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Gabriel corría desesperado detrás de la camilla, su respiración era agitada pero igual continuaba con su cometido, de repente una enfermera lo tomo del brazo e hizo que frenará su marcha, la camilla desaparecio frente a el detrás de dos enormes puertas que se cerraron con fuerza, la enfermera lo saco del camino y lo guió hasta un costado.

─Señor si quiere entrar en la sala debe higienisarse.

El hombre la siguió sin siquiera atreverse a cuestionar, ambos entraron a una sala, la enfermera le señalo un lava manos, este hizo caso todo en silencio, se lavo las manos, se quitó el saco, se colocó un ambo, cambio sus zapatos por unas botas de hospital y en la cabeza se colocó una cofia.

Una vez listo, con barbijo puesto, la enfermera y el hombre entraron a la sala de cirugía, a lo lejos se podía ver a Nathalie, dormida, lucía tranquila a pesar de la situación, a paso silencioso Gabriel se acercó, tomo su mano y luego se alejo, los doctores hicieron su trabajo sin ninguna preocupación, y al cabo de unas pocas horas, al fin, el nuevo heredero de la familia llegó a las vidas de todos, tenía buenos pulmones, lloraba tanto que podría despertar a su madre, era un bebé sano y regordete; tuvo que nacer por cesárea, ya que la salud de Nathalie debido a los daños causados por el pavo real nunca volvió a ser la misma y el diseñador no quería arriesgarse.

Una vez terminado el parto, el bebé fue llevado a la sala de infantes y la madre a una sala común donde estaría ahí hasta que despierte, obviamente Gabriel no se separó de su lado y todo el tiempo sostuvo su mano.

Al caer el atardecer la hermosa mujer abrió sus ojos, la anestesia había pasado, aunque aún la tenía un poco soñolienta, Nathalie no pudo evitar sonreír al ver a Gabriel durmiendo sin dejar de sostener su mano.

─Cariño─ musitó en tono suave ─Amor mio, despierta─ lo toca, pero nada, el estaba demasiado dormido ─¡SEÑOR AGRESTE!─ grito con fuerza, obteniendo lo que quería

El hombre brinco y por inercia miro hacia su costado derecho, al no ver nada regreso su vista hacia el frente, viendo como su hermosa esposa reía por la escena.

─¿Ya te dije que eres adorablemente malvada?─ la besa ─Todo salió muy bien, Thiago peso cuatro kilos setecientos, está muy sano y hermoso como su mamá

─¿Ya podemos verlo?.

─Claro, solo debías despertarte, ¿segura que puedes caminar?─ ella bosteza

─Mejor esperemos unos momentos, no creo poder mantenerme, sigo tonta─ ríe

Los dos se quedan así durante un buen tiempo, hasta que la puerta de la sala se abre, detrás de ella estaba Adrien, con el pequeño Thiago en brazos, a Nathalie casi se le derrite el corazón por la escena, obviamente no pudo evitar llorar.

─Mama si sabía hubiera esperado─ entra acompañado de Marinette, quien cierra la puerta detrás de ella

─Tranquilo─ seca sus lágrimas ─Nunca pensé que podría llegar a verte así, a tener está hermosa familia─ mira a Gabriel ─Pensé que moriría sola un día dentro de la mansión mientras ustedes estuvieran de viaje─ mira el suelo

─No digas eso cariño─ la reto su esposo sutilmente ─Eso es pasado, ahora nunca más estarás sola, nos tienes a todos nosotros─ Adrien se acerca y le entrega al bebé, ella lo toma y sonríe

─Gracias Gabriel.

─Si hubiera sabido que para todo esto lo tenía que golpear, lo habría hecho antes─ rio el modeló

─Dije lo mismo─ victoreo Nathalie

─No entiendo porque teníamos que contarle lo de mi sueño─ se quejo el diseñador ─No van a dejarme jamás en paz, si, me equivoqué, pero ya olvidenlo

─Nunca Gabriel, es esto o las esposas─ agrego Marinette

─Los odio─ bufo

─Nosotros también te amamos amor mio─ rio Nathalie

La familia se quedó así, toda reunida, admirando al recién nacido, a pesar de haber hecho tanto escándalo cuando nació, ahora estaba tranquilo, tan tranquilo como su madre.

Al cabo de unos días, los dos fueron dados de alta, volvieron a la mansión Agreste la cual, por suerte tuvo sus refacciones a tiempo, hubo que acondicionar habitaciones, las barandas de la escalera y todo lo que pudiera ser peligroso, así el niño crecía sano y salvo, más aún, sin nadie aterrorizando la ciudad.

Aquí es donde termina nuestra hermosa historia, una que comenzó demostrando que aveces la vida te tiene que golpear dónde más te duele para abrir los ojos y dejar de estar estancado en el mismo lugar, y empezar a ver hacia adelante, por qué si estoy seguro de una cosa, es que nosotros mismos somos los únicos dueños de nuestro futuro y de nuestra felicidad, sean como Gabriel y aprendan a que aveces, las cosas mas bonitas no están muy lejos, sino, a un escritorio de distancia.

El fin.

Miraculous: ChangesWhere stories live. Discover now