Capítulo 19

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• Laila Reyes 

Desde que tengo memoria he sentido una pequeña atracción hacía los Gómez. Simplemente son una obra de arte y no cualquier mujer puede tenerlos. Solo una mujer puede y soy yo.

Hace unos años casi me salgo con la mía y obtengo lo que quería, pero omití un pequeño detalle y es que no tenía pruebas de lo que acusaba a los Gómez. Así que me fuí por un tiempo.

Hasta que me enteré de una pequeña desgracia. Dos zorritas andaban con ellos. Obviamente no podía permitir algo así.

Entonces hice acto de presencia para reclamar lo que es mío, la mayoría de los que me conocen dicen que estoy loca y así pero la verdad es que simplemente estoy enamorada "ellos están hechos solo para mí" y nadie puede tenerlos.

Todo fue más fácil de lo que creí, cuando hable con Lucas sentí que mi mundo se movía de nuevo, pero todo se fue a la mierda cuando la vi con su zorra. Igual en el caso de Jefferson. Ellos siempre se hacen los difíciles, pero aún así terminarán siendo míos, aún si no es en esta vida.

Mandar al hospital a Luisa fue fácil, cuando se detuvieron en un café antes de seguir su camino a casa me hice pasar por una trabajadora y preparé su bebida. A Clara la dejé para después porque si no donde queda lo divertido de todo esto.

Y eso me lleva a este preciso momento, el estar frente al amor de mi vida.

Estoy mirándolo con los ojos llorosos por todo lo que dijo. «Lo haré todo con ella» «La amo más que a nada» «Voy a casarme con ella». Esas palabras no paraban de dar vuelta por mi mente.

Siento como algo se rompe en mi interior y lo único que quiero es acabar con Luisa por haber echado a perder mis planes. Pero la única razón por la que no pierdo la compostura es porque él me necesita para despertarla.

Veo como saca un arma y me apunta.

—Si te metes con Luisa, te metes conmigo. Nadie toca lo que es mío —dice, mientras se lleva un teléfono a la oreja.

Así que me muevo rápido, me dirijo a dónde está el suero de Luisa. Una dosis más de mi veneno y su corazón no volvería a latir.

Cuando Jefferson ve lo que hago, le quita el seguro al arma.

—Oh no, amorcito. Baja eso muy lentamente, porque si no tu queridísima Luisa no despertará nunca más —digo con una sonrisa de oreja a oreja.

Él no se mueve lo cual me desespera.

—Hay que dejar las cosas muy claras aquí, amorcito. Tu y yo pasaremos tu cumpleaños juntos como debe ser, me llevarás a mi como tú novia y harás todo lo que yo diga, o si no, Luisa no despierta —lo miro como lo haría un cachorro confundido—. ¿Entendiste amorcito? —le pregunto.

Baja el arma lentamente, sé que lo tengo atrapado contra las cuerdas y aprovecharía este momento tanto como pudiera.

—Así me gusta, amor —digo y me acerco lentamente. La mirada que me echa podría ponerme los pelos de punta, pero se que no me hará nada, así que no me detengo—. ¿Prometes comportarte? ¿Hacer todo lo que yo diga? ¿Y sin quejarte? —pregunto. No me importa si lo estoy forzando.

—Si le haces algo no dudaré en apretar el gatillo cuando tenga la oportunidad —responde, noto la molestía en su voz.

—No te preocupes, amorcito, ella estará bien mientras tú te comportes —digo, me acerco lo suficiente como para que nuestras respiraciones se encuentren—. ¿Nos vamos, cariño?—pregunto, porque aunque él no quiera nos iremos en este momento.

Simplemente no responde y se aleja de mí. Comienza a caminar hacia la salida y lo sigo.

Me sorprende no ver a Lucas y a su zorrita en la sala de espera. Ya después me encargaría de ella.

Ahora solo tenía que concentrarme en la fiesta que me esperaba.

Lucas y Jefferson serán míos sin importar el costo, porque yo fuí hecha para estar con ellos.

Un amor fuera de los libros © [+18]Where stories live. Discover now