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¿Cuántas veces te tengo que decir que no me molestes mas?.

Se escuchó decir a una voz ronca, lucía angelical pero daba escalofríos a cualquiera que la escuchara.

─Lo se, pero te juro que está vez no te llamo para pedirte dinero, una de tus prostitutas se acerco a mí esposo y necesito que la pongas en su lugar.

Del otro lado se escuchó una risa estruendosa que duro algunos minutos.

¿De quien se trata?.

No se, trabaja como enfermera.

─Hija, ninguna de mis damas trabaja, todas se encuentran bajo mí tutela dando placer.

─Pero ella te conoce, dice que la iniciaste.

Otra risa se siente, está vez más fuerte.

Eso es como buscar una aguja en un pajar, inicie a todas las prostitutas que trabajan para mi.

Hace algo.

Mira Emilie, respeto tu decisión de no ser Madame como tu hermana, ella si es mí orgullo, pero no pienso meterme en esto, si tu marido necesito buscar una prostituta para gozar un poco, el problema es tuyo─ ríe nuevamente esta vez más calmado ─Vuelvo a decírtelo, no me molestes mas a no ser que llames para decirme que aceptaste ser la madame del  burdel que voy a abrir en el barrio bajo de París.

La llamada se cortó, Emilie se dejó caer al suelo y empezó a llorar, pero no iba a dejar que esto se quede así, Gabriel es el amor de su vida y perdió mucho por estar a su lado, no pensaba dejar que una prostituta barata le quite lo más importante que tiene, es por eso que se cambió y fue hasta el hospital, tenía que aclararle a esa mujer que estar junto a Gabriel no era una opción: apenas puso pie en ese lugar vio como todos corrían de un lugar a otro, las enfermeras estaban por ahí escoltando camillas o llevando remedios.

─¿Señora necesita algo?.

Escucho decir a una voz, está se gira y ahí la ve, lucía diferente a las demás, mientras que las otras enfermeras llevaban puestos ambos color verde claro, ella tenía uno blanco, pulcro y reluciente, si tan solo supieran lo asquerosa que es.

─Hablar contigo─ dijo girándose y dejando que Nathalie la vea mejor

─A mí oficina por favor─ le señala una puerta, la rubia camina y está la escolta ─¿Que es lo que quiere?, hoy es un día de mucho trabajo no puedo perder el tiempo

─Aléjate de Gabriel─ replicó ─Solo eso te digo, porque no pienso responder de mí

─Mire señora, no me pienso alejar de Gabriel, y se lo digo así porque nuestra relación es estrictamente de amigos, no tengo nada con el ni quiero tenerlo.

─Eres una puta─ la interrumpió, Nathalie se espanta ─Tu trabajo es sacarle los maridos a las demás, ¿cómo pretendes que esté tranquila?, tarde o temprano te la vas a insinuar como la puta que sos

Nathalie la golpea, tan fuerte que dejó su mano marcada en su mejilla, la rubia se toma el rostro y se levanta.

─Salga de mí oficina y llévese sus celos con usted, si su marido algún día cae ante mis encantos es porque en casa no le dan lo que necesita, ahora largo.

Emilie sale enfurecida, la enfermera no logra contener el mal estar y empieza a llorar, todo estaba arruinado para ella, lidiar con esto era mucho, podía aceptar un poco de celos, pero que le vengan a gritar en el único trabajo decente que tiene, era algo que no podía aguantar.

El día se hizo muy largo y pesado para ella, casi que no acababa más, siendo las cinco de la tarde y como siempre, Gabriel entro por la puerta principal para escoltarla hasta la su casa, aún molesta con lo que había vivido en la mañana, la de blanco ordenó hacerlo pasar a su oficina, el hombre acato la orden y paso directo hacia allí, encontrándose con Nathalie mirando por la ventana que daba a la guardia.

─¿Que paso?.

Ella se gira y lo mira fijo, con su mano señala la silla y este se sienta, luego copia la acción sentándose frente a el.

─Emilie vino temprano y me digo cosas horribles, aprecio mucho tu interés en ayudarme por lo que sea que creas que hayamos vivido, pero aquí nadie sabe lo que soy ni lo que hago, no pretendo que se enteren, asique creo que será mejor que terminemos aquí, regresa a tu casa con tu mujer, y olvídate de mí por favor.

─Hablare con ella, no tienes porque preocuparte.

─No quiero que arregles nada, esto va a ser un desastre tarde o temprano, necesito que tomemos distancia, me llamo por la palabra con "P" a los gritos y no me refiero a la delicada, me refiero a la fuerte, si aquí alguien se entera de lo que soy va a ser una enorme vergüenza para mí y ni hablar que perderé el trabajo, te suplico que te olvides de mi.

─No puedo Nathalie.

─¿Por qué?. . .

─No lo sé, tengo que ayudarte, no te puedo dejar sola en las garras de ese hombre─ suspira ─No te mereces esto, por favor, créeme, haré que Emilie nunca más se acerque a ti, pero déjame seguir ayudándote, no quiero que ese patán vuelva a disponer de ti como si fueras un objeto.

─Esta bien, pero si ella vuelve, esto se termina─ desvía la mirada ─Ahora deja que me cambie así nos vamos

El asiente y sale, ella se quita el ambo y procede a ponerse su ropa, toma su bolso, apaga las luces de la oficina, la cierra y va al encuentro con Gabriel, los dos salen, pero está vez se siente el descontento entre ambos, al llegar al departamento ella sube y le impide a el seguirla, diciéndole que por hoy es mejor que llegue únicamente hasta ahí.

El diseñador se va resignado y Estephan quien siempre los siguió desde el primer día, decide que este es su momento para re encontrarse por fin con la pelinegra, rápidamente sube a la planta alta y de una patada abre la puerta.

─Al fin sola mí pequeña flor─ cierra la puerta

─¿Que es lo que haces aquí Estephan?, vete─ suplicó

─No me voy a ir nada, tu y yo teníamos un acuerdo y ese estúpido apareció de la nada, pero espero que te quede claro, vas a volver a trabajar para mí, o mí paciencia se acaba y me llevaré al niño.

─Por favor no, te lo imploro, si alguna vez me quisiste vete.

─Cállate y nos vamos que tienes que trabajar, ya suficiente me has hecho perder por todo este teatro con ese afeminado que te trae a casa.

Abre la puerta y la jala hacía afuera, llevándosela del lugar, para luego subirla a un auto y partir hacia los barrios bajos de la ciudad.

Miraculous: ChangesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora