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Sentada en el dormitorio de Wheenie, recuerdo el beso y siento un nudo adentro, como un vértigo. No entiendo qué pasa entre Byul y yo. Esta conexión, no se compara con nada que haya sentido antes y me asusta. ¿Qué tanto control tengo realmente sobre esta situación? No puedo ser tan estúpida de involucrarme cuando las señales negativas son tan claras. Ella solo está fascinada con esta química y con la idea de una mujer más volviéndose loca por ella, esta vez incluso sin tener que tocarla...

-Tierra llamando a Yongsun...

-¿Ah?

-¿En qué piensas?

-Estaba acordándome de algo que pasó con Moon ayer.

-¿Quién es Moon?

-La chica de la que te hablé el otro día, la japonesa que conocí por Twitter.

-¿Sigues en eso?

Me dolió un poco la pregunta.

-No entremos en la discusión sobre cuánto nos duran los caprichos porque no vas a salir bien parada.

-¡Mírate sacando las garras como si estuvieras enamorada!

-No. Sí me gusta un poco, pero no sé, o sea...

-Santa Hwasa María, ¡estás enamorada!

-Cállate.

-¡Mírate! ¡Toda roja y acalorada! O estás enamorada o estás con la menopausia, hermana.

-¡Suficiente, Whee In! Cambiemos de tema.

- Okay. ¿Crees que puedas bajarle el volumen a tu amor desbordado un par de minutos para que me ayudes a escoger el lugar para la boda?

-Tengo un lugar al que quiero mandarte ahorita.

-Ya, ya, no te voy a molestar más.

Me abrazó y sonreímos mientras me mostraba en la pantalla de su laptop las imágenes de las distintas opciones que había preseleccionado como locaciones. Mi mente hacía un esfuerzo por mantenerse atenta, pero no podía quitarme las palabras de Wheenie de la cabeza: «Estás enamorada». ¿Sería cierto? Sería francamente absurdo.

Había quedado con Moon en que volveríamos a conversar esa noche. Al día siguiente sería feriado y ella no tenía planes; yo tampoco. Wheenie intentó convencerme para ir a una fiesta, pero logré escapar del plan mintiéndole con que me sentía mal del estómago. Últimamente, las mentiras parecían estar a la orden del día en mi vida.

Dado que todo el mundo saldría a divertirse, con la finalidad de no ser las dos perdedoras que se quedarían chateando, acordamos que, mientras hablábamos por Skype, fumaríamos un cigarro. Era una idea loca que se nos había ocurrido para desbloquearnos, y pensar juntas en ideas nuevas mi libro y para su investigación.

A las nueve de la noche estábamos conectadas y comenzamos la conversación. Yo fumaba sacando la cabeza por la ventana, lo cual hacía todo un poco más idiota y divertido, porque en una mano cargaba la laptop mientras en la otra sostenía el cigarro encendido y mi cuerpo resultaba dividido entre el dormitorio y la intemperie. Le describí la escena a Moon y rió a carcajadas, y su risa, obviamente, me dió un ataque de risa a mí. Mi risa empezó a volverse un sonido ahogado y agudo, como una tetera hirviendo de manera intermitente. Este descubrimiento, para Moon, fue más de lo que podía manejar y la escuché reírse hasta que suplicó misericordia, porque sentía que explotaría en cualquier momento.

Esto se repitió unas cinco veces durante nuestra conversación. En un momento pasamos a mostrarnos mutuamente las imitaciones que éramos capaces de hacer. Ella era una caja de sonidos extraños y maravillosos: podía imitar el sonido de un aplauso de película antigua, una gallina y a los locutores de radio de los años setenta.

Yo le respondí con un gato maullando y mi favorita: la señorita del aeropuerto que anuncia los vuelos. Otro ataque de risa fue provocado por los cinco minutos que estuvimos diciendo la misma frase, pero remplazando las palabras por sinónimos cada vez más floridos y complicados.

-Sí, pienso lo mismo.

-O sea, estás de acuerdo con lo que planteo.

-Claro, es decir, comparto tu punto de vista respecto del tema que has puesto sobre la mesa.

-Por tanto, podríamos decir que te encuentras en la misma postura ideológica que acabo de bosquejar.

-Ciertamente, me encuentro en posición de afirmar que, en la autopista de las opiniones, estamos sin lugar a dudas en la misma vereda.

En algún punto intercambiamos canciones. Ella me mandó Weekend de Taeyeon, y yo le mandé You can't sit with us de Sunmi.

Decidimos crear una playlist en Spotify, donde iríamos aumentando canciones con el tiempo. Con el tiempo. ¿Habría tiempo? Al parecer queríamos que así fuera.

Le conté que había ido a la cocina y descubierto la mejor combinación de alimentos en la historia de la humanidad: helado de vainilla con Doritos. Me dijo que sonaba espectacular, pero que ella no tenía muchos implementos en su casa, así que solo comía pan tostado con mantequilla. Y estuvimos de acuerdo en que el pan con mantequilla es la mejor combinación de alimentos en la historia de la humanidad.

Fue ahí, en medio del sinsentido y las risas agudas, que me di cuenta que Wheenie tenía razón. Estaba enamorada de ella. Ya no era una fantasía que servía como entretenimiento, ni un encaprichamiento adolescente; la quería. Nos sentía compatibles en todo aquello que era importante y, sobre todo, la pasábamos tan bien juntas, tan genuinamente bien, que me daba la sensación de que seríamos buenas compañeras.

Eran las dos de la mañana y el sueño ya nos ganaba.

-La pasé genial.

-Yo igual

-Nos encontramos en sueños, guapa.

-Dale.

-Un beso.

-De aquellos.

-De aquellos...

Click [MoonSun] [Finalizada]Where stories live. Discover now