27

153 25 0
                                    

POV: Kim Yongsun

Seúl, Corea del Sur.

Lo primero que hice el martes fue mandarle el manuscrito a Irene, la editora. Después acompañé a mi madre a hacer compras para la casa porque, y cito textualmente, «Tu refrigerador parece estar a la venta» y cociné con ella el almuerzo. Luego me dediqué a responder comentarios que la gente había dejado en el blog ante mi anuncio de que se venía un libro.

Aproximadamente a las cuatro de la tarde fue cuando dejé de fingir que no me importaba el hecho de que iba a encontrarme con Moon por Skype y que nos íbamos a ver por primera vez con camarita. Puede que me haya alisado el pelo con plancha, y eso me haya tomado hora y media y costado doscientos cabellos, y no negaré que prendí unas cuatro veces la webcam solo para decidir qué ángulo me convenía más y evaluar si la camisa que había escogido estaba demasiado escotada o no.

Lo estaba, así que me la dejé puesta. Faltando solo media hora para nuestro encuentro, fui atacada por los mismos demonios que vinieron a mí antes de escucharla por radio. ¿Qué tal si se toma superbuenas fotos pero en la realidad tiene dos papadas? ¿O si es una de esas personas que pestañean demasiado rápido y no puedes concentrarte cuando les hablas? ¿O si mira chueco?

La verdad es que nada de eso me importaba mucho; ya había ingresado plenamente a ese nivel de gusto por una persona en el que tu cerebro actúa como borrador ante cualquier defecto que descubres. A las nueve en punto nos videollamamos.

Por un momento no estuvimos seguras de si las cámaras estaban conectadas, y entonces hicimos el gesto de saludo durante unos quince segundos seguidos hasta darnos cuenta de que parecíamos unas idiotas. Sirvió para que nos riéramos de arranque y nos soltáramos un poco.

-Eso fue un poco incómodo -dije sonriendo.

-Y eso que todavía no nos ha pasado que la imagen se quede congelada justo en la cara más fea posible...

-No me identifico con eso, no tengo caras feas.

-Es bueno saber que en vivo y en directo eres igual de atorrante -dijo, y me reí. 

-Okay, entonces hagamos algo: pongamos la peor cara que se nos ocurra, así cuando ocurra, no nos agarre desprevenidas.

-Perfecto.

La vi arrugar la cara, estirar la boca y desorbitar los ojos, mientras yo sacaba la quijada hacia un lado y ponía mirada de pánico. Soltamos una carcajada al mismo tiempo, producto de la inmensa idiotez que acabábamos de hacer.

De repente se quedó en silencio y me miró. Pensé en hablar, pero detuve las palabras antes de dejarlas salir. Pasaron unos segundos más. Ella seguía sin quitarme la vista de encima y comencé a ponerme nerviosa, a sentir que debía llenar el silencio. Sus ojos me sonrieron como dándome la bienvenida, y entendí que solo buscaban conocerme y reconocerme. Respiré hondo, le sonreí de vuelta.

-¿Cómo estás? -dijo de pronto.

-Bien, bien.

-Leí en Twitter que habías terminado tu libro.

-¡Sí! ¡He parido!

Sexy analogía, Yongsun, bien hecho.

-Deberías mandármelo, me encantaría leerlo.

-¿En serio?

-Claro que sí.

-¿Y tú cómo estás?

-Bueno, vas a tener que darme un par de datos sobre cómo vivir al máximo la vida de desempleada...

-¿De qué hablas? ¿Qué pasó?

Click [MoonSun] [Finalizada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora