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Nathalie estaba acostada sobre esa cama king side, en aquel hotel de lujo, se encontraba llorando por la espantosa noche que tuvo que pasar, muchos de sus traumas y viejos recuerdos regresaron a su mente tras tener que obedecer una vez más a ese asqueroso hombre.

Hablando de el, este entraba en la habitación vistiendo una bata blanca de baño y hablando por teléfono, se sentó en el borde de la cama y con la mano que tenía libre se tocó los hombros, Nathalie entendió esa señal y rápidamente se acerco para hacerle unos masajes, cuando sus manos se cansaban, paraba y continuaba su trabajo dándole suaves y delicados besos en la zona de los hombros y el cuello.

─Muy bien, que desaparezca─ cuelga ─Ya está, Estephan no será un problema para ti, yo si lo seré si me entero que te acercas a Gabriel─ se levanta

─Le prometo que no me voy a acercar jamás a él─ lo mira fijo

─Lo se, si algo haces bien además del sexo, es cumplir con tu palabra, ahora vístete y vete de aquí.

La pelinegra se levanta envuelta en las sábanas del lugar, entra en el baño, con desesperación se coloca su ropa y se va rápidamente del hotel, quería huir antes de que ese hombre se arrepienta y vuelva a convertirse en su carcelero; cuando quiso acordarse, ya se encontraba dentro de un taxi yendo camino a su hogar, el viaje le pareció durar horas y fueron solo unos minutos, al llegar, corrió a su baño y se metió en la tina, tiro todos los jabones que tenía dentro de ella y procedió a lavar cada rincón de su cuerpo con desesperación, se sentía sucia y asqueada, la misma sensación que tuvo cuando era adolescente y conoció por primera vez al todo poderoso señor Graham. Cuando su baño termino, se seco y procedió a encerrarse en su cuarto para dormir, apenas su cabeza tocó la almohada, sintió como la puerta principal se abría, pasos se escucharon, acompañados de unas risas traviesas.

Mi mamá no viene hasta la tarde─ menciono Thiago

¿Estás seguro que tenemos que hacer esto?.

─Si, hoy es su cumpleaños y tu padre es su único amigo, o al menos uno que conozco.

─¿Que hay de la mamá de Marinette?.

─Jamás la vi aquí, se que se conocen, pero no la veo como amiga, en cambio tu padre paso las últimas tres semanas en este departamento, si eso no es un amigo no se que es.

─Bien, entonces le diré que traiga el pastel, mientras hago eso cómprare los globos.

─Si por esa casualidad ves a mí madre, inventa una buena excusa.

No hace falta─ Nathalie sale de su cuarto luciendo algo demacrada y con notorio mal humor

─¡Mama!.

─No quiero fiesta y mucho menos que el señor Agreste venga, ¿les quedó claro?.

─Pero Nathalie─ hablo Adrien ─Te mereces un festejo por la gran persona que eres, no puedes dormir en tu día especial

─No tiene nada de especial, y si siguen con esto me van a conocer verdaderamente enojada─ cierra de un portazo

Los dos adolescentes se miran, el pelinegro le hace una seña de silencio y luego ambos abandonan el departamento, los dos salen a la acera y ahí se disponen a hablar más tranquilos sin que la mayor se entrometa.

─Ella nunca escucha mis opiniones, asique hoy le voy a devolver una probada de su propio chocolate, ve por tu padre, yo por el pastel y la señora Dupain-Cheng, nos vemos aquí en media hora, ¿te queda claro?

─Si capitán─ sonríe

Los dos se separan y va cada uno a su actividad, mientras tanto, Nathalie tomaba fuerzas de donde no tenía, se colocaba su ambo, ahora blanco por el ascenso a jefa de enfermeras, y se encontraba maquillando sus ojos para ocultar las ojeras y la hinchazón de sus ojos por haber llorado tanto tiempo.

Media hora después, tal y como los adolescentes pactaron ya se encontraban en la entrada del departamento, Adrien con Gabriel y un par de globos, y Thiago con Marinette, Sabine y el enorme pastel de cumpleaños para Nathalie; los cinco subieron, entraron al lugar, acomodaron las cosas y luego fueron a buscar a Nathalie en su recámara, está estaba tomando una taza de té para calmar sus nervios.

─Incendie la cocina, ¿podrías venir?─ menciono este

La mujer por poco deja caer la taza al suelo para salir en ayuda de su hijo, menos mal que guardo los estribos, preocupada pero tranquila salió de su cuarto y ahí se encontró con la imagen más linda pero a la vez más aterradora que podía ver.

Feliz cumpleaños.

Gritaron todos mientras lanzaban confeti y aplaudían, la mujer se sonrojo fuertemente, camino hasta ellos y los saludo uno por uno, después se quedó admirando el pastel de tres pisos, bañado con chocolate teñido de rojo y cubierto de arándanos.

─Gracias─ dijo llorando, está vez de emoción

─Te lo mereces─ hablo Sabine acercándose para abrazarla

Después de esa conmovedora escena, procedieron a cantar el feliz cumpleaños y a cortar el pastel, mientras todos se divertían, Nathalie tomo a Gabriel de la mano y se lo llevó rápidamente hasta el balcón.

─¿Sucede algo?.

─Mucho, por eso te traje aquí, nadie nos va a escuchar, blinde la puerta para poder hablar sin que Thiago me escuché─ sonríe, el ojigris se asombra ─No podemos vernos más─ fue directa ─El señor Graham vino a hablar conmigo, con una solicitud de su linda hija, que no me acerque más a ti

─¿Está demente o que le sucede?.

─Esta celosa, y la entiendo, digo, su esposo se frecuenta con una hermosa mujer─ medio sonríe ─Y tu después de todo hiciste esta locura para estar con ella─ desvía la mirada

─Estoy con ella─ acorta la distancia entre ambos ─Pero no es mí carcelera, mucho menos mí dueña─ los dos se miran fijo, estaban demasiado cerca uno del otro ─Tiene que entender lo mucho que te aprecio y convivir con ello, nosotros tenemos una familia, eso nadie lo va a arruinar

─Ni siquiera el recuerdo de tu linda asistente─ musitó bajando la cabeza, el la toma del mentón y la levanta para que vuelva a mirarlo

─Tu eres mí familia también. . .

Nathalie se inclina y lo besa, sus palabras llegaron a su corazón, el momento la forzó a por primera vez tener ganas de besar a alguien, nadie la obligaba, ni se lo pedía, ella tuvo el impulso y lo llevo a cabo, el no la aparto, ni se separó, parecía como si el deseo de ese beso también habitará en el.

─Vete─ dijo apenas se separó y le dio la espalda ─Hazme caso, es gente peligrosa, no quiero verte de nuevo

El se quedó callado, miro el suelo, suspiro y abrió la ventana que daba ingreso a la casa, saludo al resto de los presente y se fue, Nathalie cerro la ventana corrediza que funcionaba como puerta al balcón, y comenzó a llorar otra vez.

Miraculous: ChangesWhere stories live. Discover now