El juego de los bolos

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Con todos los visores bajados y las luces fuera. Dio comienzo la carrera. Mark tuvo un buen comienzo, pero no adelantó a su compañero. No fue hasta después de unas vueltas que comenzó el caos, un Alpine chocó con Harry que se llevó a Amaia con él para fuera del circuito.

Eso se podría haber quedado así, pero Friedick y Angelo también se vieron afectados por ese choque, todo un juego de bolos que hizo que los primeros puestos estuvieran ocupados por los equipos que están acostumbrados a llegar de últimos.

— No me lo creo —dijo Josh a mi lado con la boca abierta.

— Al menos a Mark no le dieron. —si lo miraba por el lado bueno, solo esperaba que los que chocaron estuvieran bien—. Mira, hasta adelanto a Seb.

— Princesa, los dos Haas están en el primer y segundo puesto —Josh de verdad estaba alucinando—, confío en que Mark los adelante en las veinte vueltas que quedan.

— Ya estaban tardando en sacar la bandera roja —dije cando apareció una señal en rojo en la pantalla.

Ahora solo tocaba esperar a que sacaran todos esos coches de la pista y limpiaran cualquier resto que pueda ser peligroso.

Los pilotos salieron tranquilamente de la pista, menos mal.

Después de casi una hora esperando, viendo a los pilotos en los garajes hacer cualquier cosa para pasar el tiempo, incluso estuvimos hablando con Mark por teléfono, comenzó de nuevo la carrera.

— ¿Qué me das si ganan un Haas? —me preguntó Josh

— Diez libras — no iba a apostar por algo que no creía que fuera a pasar, yo confiaba en Mark.

— Eres multimillonaria ¿Y solo me das cinco libras?

Me encogí de hombros y le pregunté:

— ¿Cuánto me darías tú si ganas Mark?

— Diez libras.

Le estreché la mano.

— Trato hecho entonces —dijo Josh, que estaba a punto de perder diez libras.

La carrera siguió su curso y Mark no adelantaba a esos dos coches que tenía delante. No porque le fuera difícil, sino porque le habían sacado una gran distancia de ventaja. El choque al estar casi todos los coches juntos cuando pasó algo debió de dañar su coche.

Al menos Leonor le había pedido expresamente a Sebastián que no adelantara a su sobrino, lo que me parecía demasiado raro sabiendo la bruja que es.

La carrera se iba a acabar y Mark iba a quedar de tercero, esta semana debió de ser un horror para él. Entre la muñeca, las clasificaciones y que justo cuando no está Harry no pueda ganar, le debería de estar matando.

Los coches cruzaron la meta.

— Ve sacado la cartera —dijo Josh y puse los ojos en blanco.

Lo bueno es que ahora mi hermano solo llevaba una ventaja de nueve puntos sobre Mark, a cinco carreras del final. Si Mark seguía recortando esa distancia, se podría proclamar campeón incluso antes de la última carrera.

En las entrevistas de después de la carrera estaba Flor y me fijé en como Josh se quedaba embobado mirándola.

Vimos el podio lleno de mecánicos de Haas saltando y gritando, los pilotos Akio Suzuki y Milo se lo estaban pasando en grande mientras que Mark se veía un tanto triste a pesar de que les sonreía a sus compañeros de podio.

Se terminó la emisión de la carrera y Florence me llamó para decirme lo brutal que había sido y lo enfadado que estaba mi padre, incluso se fue a quejar a la FIA para que no dejaran correr las siguientes carreras al piloto que causó ese choque masivo.

— Ah, casi se me olvidaba —dijo Florence justo cuando iba a colgarle—, vino Addie a pedirme disculpas, no sé por qué.

— Eso suena un poco extraño —tenía que hablar con Addie lo antes posible.

— Ya bueno, dile hola a Josh de mi parte ya que no pude contestar sus mensajes —se despidió antes de colgarme.

Josh había estado a mi lado todo el rato y me miró como si estuviera esperando a que le dijese algo.

— ¿Qué? —le pregunté. Aun así, no me respondió—. Llega mañana a las nueve de la noche.

— Creo que me está empezando a gustar.

¿Me hago la sorprendida?

— Oh. ¿Y Addie?

— Addie es parte de mi pasado y la quiero mucho, pero ahora mismo Florence me hace sentir vivo con sus bromas y siento que no puedo respirar cuando está cerca y me es difícil apartarme de ella desde la gala de los Golden.

Eso sí que me ha sorprendido, Josh se recostó contra el sofá y cerró los ojos.

—Eso fue demasiado cursi —dijo y me recosté en el sofá justo como él.

— Que va, ha sido precioso.

— Gracias, princesa.

— ¿Por qué exactamente? — abrí los ojos para mirarle.

— Por hacer que la conociera. 


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