Epílogo

184 5 5
                                    

Escocia, 1603
Dos años después

Centelleantemente, una pandereta se elevó en el aire dando el redoble para que los violines, laúd y flautas fueran tocados con más frenetismo aún. Dando el nivel y sentimiento, que del baile desatándose en el centro.

Parejas tomadas del brazo giraban en viveza por sus respectivos y contrarios lados, sin perder la bendita sincronización y el entretenimiento puro. Luego, se acomodaron entre todos y unidos de las manos para formar una rueda. Con saltos se acercaban al centro, más precisos nunca se llegaban a tocar. El ánimo estaba por los aires enteros, que Catalina no podia sentirse de otra manera que como cada una de esas personas entretanto festejaban la mágica primavera.

No sabiendo como, alguien soltó de repente a la monarca. Dejándola en el medio de esa rueda. Se paralizó con el alma agitada mientras observaba a cada uno. Nunca había vivido cosa igual; estar por tanto tiempo en una fiesta y menos participar mucho en ella. Ser completamente el centro de atención a menos de que fuese para... Una ola de aplausos provino de los demás invitados en brío empuje al asimismo que los bailarines al ponerse ahora a dar vueltas a su alrededor. Acallaron toda voz y le dieron la fuerza a sonreír ampliamente, realizar unos movimientos con sus manos y disponerse a girar sobre sí misma. Desplegando libre y resplandeciente su vestido amarillo y con sus brazos abiertos tal queriendo tocar el cielo.

Sintiendo tal el tiempo no existiese y que no importaba nada, dio freno y fue ahí donde perdió el verdadero aliento, al encontrarse su mirada con la de Erik. De pie en un borde y extasiado aplaudiendo tambien enteramente para ella. Se fue directo a él, dando casi brinquitos para ser recibida con un tremendo alzamiento y unas cuentas alegres vueltas más. Al bajarla, la arrasó con un beso.

La culminación perfecta para esa fiesta.

—Este año la celebración ha sido todavía más placentera y hermosa, ¿a qué no? —comentó quitándose los pendientes ya en sus aposentos—. Aunque nunca llegó la felicitación de Cecil... Y, ¿cómo no pues? Mis damas siempre, siempre se superan con la decoración. Nunca me cansaré de halagar ese trabajo tan excepcional que hacen. Es increíble como la gente puede llegar a ser muy creativa y delicada. Aunque... aun extraño mucho a Edine. ¿Quién diría? Siempre fue la más callada y prudente de todas las tres, y fue la primera que terminó casándose. No quiero ni pensar cuando...

Sus parlanchines labios se juntaron, cuando percibió unas manos delineando desde su cintura, sus costados, hasta sus brazos que descubiertos se hallaban por la ausencia de mangas largas del vestido. Como igual un rostro, tratando de ahuecarse en su cuello.

—¿Qué hacéis? —interpeló Catalina, sabiendo exactamente que buscaba—. ¿Apenas salgo de un agite y vos me queréis llevar a otro?

—El que yo quiero proponeros es todavía más divertido y... placentero —habló grave por sobre su piel, erizándola con su calidez y los calados besos que estaba dejándole sabedor y diestro—. Es que hoy estáis tan hermosa...

—Aja, así argumentáis siempre y es solo para envolverme, tal el hombre natural que sois.

Cerró sus ojos, dejándose vivaracha seducir.

Al parecer para el Oldemburgo, el bautizo que hace no mucho tuvieron no había sido justo. Pero no podría quejarse. De todas facetas que le gustaba observarle, la de padre era la más curiosa y... la mejor. Aun con tanto por hacer, se esmeraba en atenderlo lo más que podía. A Enrique —Quien podrá ser cada vez más parecido a su madre, pero poseía predominantemente su tipo de facciones y sus preciosos ojos azules— Ser cuidadoso.

Ambos, como la vida doméstica que tanto soñaron y trabajaban duro día a día por mantener pese a conflictos o desavenencias.

—Es que cuando se trata de vos nunca nada es suficiente. Porque cada vez me convenzo más de que si todos tenemos un destino a efectuar, vos sois el mío, esposa —llevó el delineo de regreso a sus costados, encaminándose perdido y con propiedad poco a poco a más, y sin desistir de susurrarle.

Coronada en Gloria ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora