dejar que se acerque a Luisa —se dirige hacia ella, la toma de la mano y se van de la casa.

Laila mira con puro odio a Luisa y hace lo mismo cuando paso a su lado con Clara de la mano.

Teníamos que pensar muy bien lo que haríamos ahora, mi hermano y yo nunca habíamos tenido a alguien tan importante en nuestras vidas. En ocasiones no lo soportaba, pero Luisa era tan importante para él cómo Clara para mí y el solo hecho de que Laila estuviera aquí ponía todo en riesgo. Ella era capaz de hacer lo que sea para tenernos solo para ella.

Subimos al auto y tomo rumbo a la casa, no le explico nada durante el trayecto, teníamos que actuar rápido si no queríamos que todo nos explotara en la cara.

La última vez nos denunció, no sabía lo que podría hacer ahora. Pero una cosa era segura, Laila Reyes era peligrosa, al igual que su familia.

Un amor fuera de los libros © [+18]Where stories live. Discover now