Capítulo 30

570 48 13
                                    

• Jefferson Gómez 

Cuando naces en este mundo corres con la mala suerte de que tus seres queridos pasen por esto. Luisa nunca debió pasar por esto, pero al ser la Reina de los Darks era alguien muy importante en mí organización.

Pero está sería la última vez, no volvería a permitir que le hicieran daño. La familia Reyes ya me había jodido lo suficiente y era hora de acabar con ellos de una vez por todas.

Ahora mismo, no dirigimos a Corea. Todos estábamos preparados para la guerra que tendríamos al llegar. Y lo único que pedía es que a Luisa no le pasara nada, daría mi vida por ella sin pensarlo dos veces.

Solo faltan unos quince minutos para llegar y no veía la hora de regresar a mí reina a casa, junto a mí que es donde debe estar.

• Luisa Leine •

No voy a negar que cuento los segundos para que llegue Jefferson, se que con el rastreador nos encontrarán. Pero solo espero que sea pronto, porque si no lo único que hallará serán dos cadáveres. Se que Jefferson debe pensar que no nos matarán porque nos necesitan para atraerlo a él, pero a Caleb no le importa él, lo único que si le interesa es verme muerta y lo que lo hace peor aún, es que Meybis también es objetivo de su venganza.

Ya perdí la cuenta de todas las veces que me oriné encima, nos están torturando con electricidad y lo hacen hasta el punto en qué gritamos y nos retorcemos.

El dolor que siento no se compara a ningún otro, he llorado, gritado y pataleado para que nos dejen salir de aquí, pero simplemente no lo harán. Y lo que me duele aún más, es mi niña, mi hermana, verla en este estado es solo mi culpa, yo debía protegerla.

Caleb solo admira lo que supone que para él "Una obra de arte" está igual de loco o peor que su hermana. Toma un reposo de cinco minutos, para después continuar y si soy honesta no creo resistir una más.

—So..solo mata...me... y déjala... —no tengo la fuerza para hablar, pero solo quiero que dejen ir a Meybis.

—¿Y perderme la diversión de ver el rostro de Jefferson cuando encuentre sus cuerpos? —ríe como un maldito psicópata, si no me sintiera tan mal tal vez me asustaría—. No, ese no es mi estilo. Quiero ver cómo lo destruyo —da unos pasos atrás y da la seña de nuevo.

No tengo ni la fuerza de levantar mi cabeza para desafiarlo. Ahora mismo solo quiero cerrar los ojos y despertarme en los brazos de mi chico rizos.

Los hombres se preparan de nuevo y comienzan con mi infierno...

—¡Ahhh! —me retuerzo, grito, lloro—. ¡Paren, por favor! —ya no puedo más, siento como mi cuerpo me pide a gritos que deje de luchar y me deje llevar por la oscuridad—. Pa...paren... —y lo hacen.

O eso creo yo, ya no siento la electricidad recorriendo mi cuerpo. Solo oigo mi respiración y disparos de fondo.

Disparos...

No sé si es mi conciencia intentando jugar conmigo, pero solo espero que sea Jefferson. Intento levantar la mirada y cuando lo logro, veo el rostro asustado de Caleb.

Sí, es él, mi chico rizos está aquí.

—Te dije que... vendría —logro pronunciar, antes de desmayarme.

Jefferson Gómez

Nos encontramos en tierra. Tenemos rodeado el galpón donde tienen a Luisa y a su hermana. Solo espero que no sea demasiado tarde, si no todo el puto mundo va a pagar por la furia que voy a desatar.

—Todo listo, señor —dicen en el intercomunicador.

—¡Ahora! —Entramos en el galpón y se desata el infierno.

Disparos y olor a pólvora por todos lados. Disparo a un hombre que se acercaba como maniático, lo hago a diestra y siniestra a todo aquel que se pone en mi camino.

Es un galpón gigante, tiene tres pisos y en cada uno de ellos hay como díez puertas. Luisa debe estar en uno de ellos.

Pero hay muchos hombres, no podemos subir hasta acabar con todos ellos.

Sigo con mi tarea de matar a todo aquel que sea mi enemigo, siento como alguien me cae por atrás y me hace caer. Me volteo justo para detener el puñetazo que iba a mí rostro, mi atacante y yo nos ponemos en una batalla cuerpo a cuerpo. Saca una navaja y me levanto. No puedo quedarme mucho aquí, necesito encontrar a Luisa.

Saco la mía y me lanzó sobre él. Le asesto una cortada por las costillas, me agacho, lanza una que va a mi cuello y aprovecho para empujarlo para que su cabeza de contra el suelo de concreto. Escucho un crujido, pero aún no me conformo y le cortó la garganta llenándome de sangre.

Me levanto y veo que mis hombres ya han acabado con casi todos los hombres de Caleb. Salgo corriendo al tercer piso, deben estar ahí sé que él no se pondría ni en la primera, ni segunda planta.

Cuando llego, comienzo a abrir puerta por puerta. Preparándome para la batalla que me espera. Llego a la última y se que están aquí, preparo mi arma una desert eagle y derrumbo la puerta.

Mato de una vez a los dos hombre que protegían a Caleb, mis reflejos fueron lo suficientemente rápidos para hacerlo antes de que ellos reaccionarán.

Apunto directamente a Caleb.

—Vaya, en serio no creí que me encontrarías —dice haciéndose el inocente.

—Y no solo te encontré a ti maldita rata, ahora mismo mis hombres están acabando con tu adorado hogar y con ello a tus padres —ahora la mirada que recibo por su parte es de puro odio.

—Pero ahora me iré sabiendo que si tú hermosa reina sobrevive, jamás olvidará lo que le hice —dice acercándose—. Puede que hoy me mates y me olvides. Pero ella jamás lo hará —y boom. Esas fueron sus últimas y asquerosas palabras.

Puede que tenga razón, pero estaré con Luisa y nunca la dejaré.

Mis hombres entran en la habitación y se acercan a la hermana de Luisa que está desmayada.

Yo corro a dónde Luisa y la levanto de esa silla. La acuesto sobre mi regazo y veo su rostro.

Me jode verla así, saber qué está así por mi culpa me duele.

—Nena, aquí estoy. Mi pecas, déjame ver esos hermosos ojos, aquí estoy —como si me escuchara los abre y me regala una pequeña sonrisa.

—Chico rizos, sabía que me encontrarías —dice en un pequeño susurro.

—Siempre lo hare, mí reina, ya se acabó, más nunca pasarás por esto de nuevo —ella solo responde relajándose en mis brazos—. Vámonos a casa.

Me levanto y salgo con ella en brazos. Me alejo de ese lugar y me voy a el lugar que a partir de ahora llamaremos hogar.

Es hora de vivir la vida que mi Luisa se merece.

***

Hola, mis estrellitas. En este capítulo les traigo una sorpresa y espero de corazón les guste.

La ilustración de nuestro Jefferson Gómez *inserta gritos de emoción*

La ilustración de nuestro Jefferson Gómez *inserta gritos de emoción*

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Un amor fuera de los libros © [+18]Where stories live. Discover now