54. En el fin, está el comienzo II

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—¿Qué decís? ¿¡De que rebeldes me habláis!?

Jacobo le lanzó una mirada sofocada.

—Como bien sabemos nosotros... Bothwell se escapó la misma noche del día en que fue apresado. Y ya lleva un mes así. Por lo que su juicio ha sido retrasado. Lo que es el...

La joven tensó más su agarre.

—Ahorraos la introducción y explicaos ya. ¿Qué tiene que ver una cosa con otra?

—Ese ha sido el problema. Retrasar su juicio y a la vez no exponer por completo al público las razones de su aprensión. Porque mientras nosotros estamos ocupados totalmente en encontrarle para enjuiciarle, para que nos revele, la identidad de ese... quizás inglés, que además de estar, acechándoos a vos, ha estado teniendo tratos con vuestra nobleza, en motivo desconocido y retorcido, como este. Que le ayudó a fraguar su venganza personal. Para el resto de las personas fuera de la corte, Bothwell lleva un mes encerrado bajo "supuesto y borroso" cargo de traición.

—¿Estáis diciéndome que...?

No podía ser que el mismo maldito tema, siguiese rondando una y otra vez en y para gran fastidio, y sin ningún total cierre.

—Este incidente fue causado por un grupo de hombres compuesto de algunos marineros quienes Francis consiguió hallar mucha simpatía en su tiempo corto de Almirante, como algunos ex hombres que le servían, los cuales se unieron como rebeldes para intentar protestaros por su injustificado encarcelamiento y destitución de su cargo.

Ya decía yo que este mes no podría estar tan tranquilo interinamente. Ya todo se explicó, la unica culpable aquí de ello era ella. Ella misma. Se dejó demasiado llevar por el rencor y el afán de encontrar hasta por debajo de los tapetes a Bothwell que se olvidó de que solo pocos del Castillo lo sabían. Aparte de tambien tener asegurado todo por incidentes de tal, asimismo por andar torpemente distraída pensando en cosas del corazón.

Y ahora sus errores, habían hecho daño reiteradamente a un inocente. A su Consorte.

Se la volvieron a hacer, y ella cayó al...

—Y como no se adivinaban todavía todas sus intenciones... me vi en la necesidad de intervenir y tratarlo sin aviso, a través de una negociación —agregó él—. Pero esta...

—¿Negociación? —le soltó sobresaltada—. ¿Os habéis puesto a mis espaldas a negociar con rebeldes? ¿Cómo os a habéis atr...?

—No lo malinterpretéis, fue por...

—¿Y además os habéis atrevido a involucrar a su Alteza Real? Jacobo, ¿¡qué demonios os pasa!? ¿Sabéis, lo que habéis hech...?

—Dejadme terminar —pidió el de barba.

—¿Para qué? ¡Si ya es más que evidente que aparte de atreveros a actuar tras de mi os salió mal plancito! De vuestra manga sobresale un bulto, que quiere decir que vos también estáis herido —le dio un jalón a la manga, él empeoró las cosas—. Pero al menos de pie. ¿Pero Erik? Está allá tendido tal...

—Lo lamento —dijo en casi exclame—. No era mi intención que se involucrase y menos que saliese lastimado. Yo salí a encargarme del asunto y lo dejé en mi casa pues me dijo que ya se vendría a Castillo, pero no entiendo el por qué se le ocurrió al rato mejor seguirme. Cuando yo ya lo descubrí los rebeldes ya estaban reunidos en la cantina donde quedamos a citarnos para oír sus reclamos, por lo que ya le habían notado. Y fue ahí donde se complicaron las cosas, a pesar de que estos no le reconocieron para nada. 

»Porque al tiempo irrumpió en el lugar varios guardias reales a apresarles, ellos creyeron al instante que yo les había engañado. Y de ahí todo paso tan rápido. Ya que a eso se le añadió un grupo de palabras malsonantes que no repetiré por vuestro honor, que... hizo que se empezase una brusca rencilla. Que llenó sin tardar el lugar de sangre, bultos, gritos y escapes. Aunque quise no pude protegerle, así que salió herido también. Le hicieron un moretón y le hirieron en el abdomen, pero no fue grave, solamente fue un corte superficial. Que, él mismo pidió con exigencia que se le tratase ahí mismo, y que vos no lo supieseis por nada del mundo.

Coronada en Gloria ©Where stories live. Discover now