Capítulo 29

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 • Jefferson Gómez •

Se la llevaron.

Esas tres palabras atormentan mí cabeza desde que me informaron. La habían arrebatado de mí lado de nuevo, pero está vez no dejaría que intentaran matarla.

Caleb Reyes es lo suficientemente inteligente como para no matarla. La necesita con vida para atraerme a él.

Voy a matar al hijo de puta que me vendió, esta vida no le va a ser suficiente para todo lo que le quiero hacer. Ahora mismo debería estar corriendo lo más lejos de aquí, porque lo voy a buscar el resto de mí puta vida.

La impotencia, la ira y la decepción de mí mismo es lo que recorre cada parte de mí cuerpo ahora mí. Me juré a mí mismo que no le pasaría nada a Luisa de nuevo, pero fallé otra vez.

Estrello mis puños contra el escritorio una y otra vez. Siento el dolor en mis manos, pero la ira es mí motor ahora mismo.

—Jefferson, tienes que calmarte. Necesitas pensar con la cabeza fría para encontrarla —dice Lucas. Había olvidado por completo que estaba aquí.

—¿Quién demonios me vendió? —susurro—. ¿¡Quién puta madre me vendió!? —grito, sacando mi arma y poniéndola en el escritorio.

—Cálmate —Lucas mira mí arma y luego a mí. Se lo que piensa, pero nunca atentaría con la vida de mi propio hermano.

Antes de que pueda responder, alguien nos interrumpe.

—Señor, lo tenemos —dicen a través de la puerta.

Una sonrisa se plasma en mí rostro, al parecer no será necesario perseguirlo el resto de mí vida.

—Llevenlo a la sala de torturas, quiero que todos y cada uno de mis hombres estén ahí —agarro mi arma y me dirijo a la salida.

 • Luisa Leine •

No veo nada. Tengo la cabeza cubierta y lo único que escucho es una respiración a mí izquierda. Meybis.

El resto de la habitación está en silencio, nos trajeron aquí hace como una hora. Cuando nos encontraron, peleamos con todo para que nos dejarán libres, pero sabía que era inútil. Ellos estaban armados y a mi me controlaba la ira y la impotencia.

—Luisa... —lloriquea Meybis.

—Shhh. Tranquila, todo está bien, estaremos bien, Jefferson vendrá por nosotras —respondo en un susurro.

Unos pasos acercándose llaman mí atención. Venían aquí eso era seguro. Meybis a mí lado comienza a llorar más fuerte.

—Cálmate. Respira, ¿sí? Te prometo que estaremos bien —lo digo para convencerme yo también, pero no puedo mostrar ante ella que estoy aterrada, tengo que ser fuerte por ella.

Entran a la habitación, cuento los pasos.

Uno.

Dos.

Tres.

Cuatro.

Eran cuatro personas en la habitación. Escucho como dos se mueven, hasta sacar lo que cubría nuestras cabezas. Parpadeo para acostumbrarme a la luz, cuando lo logro lo primero que hago es ver a Meybis. Después de las lágrimas y el miedo plasmado en su rostro estaba bien.

Después pongo mí atención en los hombres frente a mí, tres de ellos eran altos, bastante fornidos y cada uno estaba armado. El cuarto, era más bajo y se me hacía extrañamente familiar, esa mirada tan intensa ya la conocía.

Un amor fuera de los libros © [+18]Where stories live. Discover now